El Hijo Del Millonario © romance Capítulo 20

Capítulo diecinueve

Pov Irina

Estar sin comer, sin tomar agua, sin saber de nada no es lo mejor que he podido hacer.

Tengo tres días desde que presencié el horroso panorama en mi hogar y mi mente aún sigue pensando lo mismo.

Estoy traumada.

Ver todas las partes del cuerpo de mis padres en pedazos, la sangre seca en el piso, las distintas personas alrededor, todo fue tan abrumador y lo peor de todo es que él me mintió.

Todos me mintieron.

Me aferro más a las almohadas de mis padres y aspiro profundamente su olor tan peculiar. Sorbo mi nariz.

¿Por qué ellos y yo no?

Brianna entra al cuarto y suspira pesadamente. Ella es la que ha estado lidiando conmigo por órdenes de su mamá.

Al parecer ella dice que fue su culpa.

Pero yo no lo veo así.

Camina a mi lado y se asienta en el borde de la cama—Vengo a proponerte que nos vayamos a casa —niego repetidas veces y ella aprieta mi pierna—Si lo que te preocupa es que mi hermano este ahí, no hay de que preocuparse, él viajará a un consultorio de futuros Alphas hoy y regresara dentro de un mes —y todo a mi alrededor se paraliza.

Él... Se va.

Mi memoria regresa tres días atrás y recuerdo como él salió de la casa tan rápido como pudo después de lo que yo le dije. Mi corazón se comprime en mi pecho y la necesidad de decir que nada de lo que dije era verdad me embargan.

Es eso o estoy confundida.

Trago grueso—¿Cuándo sale? —tomo asiento en la cama junto a ella.

—Dentro de media hora, él ya está en el aeropuerto.

—¿Crees que puedas llevarme con él? —susurro y ella sonríe.

—Vamos —toma mi mano y corremos por toda la casa hasta llegar a la entrada, el señor Alonso al vernos corriendo nos abre la puerta y nos subimos al auto. Este arranca y rápidamente entra en la ciudad—Alonso, al aeropuerto, pero ya —los edificios pasan a nuestro alrededor a gran velocidad lo que me da a entender que vamos más rápido que cualquier otro auto.

Por favor, no te vayas.

O sí.

Ah, no sé lo que quiero.

El auto se detiene a un costado de las instalaciones del aeropuerto, bajo tan rápido como puedo y sigo a toda velocidad el paso de Brianna que es mucho más alta y atlética que yo.

Que jodido problema son mis piernas cortas en este momento.

Entramos a la sala A y al final de esta hay una puerta con un lujoso letrero VIP en un costado. Brianna camina directo a la puerta y la abre tan ruidosa como puede, los presentes voltean a vernos incluso él quien camina detrás de una azafata rumbo a abordar su avión.

—Amir Mena Dhall Poezyn. Tu mujer quiere hablarte.

Que vergüenza.

Se hace a un lado y me señala, mis mejillas toman cierto color rojizo y agacho la cabeza ocultándome de la vista de todos.

Alzo la mirada y en su rostro veo como una pequeña sonrisa de sus labios se desvanece y da paso a su típica expresión fría, gira sobre sus pies y sigue su camino.

Mi cuerpo está en un estado de parálisis, nunca pensé en que esto pasaría.

Soy una tonta, una y mil veces tonta.

Una idiota.

¿Cómo pude pensar que alguien como él me amaría?

Primero como me trato, luego como lo humille. Claro, su venganza era que me enamorara de él y le diera todo de mí.

Giro el desastre que soy y camino fuera del lugar, las voces se oyen tan lejanas y de un momento a otro solo logro ver como todo el mundo se mueve y caigo en la oscuridad.

...

El tintineo de una máquina de hospital me hace abrir los ojos de par en par.

¿Cómo llegué aquí?

—Ah, menos mal que ya despertaste —la voz de Omar me hace girar la vista hacia mi derecha. Sus brazos cruzados y su mala postura en la silla me hacen torcer la boca—¿No recuerdas nada? —niego.

—¿Qué fue lo que...? —cierro mis ojos y por mi cabeza pasan cientos de imágenes.

