El Hijo Del Millonario © romance Capítulo 13

Capítulo doce

Pov Amir

Puedo sentir en enojo de cada uno de los participantes a mi alrededor, pero fuera de eso me encanta saber que Irina toma mi mano gustosa.

Ya te perdí.}

Ruedo mis ojos ante el comentario de Eithan y gruño en respuesta al enorme escándalo que están haciendo un grupo de omegas y deltas sobre nuestra seguridad, al instante todos cierran la boca y agachan la cabeza en total sumisión —¿Realmente qué quieren que haga? Si no se protegen ustedes mismos, ¿Cómo pretenden que yo los cuide? Respeten lo que dicen los superiores en la manada porque ellos saben más que ustedes, y no es que los este llamando inferiores, pero deben comprender que ellos llevan órdenes directas de mi padre y ahora llevarán las mías, por lo tanto, fue correcta la acción de los deltas al no dejar pasar a su hijo con una humana aquí dentro—los ojos de los omegas cambian de color radicalmente hasta ser dominados por sus lobos, sus caras cambian a desagrado y se colocan en posición de ataque.

Alzo una ceja, suelto la mano de Irina y la coloco detrás de mí, no quiero que ella salga lastimada —Tú —me señala el chico que al parecer iba a violar las normas —eres un estúpido y arrogante —sonríe falsamente —tienes a una loca humana detrás de ti y piensas que la manada luego de eso te debe hacer caso solo, porque eres el Alpha, lo dudo —sus ojos verdes me observan furiosos y con rencor.

Los deltas se colocan en frente mío protegiéndome y haciendo espacio entre nosotros —Alpha, vaya a la mansión, ahí estará más protegido —habla el jefe de los deltas.

—No te preocupes, Quenaz —los hago a un lado—Ellos por más que quieran no pueden hacer nada, saben que un ataque al Alpha los expulsaría de la manada automáticamente —cambio a mi cara de desagrado —y si intentan acercarse a lastimar a mi mate no vivirán para contarlo —aprieto mi mandíbula y me paro firme frente a ellos —No quiero una sola queja más, entendido. Reglas son reglas y tienen que cumplirlas —volteo y camino hacia la mansión con Irina detrás mío.

Abro la puerta y dejo que ella entre, cierro con fuerza haciendo un estruendo —No crees que fuiste duro con ellos a pesar de que no sé si te insultaron o faltaron el respeto —aparece a mi lado y toma mi mandíbula con sus manos —debes cambiar esa mirada tan fría y calculadora, porque así solo lograrás el odio de los demás —coloca una de sus manos en mi pecho y acomoda mi camisa.

—¿Cómo quieres que observe a las personas? ¿Con los ojos cerrados? Mi naturaleza es mirar así.

—Sí, lo sé, pero tal vez debas ser más comprensivo —susurra y niego rotundamente.

—No pudimos tener una cita, pero por lo menos te invitaré a comer helado en la cocina —señalo el camino —¿vamos? —asiente y camina al frente de mí.

Mi vista va directamente a su tan meneante cadera y el compás que lleva con su cintura.

Está es la cosa más cachonda que he mirado alguna vez en mi vida.

Lo juro.

Mi imaginación comienza a desnudarla completamente y en como sería si caminara así por mi cuarto.

Diablos.

Y si la llevamos a comer helado al cuarto, ya sabes.

Quisiera que así fueran las cosas, pero respeto la decisión de primero conquistarla.

Es lo primordial, Amir, concéntrate.

Abro la puerta antes de que entre y pasamos a las zonas de nana —Pero si ya llegó mi bebé hermoso a la casa, ¿Qué deseas que cocine, mi niño? —se voltea con el dulce de chocolate que carga en la mano y gira su cabeza un poco observando a mi irresistible mate —hola, debo decir que es la primera vez que mi nieto trae a alguien a la casa, ¿quieres un poco de pastel? —lo coloca en la isla de la cocina y camina hasta ella para darle un enorme abrazo.

Nana es así.

—Ah —Irina mira el suelo y entrecruza los dedos de sus manos —hola, ¿cómo está? Me llamo Irina—muerde su labio —y sería un placer que me brindara de ese exquisito dulce que preparó —nana sonríe y vuelve a su lugar.

—No seas penosa, y yo no lo preparé, lo hizo Sara, la madre de Amir.

—Efectivamente nana, pero todo fue gracias a ti —mi madre entra a la cocina y se asienta en un taburete de la isla —¿cómo estás, Irina? Debo decir que estás tan bella como el primer día en que mi hijo te trajo —le señala el asiento a su lado—ven y siéntate.

Junto mis cejas. ¿No debería ser yo quién le diga cosas románticas?

—Nana, he traído a Irina a comer helado, ¿tienes en la nevera? —camino hasta el refrigerador y abro el congelador.

—Sí, en la esquina hay uno de combinación que nadie quiere.

—Bebé —la llamo y gira con su cara roja a más no poder, sonrío y niego —¿Te gusta este? —alzo el pote de helado y asiente.

—Después que sea helado —se encoge de hombros y sigue hablando con mi madre.

Ella y sus habilidades de hacer sentir cómoda a una persona en cualquier lugar.

Busco los platos y se los acomodo a nana para que coloque los trozos de pastel mientras yo pongo el helado —Amir, hijo.

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