El padre de mi amiga romance Capítulo 13

Narra Luciana.

Llegamos a unos de los restaurante-bar del campus. Ordenamos pizza y algunas cervezas, había mucha gente pero cada uno estaba en su mundo. Nuestra conversación era casual, Ericka se disculpó para ir al baño, yo estaba sentada al lado de Abel, su cercanía me tenía excitada.

—¿Qué hay en esa pequeña y bonita mente tuya, niña?— preguntó tomando un sorbo de cerveza.

Quería sacar a la luz nuestra situación. Sabía que no era normal, pero  mierda, nuestra diferencia de edad estaba mal de muchas maneras, pero la forma en que él me hacía sentir, la soledad que me consumía cuando no podía verlo… no importaba cuán malo fuera esto, me parecía bien. Pero este no era el lugar para mencionarlo.

—Oh, nada. Solo pensaba la primera vez que comimos juntos los tres, esa noche en tu oficina fue el comienzo de todo—mencione.

Abel giró su cabeza para hablarme.

— Te habría reclamado incluso si no te hubieras ofrecido a mí esa noche. Parece que era solo cuestión de tiempo antes de que ambos obtuviéramos lo que queríamos—respondió. Mi corazón palpitaba demasiado rápido,  una sonrisa cruzó mi rostro—. Esa sonrisa me está poniendo duro nena—agregó y me deseo aumento. Cerca  de nosotros había un grupo de chicos que tomaban fotografías. Junto a ellos, otro grupo estaba bebiendo cervezas. A la derecha, había una pareja dándose un beso acalorado, él chico con su mano acarició el  trasero de la chica —.¿En qué estás pensando?— dijo, su pregunta estaba destinada a provocarme y cumplió con su propósito. Una ola de calor se esparció  en mí coño. Mi piel se estremeció y pequeñas chispas de excitación se encendieron a través de mi piel.

—Ojalá pudieras besarme de esa manera ahora mismo—me atreví a decir.

Abel puso su mano en mi muslo externo, esa era  una señal de necesidad. Miré a mí alrededor, pero la gente estaba en sus propios asuntos. El último lugar en el que quería estar era en este restaurante.

—Esto te excita nena ¿Deseas que mis dedos estén profundamente dentro de ti? — su aliento calentó mi mejilla ya sonrojada.  Nada me encantaría más que sentir sus dedos dentro de mí, pero no sería suficiente. Necesitaría su polla para estirarme ampliamente.

—Hola Luciana—nos interrumpió una voz. Volteé y se trataba de Edwin.

Me puse rígida. Abel quitó su mano.

—Hola Edwin ¿Cómo estás? Pregunte, mi voz fue demasiado aguda. Él me  miró para luego ver  fijamente a Abel, luego me  volvió a mirar.

—Genial, he estado intentando llamarte. Hoy faltaste a clase ¿Todo bien?—interrogó.

—Simplemente no me sentía bien—respondí, esto era incómodo.

—Entonces, quién es él?— preguntó refiriéndose a Abel, quería meterme en un agujero y esconderme.

—Oh,  es el papá de Ericka—respondí, Edwin se relajó y esbozo una sonrisa de tranquilidad.

—Ya veo. Iba a decirte que era un poco mayor para ti —mencionó, luego extendió su mano—. Oye, hombre, encantado de conocerte. Soy amigo y compañero de Luciana y y de tu hija —le dijo a Abel, pero él no aceptó su mano.

Comencé a sentir  pánico por el desdén.

—Y bien, ¿Qué estás haciendo aquí?— pregunte, tratando de romper la tensión.

Edwin bajó la mano y me prestó toda su atención.

— Igual que tú, disfrutando de  la noche. Oye, ¿quieres ir a tomar algo? Veo que no tienes más cerveza y quizás más tarde podamos dar un paseo—agregó.

—No, así está bien no te preocupes—le dije, solo esperaba que se fuera.

—Oh, vamos, será divertido. Además el señor Brown no es tu padre y comprenderá que debes aceptar mí invitación sin esperar permisos—dijo de una manera muy incómoda,  claramente con una doble intensión.

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