—¿Y ahora?

¿Qué rayos fue eso?

Asiento—¿Cuánto llevo aquí?

—Quince días. Realmente solo yo te he estado cuidando, viéndote y alejando al doctor idiota—habla bajo y junto mis cejas.

—¿Qué paso con el doctor? —Omar se levanta y se acerca peligrosamente a mí, cruzo mis brazos encima de pecho y cierro un ojo.

—No lo notas —alzo una ceja, sonríe y sopla mi cuello haciendo retorcer mi entrepierna—eso debes notar cariño, huele —aspiro y siento un aroma dulce que emana de mí—ese olor es señal de que estás...

La puerta es azotada y un chico apuesto con bata de doctor aparece frente a mí—déjame hacerla mía, ese maldito olor me va a matar, o es eso o la mato.

—¿A quién vas a matar? —esa voz—Sal de aquí —aparece justo frente a la puerta. Mis ojos recorren su semibarba descuidada y su cabello alborotado—Tu igual, Omar —sus ojos azules por primera vez conectan con los míos, agacha su cabeza y evita mi mirada.

¿Por qué estoy tan confundida con su actitud?

¿Qué le pasa?

Omar y el doctor le dan paso y cierran la puerta tras de ellos, su semblante serio y arrogante se hace presente y camina como un león acechando a su presa. Toma una silla y la acerca a mí lo más que puede antes de asentarse.

Trago grueso y quito mi vista de Amir—¿Qué quieres, Amir Dhall?

—Solo vine a ver cómo estabas y a darte la noticia, tal vez para ti no sea grata en estos momentos, pero vas a ser la madre y debes saberlo —¿Madre?

Espera, no me digas que...

—Estás embarazada —volteo a ver su rostro sin expresión y toco mi vientre—Mira, lo tendrás porque es mi hijo y es sangre de Alpha, pero si no quieres tendré que tenerte a la fuerza conmigo, aunque me odies.

Un hijo.

Un niño o una niña.

Una gran responsabilidad.

Observo mi vientre tapado por la bata de hospital.

Yo me veo normal.

No quiere decir que porque te veas normal no este creciendo una criatura dentro de ti.*

Alzo la mirada—Me tengo que ir, Alonso y Brianna te recogerán y todas tus antiguas cosas serán remplazadas por nuevas, adiós —se levanta, abre la puerta bruscamente y la cierra igual.

¿Cómo se supone que estoy embarazada?

¿Ya no te acuerdas? Debo recordarte que tu lo provocaste alzando tu falda.*

Ya, Orain.

Brianna entra y cierra la puerta de golpe. Vaya, al parecer hoy todo el mundo está enojado—Tonta pelirroja esa —junto mis cejas.

¿Pelirroja?

—¿Qué tienes? —pregunto sin vacilar y ella abre y cierra la boca.

—No es nada, vengo por ti —me tiende una bolsa de ropa—ponte eso, cuando estes lista me avisas y entro para llevarte directo a casa, mi madre está horneando panecillos para ti.

Hago una mueca de desagrado en solo pensar en el olor a vainilla.

Que asco.

La señora Sara me recuerda tanto a Amir que no sé si sería buena idea quedarme allí, además ella me mintió.

Y yo que la creía una buena persona.

A veces debes aprender que algunas cosas se deben esconder para no causar mal a otra persona, sobre todo si esta es importante.

Saco las cosas de la bolsa—Gracias.

Ella niega y sale del cuarto, quito la bata por encima de mis hombros y me coloco el vestido suelto de color blanco con estampado floral, del fondo de la bolsa saco unos zapatitos planos y los tiro al suelo para ponérmelos, salgo de la habitación y veo a Brianna discutir con Omar en el pasillo.

¿Qué se tienen estos dos?

Al percatarse de mi presencia recomponen sus posturas y sonríen en mi dirección, camino hasta ellos con cierta cautela—¿Lista? —asiento un poco confundida y volteo a ver a Omar.

Mi sola mirada lo hace percatarse de mis sospechas y quita su rostro avergonzado de mi intensa vista. Flexiona sus músculos y me envuelve en un cálido abrazo—Te espero fuera de la casa de Amir en la noche, tenemos que hablar —susurra apenas audible para los dos.

