El Hijo Del Millonario © romance Capítulo 46

Capítulo cuarenta y cinco

Soy su secretaria personal.

No oficialmentente, pero lo soy.

O eso me dijo Amir.

Leo con cuidado los papeles que tengo en la mano mientras siento como todas las miradas están posadas en mí y no en él que explica cuidadosamente su plan elaborado para aumentar las ganancias de la empresa.

Y pensar que mi padre trabajaba aquí.

Giro mi silla en la punta de la mesa y observo con detalle su mapa plasmado en la pizarra, mis ojos viajan a cada línea y mi cabeza automáticamente las conecta formando un delicioso emparedado. Muerdo mis labios, tengo hambre.

¿Cuándo saldremos a comer?

—Espero que les haya quedado claro lo que planeo hacer, ¿alguien tiene alguna pregunta? —levanto mi mano y sonríe —¿Irina? —abro y cierro mi boca, pero de esta no sale ni una sola palabra, niego y dejo caer mi cabeza a la mesa —Bien, se pueden retirar —todos recogen sus cosas e imito su acción —Irina, tú te quedas—asiento y cierro la puerta cuando el último sale.

Volteo hacia él—¿Qué más tengo que hacer?

Guarda su móvil dentro de su saco azul y alza su mirada —nada —se posiciona a mi lado y toma mi mano —sé que tienes hambre, ya mandé a alguien a comprar comida para ti —toca los botones del elevador y este abre sus puertas.

—¿Para mí solamente? ¿Y tú no comerás?

—¿Te estás preocupando por mí? —me jala de la cintura.

—No, claro que no —siento el típico hormigueo al subir y las puertas son abiertas en el típico piso solamente del jefe.

—Eso dices tú —susurra y alzo una de mis cejas—en fin, justo ahora tengo una entrevista con una revista de un instituto, fue sin cita previa, pero tampoco quiero decepcionar.

—Entonces, ¿Dónde comeré yo?

—Justo ahora debe estar por llegar Sofía con tus cosas, ella te dirá —las puertas de elevador se abren y de el sale Sofía con su típica vestimenta de secretaria profesional y detrás de ella una chica delgada, más o menos de mi altura con una mini falda roja ceñida a sus piernas y una camisa blanca holgada, trae en sus manos un pequeño bolso y camina sonando sus tacones hacia nosotros.

—Buenas tardes, usted debe ser Amir Dhall —coloca sus manos en su saco y se impulsa para dejar un beso en su mejilla.

Mis ojos se abren como platos, lo veo directamente y él reprime su sonrisa hacia mi dirección.

Esto ya no es jugar, es pasarse.

Achico mis ojos y carraspeo —Yo soy, Irina...

La chica me voltea a ver desinteresada —Sí, debes ser su secretaria —vuelve la vista a él —¿hacemos la entrevista aquí o en tu oficina?

Pero que descarada.

—Vamos a la oficina.

—Entonces, ¿qué esperamos?

—¿Irina, iras a comer? —cuestiona y niego con la sonrisa más falsa que he hecho en toda mi vida.

—No, jefe. La verdad es que se me ha quitado el apetito, prefiero trabajar en mi despacho —asiente y me da una última mirada de reojo antes de empezar a caminar hacia su gran oficina.

Entra dejando las puertas abiertas y la chica se detiene en el marco —Cuando te diga que vayas a buscar un café te vas y no regresas, vale —vuelve a mover sus piernas y toma asiento en las sillas en frente de su escritorio.

Trago grueso y doy una larga respiración.

Tranquila Irina, tranquila.

Cierro la puerta detrás de mí y camino a mi escritorio temporal, me cruzo de brazos y fijo mi objetivo a matar.

No la puedes matar, es una humana.

Orain, tú no me dices que hacer.

—Señorita Valencia, puede comenzar.

¿Señorita? Ella debe estar abiertísima.

—¿a dónde vamos?

Entra al carro y marca un numero en su móvil —Sofía, ve a seguridad y borra las cintas de hoy en las escaleras de emergencia y cancela la próxima reunión, no voy a asistir —cuelga y me da el teléfono, maneja sin decir una sola palabra y calmo mi agitado corazón, desvío mi mirada por las ventanas y rápidamente reconozco el lugar, apaga el motor del auto y me mira fijamente —a comer —dice de la nada y desabrocha su cinturón, salgo del carro y llego a su lado.

—Espero que sepas que trayéndome a comer no me vas a calmar, ¿estás seguro que quieres comer de aquí?

Toma mi mano —Preferiría comerte a ti, pero tú no quieres, ¿el motivo? No tengo ni idea —baja su mirada —pero esa cabecilla tuya ha estado muy inquieta estos días —jala la puerta del restaurante y absolutamente todas las personas que hay dentro nos ven de arriba a abajo.

Esto es sumamente incómodo.

—Parece que llamamos mucho la atención — bajo la mirada al piso.

—Lo que pasa es que nos vemos muy bien juntos —susurra.

—¿usted es Amir Dhall? —una niña camina hacia nosotros con un enorme barquillo.

—Sí, ¿por qué? —ojos azules se agacha a su altura y limpia la comisura de sus labios.

—Porque mi mamá se la pasa hablando de usted cuando lo ve en la televisión —voltea —¡Mami! —corre hacia una chica sentada al fondo—ese es el señor que está en tu fondo de pantalla sin camisa — la niña señala a ojos azules y observo como el rostro de la chica toma un color sumamente rojo, hace una seña en nuestra dirección y voltea su cara.

Amir agarra mi mano y sonrío —Eso fue bastante penoso para ella —forma la fila conmigo —e incómodo para mí —respiro profundo y dejo que mi risa salga —¿qué es tan gracioso?

—El hecho de que la niña la haya delatado —muerdo mis labios.

—Buenas tardes, somos Mac Donald, ¿qué desea de nuestro menú? —el chico atendiéndonos mira directamente a ojos azules quien tiene la vista fija en el tablero.

—Buenas, quiero un... —sonidos de llantas rechinando llaman nuestra atención y mis ojos ven como de las tantas camionetas bajan más de cuatro personas con una cámara profesional en sus manos, Amir aprieta mi mano y pasa la otra por su cabello —Maldición, ¿cómo mierda me encontraron?

—¿Quiénes son?

Sus ojos enfocan los míos —Hormigas, carroñeros, paparazis.

Madre mía, cuando no es uno es otro.

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