El CEO y la Bailarina Nocturna (COMPLETA) romance Capítulo 5

—En tus sueños, ni loca me iré contigo —frunció la boca al escucharme—. Estás demente, te conozco hace un poco más de un día, eres un extraño para mí aún.

—No te estoy preguntando si quieres o no —las palabras salieron disparadas de su boca. Iba a protestar, pero me interrumpió—. Deja a Ardat en su casa y después nos vamos a la mía.

—Mi nombre real es Chyler —mi amiga lo corrigió, pero Mikkel la ignoró por completo.

—Súbanse al auto, yo las sigo.

Me acerqué a él furiosa, puse mi mano sobre su pecho y le di un empujón que apenas lo movió.

—¿No entiendes? No me iré contigo, Hummel.

Caminé unos centímetros, pero me retuvo del brazo, obligándome a hacerle frente.

—No me hagas enojar, no te conviene —soltó dejándome de piedra al escuchar su tono de voz.

De verdad se había enojado

(...)

Estacioné mi auto detrás del Audi negro de Mikkel y abrí los ojos impresionada al ver que su mansión era igual de grande o quizá más que la mía. En realidad, no me esperaba algo así, pensé que vivía en un departamento lujoso, no en una jodida mansión.

¿Cuántos años llevará a cargo de su empresa que ya tiene tanto dinero?

Me bajé de mi auto al segundo después de que él lo hizo.

—¿Te gusta? —preguntó con sorna al ver mi cara.

—No me esperaba algo tan... extravagante —respondí. Fruncí el ceño y puse mis ojos sobre él—. ¿Vives tú solo en un lugar como este? ¿No será mucho, Mikkel?

—Por ahora sí, pero en algún momento tendré mi propia familia, Alyssa.

No pensé que eso estaba en sus planes, no se ve del tipo de hombre que quiere una mujer e hijos.

—¿Me vas a hacer pasar o estaremos acá toda la noche? —puse los ojos en blanco. Hacía bastante frío y al parecer a él eso no le importaba.

—Eres muy enojona —bufó mientras caminaba hacia la entrada. Una chica joven vestida con un delantal blanco abrió la puerta y nos hizo pasar.

Miré cada detalle del interior de la casa y la verdad, debo admitir que tiene muy buen gusto. Las paredes tenían una gran cantidad de cuadros que se veían bastantes costosos, pero a pesar de ser muchos, todos combinaban entre sí sin llegar a verse exagerados.

—¿Necesitan algo? —la chica nos dio una mirada dulce. Iba a decir que no, pero Hummel habló antes.

—Traenos una botella de vino, por favor.

Caminé lentamente mirando unas fotos que estaban sobre un gran mueble. La mayoría eran de una mujer realmente hermosa junto a dos niños casi de la misma edad.

—¿Es tu madre? —tomé una entre mis manos y sonreí al ver a los dos niños completamente embarrados de barro y al lado la mujer con cara de sorprendida.

—Sí.

—Es realmente hermosa —dije admirando su belleza—. ¿Cuál de los dos niños eres tú? ¡No! espera, estoy segura de que eres el de la derecha.

—Exacto, soy el más guapo de los dos, admítelo.

Negué divertida. Nunca había conocido a alguien tan pero tan egocéntrico.

Bueno, puede que yo sea igual

—Sí, eso no te lo voy a negar.

La chica llegó hacia nosotros, nos entregó una copa para después servirnos vino y se fue. Le di un sorbo y moví mi cabeza de un lado a otro encogiéndome de hombros.

—He probado otros mejores, pero está bien —mentí. En realidad, era el mejor que he probado, pero no se lo diría.

—Sé que mientes, pero haré como que te creo, tranquila —sonrió con suficiencia—. Sígueme, te mostraré donde dormirás.

Subimos las escaleras realmente lujosas que nos llevaban a un gran pasillo con ocho o tal vez más puertas.

—Hay una habitación con máquinas de ejercicio, una sala de cine, una de masajes, otra de billar y consolas, de...

—Entiendo, eres realmente rico —me interpuse.

—Rico en todas las formas posibles —se encogió de hombros y bufé. Entró a una de las habitaciones y silbé al ver lo linda que era. Tenía las paredes de cristal que dejaban ver el jardín trasero y una gran cama matrimonial de color negra.

La vista era realmente hermosa, se veía la gran piscina rectangular con luces que hacían que el agua cambiara de color y el jardín perfectamente cuidado, con lindas flores y grandes árboles.

Era todo maravilloso, pero sigo diciendo que demasiado para solo una persona

—Tus gustos son muy estrambóticos, me esperaba algo más sutil. Ahora tú me sorprendes a mí —le dije al recordar las palabras que él había dicho cuando estábamos en el ascensor.

Abrí la puerta y me sobresalté al ver el cuerpo de Mikkel ahí.

—Es mi turno —pasó por mí lado y reí.

—Aprovecha de llevar la braga de tu chica a la lavadora.

—Las dejaré ahí por si las llegas a necesitar —escuché como segundos después de decir eso cerraba la puerta mientras reía al ver mi cara de desagrado.

Que asco usar bragas de otra persona

Me quité los zapatos y me metí a la cama con mis jeans y mi suéter. Me quedé mirando el techo mientras pensaba lo tonta que había sido al haber venido. Debí haber peleado con él hasta que me dejara ir a mi casa.

Supongo que pasa cada noche con una chica diferente, solo que dudo que ellas lo hagan por obligación

Tomé mi celular y puse los ojos en blanco al ver el mensaje de Chyler.

"¿Cómo vas? ¿Ya te lo tiraste?"

Bueno, entiendo que me pregunte eso.

Pueeede que un tiempo me haya comportado como una completa loca si se trata de chicos. Me iba a la casa de algunos hombres que iban al nightclub o con los que bailaba en fiestas, pero dejé de actuar de esa forma cuando pasé un susto terrible; no me llegó el periodo y tuve que hacerme una prueba de embarazo.

Con suerte salió negativo, no hubiese tenido ni idea de quién era el padre

—¿Qué tanto piensas? —Mikkel salió del baño y se metió rápido a la cama. Y sí, al parecer dormiría con calzoncillos aunque yo así no lo quisiera.

—Que prefiero suicidarme antes de pasar una noche contigo.

—Agh, ¿por qué eres así?

—¿Será porque no te conozco y me obligas a hacer cosas que yo no quiero? —contesté con obviedad.

—Deberías agradecerme, hasta ahora he sido gentil contigo.

—Uy si, gracias. Eres muy considerado —me di vuelta dándole la espalda, dejé mi celular sobre la mesita que estaba a mi lado y cerré mis ojos—. Gilipollas —susurré pensado que no me iba a escuchar.

—Sigue así, Alyssa. Mientras más insultos, más castigos —apagó la lamparita que en estos momentos era lo único que iluminaba la habitación y suspiró mientras se acomodaba—. Buenas noches.

—Estando aquí dudo que sean buenas.

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