El Hijo Del Millonario © romance Capítulo 12

Capítulo once

Aunque yo este en el salón, mi mente está en ese lugar y en todo lo que me dijo él.

Doy un largo suspiro y enfoco mi atención a la profesora de biología quien está explicando algo que supuestamente todos deberíamos saber, el código genético.

—¿Me entendieron? ¿comprendieron? —nos mira fijamente hasta que quita su vista y camina hasta el pupitre —para el lunes resuelvan las páginas ciento quince a ciento dieciocho del libro, y crean grupos para las charlas que dicen en el libro, el ejercicio será dentro de cuatro días —toma sus cosas y sale del salón.

Genial, ¿ahora con quién voy yo?

—¿Amiga? —una niña se me acerca —¿Tienes grupo? —niego y ella sonríe —¡Hey! Vamos con Irina —junto mis cejas.

Pero que rápida soy escogiendo grupo.

—¿Y cuál es el tema? —ella se encoge de hombros.

—Dame tu número de teléfono y te escribo cual es mañana —sonrío apenada y quito mi vista de su rostro —¿Qué pasa? ¿No tienes celular? —eso me recuerda a la cajeta de iPhone que encontré en el balcón.

Misteriosamente apareció y mi ser por muy tonto que fue le preguntó a mis padres y ellos por arte de magia lo devolvieron a la tienda con la excusa de que se había perdido.

Niego y rasca su cabeza —uh, tendré que escoger temas ya —va a su puesto y saca el libro, busca las páginas y lo cierra de golpe, camina hacia mí y apunta algo en su libreta —Tú dirás los diferentes aminoácidos —sonríe y camina nuevamente a su lugar.

Los pocos estudiantes que quedan van saliendo uno a uno hasta solo quedar yo en la soledad, en la inmensa soledad del salón. Suspiro sonoramente y me levanto de mi puesto, tomo mis cosas y las meto a la mochila —¿Por qué no has salido aún? —mi corazón da un vuelco y giro rápidamente —¿A qué le tienes miedo? —trago grueso y doy una larga respiración pausada.

Me volteo para cerrar mi mochila y me la cuelgo de lado, giro y paso por su lado con cierta distancia, sus pasos resuenan con los míos por todo el lugar vacío hasta llegar a la entrada donde los pocos estudiantes que quedan nos miran de reojo con expectativa.

—¿Qué deseas, Amir Dhall? —me detengo y él se posiciona en frente de mí, su olor embriagante llega a mi nariz y juego con mis manos para no pegarme a él y hacer una locura.

Toma mi barbilla y me hace mirarlo a los ojos, a esos ojos azules tan hermosos —Me vas a decir que no te gusta mi compañía—me suelta y mete la mano en los bolsillos de su pantalón —venía a invitarte a un helado —alzo mi ceja y lo observo de arriba a abajo.

—¿Piensas ir a comer un helado así? —lo señalo y se mira.

—¿Qué tiene de malo?

Me cruzo de brazos —Tienes una camisa blanca que se pega a tu cuerpo como una segunda piel ya que se ven todos tus músculos, un pantalón negro de tela pegado que te queda espectacular junto con esos tirantes negros que hacen que tu pantalón no se caiga, tus zapatos perfectamente lustrados y tu corbata negra que resalta aún más tu elegancia. Tú discúlpame, pero así no se va a comer un helado —abre y cierra la boca, me ve fijamente y desvío mi rostro a un lado.

Mi cara arde.

—Bueno, si no te gusta me puedo cambiar... Pero, ¿irías conmigo? —vuelve a preguntar y muerdo mis labios, a su lado llega la misma chica que me ha dicho cientos de veces que es su hermana.

Lo mira y luego a mí —¿Ella te está molestando? —el mastodonte junta sus cejas y niega—¿La estás rechazando? —vuelve a negar —¿Entonces qué?

—La estoy invitando a salir.

Abre su boca y junta sus cejas —¿ah? —coloca una de sus manos atrás de su oído y se coloca de puntillas—¿Puedes repetir?

Ojos azules rueda los ojos y agarra la cabeza de su hermana —La estoy invitado a salir —suelta su cabeza y toma mi mano —espero que no te metas y esto no afecte tu estatus —hace comillas con sus dedos —social, aquí —me jala y camino rápido detrás de él.

Pero...

¿Cómo que estatus?

¿Y el de él?

—Yo no tengo un estatus que cuidar, yo no estudio aquí. Estudiaba, pero ya no —desbloquea un hermoso auto negro y abre la puerta de copiloto, me monto y él gira al escuchar los llamados de su hermana.

—Amir, Amir ¿Con quién me voy a ir a la casa? —el gigantón cierra la puerta y se encoge de hombros, rodea el auto y sube, enciende el carro y sale de los estacionamientos del instituto.

—Si tú ya no estudias aquí, entonces... — muerdo mi labio y juego con mis manos acordándome del primer día de clases —¿Por qué estabas en el mismo salón que yo el primer día de clases? —lo encaro y él sonríe de lado.

—¿Por qué crees que me quedé? —mi mente piensa en mí y en lo deliberadamente loco que está si fue por eso —touché —chasquea su lengua—Era mi último año, tomo clases privadas en casa así que ya me sabía todo lo que darían este año. Cuando me viste saliendo de la dirección fue porque mis padres decidieron hacer efectivo la finalización del instituto debido a mis altas notas y estudio avanzado —dirige su vista hacia mí y luego a la carretera —hasta que tuviste que aparecer ese día, mi madre lo noto así que me dejo estar entrando y saliendo cuando me diera la gana —se encoge de hombros.

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