—Hey, ¿Qué tanto hablan ustedes dos?

—Nada, solo me despedía de ella.

—Es cierto.

¿No sabes lo mal que se te da mentir?

—Da igual —Brianna suspira—Irina, nos vamos —la sigo hasta la prado donde abordamos para ir a su mansión.

Las calles repletas de personas con diferentes adornos me hacen pensar que estamos en una época de festividad, nunca he sido de celebrar a lo grande pues solo éramos mis padres y yo.

Éramos.

Ahora solo soy yo contra el mundo.

El auto se estaciona y las puertas de la mansión están abiertas de par en par, desde afuera puedo ver como las empleadas llevan cosas de un lado a otro lo que me recuerda a mi madre cuando hacia jardín. Sonrío, a ella se le olvidaba llevar las cosas necesarias al patio.

Espero a que Brianna entre primero y la sigo hasta la cocina de los Dhall—Mamá, ya está aquí.

La señora Sara gira con su rostro completamente lleno de chocolate y sus manos totalmente embarradas de crema batida, su esposo empapado de chocolate se levanta del piso y pasa a mi lado haciendo una señal en saludo.

Esta familia es rara.

Pero no tanto como lo fue la nuestra.

Tranquilízate, Irina.

Mis ojos se tornan aguados y aplasto mi boca para aguantar las lágrimas que están a punto de caer por mis mejillas—Ven mi niña, sé por lo mucho que estás pasando —no aguanto y me desmorono en sus brazos cálidos.

No puedo con todo. No soy la mujer maravilla que tiene capacidades sobrehumanas, ni siquiera soy de esas personas que aguantan los golpes de la vida y lo afrontan con valentía, yo soy de carne y hueso, tengo sentimientos como todo ser humano sensible y la mínima cosa ya es motivo para la angustia en mi pecho y lágrimas rodando por mi mejilla.

Debo añadir que también soy dramática.

La señora Sara da palmaditas en mi espalda y soba mi cabeza meneándome por todo el lugar. Sorbo mi nariz y la suelto—Gracias, estoy mejor —sonrío y toma mi mano.

—Yo no soy la mejor madre del mundo, soy una mujer que aprende de sus errores y quería pedirte perdón por ocultarte algo tan delicado, de verdad, lo siento mucho.

Niego—Sé que lo hacia para protegerme, no soy una chica de rencores —sonríe y embarra mi nariz de crema.

—Gracias. Nuestra familia hará lo que este a nuestro alcance para darte una vida y una familia igual a la que tenías —toma mi brazo y me jala hacia los taburetes de la isla—ya me contaron que estás... —gira su rostro hacia mí y asiento.

—La noticia fue algo abrumadora.

—No te preocupes, aquí se te ayudará con todo, mira, hasta hice panecillos haber cuales toleras y cuales no —saca del horno un montón de bolitas quemadas y las coloca frente a mí—bueno, un intento de panecillos.

Sonreímos y la puerta es abierta, el olor a manzanilla inunda mi nariz y aspiro bajito, pero cautivando ese olor en mis fosas nasales, pasa por un lado de nosotras y muero en vida cuando veo que esta en shorts y sin camiseta, abre la nevera y toma una botella de agua.

¿Qué estaría haciendo?

Sus ojos se topan con los míos, abre la botella y toma sin despegar su vista de mi obeso cuerpo, mi mirada recorre desde sus labios presionados por la botella hasta su cuello donde se desliza una gota de sudor.

Escucho que alguien carraspea y agacho la mirada —Mejor cómanse —Brianna sonríe de par en par y tiro de mi cabello hacia delante para que nadie vea lo roja que esta mi cara.

Irina, no debes estar roja, él te demostró en el aeropuerto que no le importas en lo más mínimo y en el hospital te lo dejó claro con sus fríos actos.

No pienses cosas que no son.

—Atenea, ¿Por qué no vas a llevar a Irina a su cuarto? ella debe estar cansada y desearía quitarse todo ese peso de encima con una ducha de agua caliente —junto mis cejas.

¿Cómo?

Idiota.

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