El Hijo Del Millonario © romance Capítulo 3

Capítulo dos

Toda mi vida me ha gustado la filosofía.

Hasta ahora.

La profesora no lleva ni quince minutos en haber entrado al salón y ya la estoy odiando con todo mi ser.

Me ha criticado de pies a cabeza desde que surgió por la puerta hasta ahora que me tiene a su lado enseñando como mis piernas grandes y gruesas no van con la falda y mi camisa es muy escotada porque se ven un poco mi busto que de por si es algo voluminoso y como los zapatos no combinan con mi atuendo porque son crema.

¿Quién dijo que el color crema no le va a todo?

Dejo salir un gran suspiro y me jorobo —Ven lo mal que está vestida y fuera de eso no tiene una posición recta—me enderezó y ruedo mis ojos. Mi mirada va al chico sentado en frente mío y alzo una ceja curiosa.

Ojos azules me observa divertido, sus ojos se encuentran con los míos y esa expresión de diversión es reemplazada por una de odio y repulsión.

¿Por qué los cambios de animo tan repentinamente?

—Y para acabar esta sorda—todos sonríen —Ve a sentarte gorda, ya estás lo suficiente humillada como para tener que lidiar más conmigo—¿qué? ¿Cómo me acabo de llamar?

¿No se supone que un profesor debe dar el ejemplo?

El profesor de química Aldo Cogley lo dio, ¿Por qué ella no?

Trago grueso y bajo mi cabeza. No llores, no llores y como si mi mente mandara ordenes distinta a mis ojos dejo caer una lágrima.

Paso al último puesto y coloco mi trasero en la silla finalmente. Limpio mis ojos con las muñecas para quitar algún indicio de haber derramado una lágrima y saco mis cosas.

Profesora Delfina González, soy su Alpha y la próxima vez que insulte a mi mate usted será expulsada de la manada.

Pero que mierda.

Ya he escuchando esa voz antes y fue con Omar, ¿también está aquí?

Me estoy volviendo loca definitivamente.

Miro a la profesora quien traga grueso y asiente para proseguir a copiar en el tablero.

Junto mis cejas, ¿acaso tengo amigos imaginarios?

¿Tengo esquizofrenia?

Tendré una charla muy a mena con mis padres ahora que llegue a casa.

—Bien chicos, su primer trabajo será conocerse entre ustedes y que mejor manera que hacer una dinámica de presentación — inmediatamente todo el mundo protesta—si no quieren eso haremos la dinámica de decir algo con la letra final de la palabra que diga su compañero, levántense—hago caso a las palabras de la maestra —empezaremos por la fila a mi mano izquierda y terminaremos con la derecha, el juego comienza ya—y el niño de al frente dice una palabra y luego el otro y la otra hasta la niña al frente mío.

—Manada—ahora los ojos están puestos en mí.

—Alpha—voltean a verme y reconozco cada par sobre mí cuerpo.

Esto es incómodo.

Hago un gesto para que continúen y las cosas siguen hasta la fila del chico odioso—Lamborghini —una chica al frente de él lo mira picara y este voltea a mi dirección.

—Irina—¿Qué? ¿Cómo ojos azules sabe mi nombre?

Sabes, no solo tú te llamas Irina.

Eso debe ser.

Es alguien que él conoce, pero no soy yo.

La dinámica termina entre risas y la profesora se retira, los demás salen del aula a pasos veloz para buscar su siguiente clase y yo saco la hoja donde están las clases que debo dar.

Historia.

Alzo mi mirada para encontrarme esos ojos nuevamente, bajo la mirada y los ojos de su novia también se posan en mí.

Oh no, estoy molestando con mi presencia.

Tiro mis cosas como sea a la mochila y salgo de ahí con la cabeza baja, pero no sin antes sentir ese rico aroma lilas y manzanilla.

Cruzo la puerta y me estrello con un pecho tonificado —Auch, lo siento—sin mirar a la persona me hago a un lado para caminar, pero me veo afectada gracias a una mano sujetando fuertemente mi antebrazo.

Volteo a ver quien es semejante bruto y me encuentro con el niño que me dejó a mitad de himno sola. Alzo una ceja—¿Acaso no quieres que seamos amigos? —sonríe.

Tiro de mi brazo—¿Lo dice la persona que primero me habla y luego se va?

—Eso fue... Eso fue... —muerde su labio —fue porque necesitaba ir al baño, si eso —desvía su mirada.

Achico mis ojos—esa no es la verdad, pero te creeré porque me tengo que ir al aula de historia —giro e inmediatamente observo como todas las personas caminan de un lado a otro super rápido.

Esto es un campo minado para alguien como yo.

—¿No quieres que te ayude? —suspiro y volteo hacia él.

Juro que si mi cara fuera emoji en estos momentos fuera el sonriente con la gotita en la cabeza.

Omar toma mi brazo y me guía con toda naturalidad, las personas en mi campo de visión nos miran como unos bichos raros y así paso el día.

Yo entraba a clases y cuando salía Omar estaba en la puerta esperándome, también choque dos veces con ojos azules, la primera fue en la cafetería, misteriosamente yo voltee y él estaba detrás mío y choque derramando mi jugo en su camisa blanca y la segunda fue en los pasillos cuando Omar me llevaba a mi tercera clase, solo me tire a un lado me estrelle con él.

En ninguna de las dos fue mi intensión,

pero es que lo veo en todos lados mirándome como si fuese un enorme moco y con desagrado total.

Sé que no soy del agrado a muchas personas por mi sobrepeso, pero él, él me mira como si fuera una basura y no sé porque duele.

Salgo de mi penúltima clase con sueño, el profesor de física, Luis Peñaloza, habla tan calmado y bajo que su clase parece una narración para dormir.

—¿Y qué tienes ahora? —tiro de mi mochila hacia adelante y saco el folder con el horario.

EDC. Física.

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