El Hijo Del Millonario © romance Capítulo 31

¡Advertencia!

Capítulo 21. Este capítulo puede tener material explícito y delicado para algunas personas. Si no te gustan este tipo de cosas te recomiendo que pases al siguiente. ...

Capítulo treinta

Pov Amir

Su mano deja de apretar la mía y cae tendida sobre nuestra cama.

¿Cómo pasó todo esto?

Observo a cada maldito y absurdo doctor que mande a llamar corriendo de un lado para otro sin hacer nada con ella todavía en la cama. Me levanto y camino hasta la puerta —Escuchen bien, donde ella se muera o uno de nuestros hijos tenga algún daño, todos me las van a pagar —cierro las puertas de golpe.

Esto me está afectando mucho, necesito desahogarme con alguien y ya sé con quién. Sonrío sin gracia y corro hasta las mazmorras de la manada, este no es mi lugar favorito en el mundo, pero me hará bien lo que haré, voy hasta la bodega de armas y tomo un látigo de clavos y hojas de plata, las pinzas y la última cosa, pero no menos importante y es el hacha.

Salgo de ahí y cierro la puerta con llave, camino por todo el lugar arrastrando las cosas que llevo hasta llegar a su celda, el verlos colgados y todo golpeados me llena de satisfacción.

Ellos se lo merecen y más ella por traición.

El guardia abre la puerta y sus ojos me ven horrorizados, sonrío de lado y dejo todas las cosas a un lado.

—Pero mira que tenemos aquí, el par de traicioneros ya está listo —voy hasta ellos y les arranco la cinta adhesiva de su boca, tan pronto hago esto ellos están gritando y suplicando por sus vidas.

Si tan solo no estuviera Irina en una cama.

—Por favor, Amir. No nos hagas nada —junto mis cejas y tomo las pinzas del suelo.

—¿Qué no les haga nada, dices? Luego de que casi matarás a mi luna y me dejaras sin descendencia —la miro con asco—¿Qué no te haga nada dices?

—Te dije que esto era una mala idea, ahora nos matará a los dos.

—¿Y qué es lo que pensaba ella? ¿que les perdonaría la vida solo así por así? Creo que son las personas más estúpidas que he visto en mi vida —le hago señas al guardia y este entra.

—Dígame, Alpha.

—Bájalos un poco —corre hasta las sogas a una esquina de la pared y deja caer sus cuerpos al tirón sin dejar que estos toquen el piso —gracias, ya puedes salir—asiente —Y bien, ¿Qué prefieren? —tomo el látigo entre mis manos—¿Les saco los ojos con las pinzas o con prefieren sus rostros descuartizados?—sus miradas me observan con terror y junto mis cejas —Yo pregunté… Algo—doy el primer latigazo en el estómago de Rene llevándome conmigo varios pedazos de piel.

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