El padre de mi amiga romance Capítulo 14

Narra Luciana.

Días después recibí un regalo de Abel, por suerte Ericka no estaba. Abrí la caja y vi que se trataba de un vestido, mis dedos rozaron el material sedoso. El  día martes llegó, tomé el vestido y lo froté entre las yemas de mis dedos, luego me lo puse, me vi frente al espejo de cuerpo entero que teníamos. El vestido era absolutamente impresionante y completamente abierto en la parte trasera. Lo hice girar unas cuantas veces, me hizo sentir muy hermosa, Abel tenía sin duda un buen gusto, me fui antes que Ericka llegará de sus clases, le dejé una nota diciéndole que llegaría tarde. Luego salí y tomé un taxi, la brisa de la noche golpeó mis piernas desnudas. Una vez que llegué di mí sobrenombre como la primera vez, cuando ingresé Abel ya estaba caminando hacia mí. Él lucia dominante en su traje a la medida.

—Bienvenida —me dijo tomando mí mano para guiarme, su tacto hizo que sintiera mariposas en mí estómago. Miré a mi alrededor, me asombré de lo lleno de gente que estaba el lugar. Aparentemente, el martes no solo era popular por el baile, sino también por los atragantamientos y las nalgadas.

Llegamos hasta el bar de una especie de sala. Nos acercamos a la barra para llamar la atención del bartender, pedimos un par de bebidas, luego él regresó y colocó las dos bebidas en la barra. La música se escuchaba en todo la sala, había mucha gente—.Quiero que veas algo— me dijo, ayudándome a levantarme, luego me llevó a un rincón apartado de la pista de baile.

—¿Qué estamos haciendo? No pareces del tipo de hombre que baila —le dije pensando en ese tipo de invitación.

—¿Quién dice que estamos bailando?—preguntó.

—Bueno ... ¿por qué estamos aquí?—pregunte sin comprender el motivo del porque estábamos en la pista.

—Te traje aquí para observar—contestó viendo hacía en frente, donde todos estaban bailando bajo las luces oscuras.

Mis ojos se abrieron para observar lo que él tanto miraba.

— ¿Qué estamos viendo exactamente? —interrogue, pero en ese momento mi atención se centró en una pareja que bailaba a unos metros de nosotros. Estaban bailando, pero no era un baile típico, definitivamente lo estaban haciendo, pero en cámara lenta. Sus cuerpos no estaban en sintonía con la música, era como si estuvieran creando sus propios movimientos a un ritmo que solo ellos podían escuchar. El hombre le dio la espalda a la mujer. Sus cuerpos se alinearon perfectamente, parecían estar en su propio mundo, sin preocuparse por quién los estuvieran observando.

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