El Hijo Del Millonario © romance Capítulo 45

Capítulo cuarenta y cuatro

Hoy me voy a quedar todo el día en la casa con mis hijos.

Ya lo decidí y lo cumpliré.

Me he dado cuenta de que soy una madre muy irresponsable y quiero cambiar eso. Claro, si es que puedo.

Llevo las cosas necesarias hacia el cuarto a parte que contiene el cine en casa, acomodo todo en el piso y subo completamente las luces para que el lugar quede totalmente iluminado. Tina entra con dos bandejas llenas de comida y las deja en la mesa en una esquina.

—No sé qué más puede faltar —miro con detalle las cosas de los niños, la puerta se abre y deja ver a Lean, Cristin, Jeila y Frith con ellos en brazos.

Al fin me aprendí el nombre de ellas.

En fin...

Nunca creí que al llegar aquí mi vida cambiaría, pensaba que sería una de esas abuelas regordetas con más de dos gatos, un perro y un canario de mascota hasta el día de mi muerte, pero desde que lo conocí cosas buenas y malas han pasado y todas mis teorías y formas de ver la vida se vieron afectadas por un solo ser arrogante, controlador, posesivo y de ojos azules.

Amir Dhall.

Y vaya que me vi afectada, de lo contrario no tendría a mis bolitas, ni hubiese conocido a sus padres, Tin, las chicas, Kurt, Brianna y todas las demás personas que me rodean.

Sacudo mi cabeza y veo con detenimiento a mis hijos —¿Qué más necesitas, Irina? —Tina sacude su mano en frente de mí y giro para verla.

—Digo yo que nada —observo que todas carguen pijamas ya que es el único requisito para entrar —todo está como debe estar.

—Pondré una película —señala la pantalla y me encojo de hombros, el timbre de la casa suena y llama nuestra atención.

Debe ser Kurt y Leonard, también los invite.

Levanto mis manos—Yo voy —corro y abro la puerta encontrándome a Amir con una mujer más alta que yo por sus tacones de aguja, meto mis manos en la sudadera que cargo y observo con detalle su vestimenta profesional.

—Sofía, ella es la señora de la casa, mi mate —me presenta —Irina, ella es Sofía, la secretaria de mi padre desde que empezó el negocio.

Ella tiende su mano y la tomo —Un gusto, señora Irina de Dhall.

Un momento, ¿cómo acaba de decir?

¿Dijo Irina de Dhall?

Siento mis mejillas explotar de rojez y suelto su mano —Igualmente, Sofía.

Me hago a un lado y los dejo pasar, Amir me mira expectante a la situación y toma mi mano, cierra la puerta y se dirige a la sala de estar, junta sus cejas al ver las luces del corredor encendidas y me cuestiona con la mirada

Yo no tengo la culpa de que vengas a trabajar en la casa y no notifiques.

Suelto mi mano de su agarre, el timbre nuevamente es tocado y abro la puerta esta vez encontrándome a un Kurt y Leonard vestidos de jirafa y stitch.

Que combinación más extraña, los dejo pasar y cierro la puerta —Me alegra que hayan podido venir juntos y estén juntos.

—Bueno, al final lo hemos conseguido gracias a tu mejor amigo —Leonard hace comillas al hablar y junto mis cejas.

Giro con una mirada amenazante a ojos azules y este rueda sus ojos con ironía.

Sigue revisando papeles con su secretaria y hablan de algo que no tengo idea, supongo que será de la empresa. Muerdo mis labios sin saber que hacer o decir, mis manos empiezan a sudar y quito la vista de ellos, empujo a Kurt con el pelirrojo por la sala hasta el cuarto y estrello la puerta al entrar.

¿Qué fue eso?

Doy una gran bocanada de aire y mis ojos viajan a las personas presentes en el cuarto, sonrío apenada y rasco mi cabeza —Bien, pongamos una película y hablemos de algo en concreto mientras jugamos con los niños —levanto las bandejas con palomitas y arrastro a Tina hacia el centro, Kurt y Leonard se nos unen y todos quedamos en un círculo, la película de Charlie y la fábrica de chocolate suena por todo el lugar —¿y los pequeños? —cuestiono y me señalan el sofá cama detrás de mí, cada uno duerme plácidamente en sitios distintos y de diferentes posiciones.

Son bebes, es normal que duerman tanto.

—Es por eso que puse la película, a esta hora más o menos ellos se duermen y no hay nada más que hacer —Tin trae vasos y una enorme botella de soda —entonces, estábamos en ti Lean, nos estabas contando lo emocionante que quieres que tenga tu mate.

—No, creo que por hoy hemos terminado. He revisado todo lo que tenía que revisar y reorganicé agenda —escucho el clásico sonido de papeles siendo recogidos y me levanto de golpe, mis pies toman un terrible momento para fallar y caigo de lleno al piso.

Que no me estén mirando, que no me estén mirando...

Levanto la vista y encuentro la mano de Sofía tendida hacia mí —¿está bien, señora Irina? —fijo mis ojos detrás suyo y encuentro una sonrisa de burla en su rostro.

Maldita sea, me descubrió.

Agarro la mano de ella y llevo mi dedo índice a mis labios —¡shhh! Los niños están dormidos, apagué la luz y me dieron unas terribles ganas de venir al baño, pero como no veía nada me di de boca contra el suelo —la jalo más a la puerta principal —bueno me voy que me estoy orinando, adiós —la despido con mi mano y corro con mis cachetes a explotar hasta el baño.

Me miro en el espejo y tiro agua en mi cara. Irina, esto solo te pasa a ti. Escucho el sonido de la puerta principal cerrarse y todo queda en completo silencio.

¿Qué estará haciendo?

Atrapándote.

La puerta se abre y cierra rápidamente, ¿cómo no lo escuche? Miro sus pies descalzos y ruedo mis ojos, le coloca seguro a la puerta y camina hasta quedar detrás de mí, observo a través del espejo como pone mi cabello hacia un lado y da un beso en mi mandíbula —¿celosa? —sus dedos apenas tocan mi cuerpo y una ráfaga de calor viaja a mi intimidad.

Jadeo—No.

Sus ojos azules brillan con intensidad y su mano baja lentamente por mi estómago volviéndose una tortura, clava su erección en mi espalda baja y tiro mi cabeza su pecho —¿entonces por qué nos espiabas desde el pasillo, uh? —susurra y desliza sus dedos ágiles por mí intimidad —pero mira que tenemos aquí, ni siquiera te he besado y ya tienes un charco en tus pantis —su dedo de en medio da círculos lentamente y contraigo mi abdomen ante su efecto en mí —¿Quieres más? —habla contra mi cuello y mis pies se ponen de puntitas buscando sentirlo más.

—Sí —lamo mis labios y el levanta la mirada hacia mí.

—Entonces admite que estabas celosa y haré lo que tu quieras —aumenta el ritmo con sus dedos y cierro los ojos.

—Sí, lo estaba, estaba celosa —su respiración se mantiene en mi cuello y el orgasmo se acumula en mi interior, gimo desesperada con ganas de más y saca su mano de mí, sus labios dejan un beso en mi mejilla y abro los ojos de golpe.

—Yo también se jugar, Irina. Y a mí se me da mejor que a ti —se separa y niega con su típica sonrisa de arrogante, cierra la puerta al salir y doy un pisotón al suelo.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Hijo Del Millonario ©