El padre de mi amiga romance Capítulo 16

Narra Luciana.

Una vez que ingresé al baño miré a Abel, tenía ese fuego habitual en sus ojos. Me acerque hasta quedar a pocos centímetros de distancia, pero él levantó su mano para luego pasar su pulgar por mis labios. La forma en que me acariciaba creaba una calidez en mi vientre.

—Me sacaste de la clase, solo para tocar mis labios—le dije en voz baja—. Probablemente ya este en problemas con la maestra por dejar la clase y sobre el asunto de la caja—le dije.

—Veronica no te causará problemas, no te preocupes—respondió diciendo el nombre de pila de mí maestra. Luego me arrinconó contra la pared, donde mí espalda descansó.

—Espera, ¿conoces a mi maestra?—pregunte sorprendida por la familiaridad con la que dijo su nombre.

Pero no me respondió. Quitó su mano de mi boca para arrastrar un dedo por la mitad de mi pecho. Presionó mi cuerpo con más fuerza contra la pared. No sabía que planeaba hacer conmigo, pero mi estómago se arremolinó con anticipación ante mis pensamientos. Luego sus dedos se enredaron alrededor de mí blusa y lentamente la levantó hasta mí pecho para ver lo que esperaba encontrar.

—Buena niña—dijo—. Ahora quítate la ropa—me ordenó, cuando lo hice me quedé solo con la diminuta ropa interior rojo erótica que él me había regalado, era de una sola pieza, el estilo del cuello era Halter. Por lo tanto solo cubría mis pezones, en la parte de abajo era un hilo que poco cubría mí coño, pero daba una vista perfecta de mis glúteos. Me sentía muy sexy, era la primera vez que usaba lencería erótica, ¿por qué se sentía tan bien complacerlo? Quería hacerlo una y otra vez hasta que me recompensará con algo, quizás ¿Placer? ¿Un orgasmo? ¿Él mismo? Me hice esas preguntas, era una sobrecarga de sensaciones que explotaba a través de mí, pero yo quería más. Cuando estaba bajo su hechizo me convertía en otra persona. Además de eso, no he dormido bien en días por asistir a su club de noche, pero el sueño se me iba cuando estaba con él—.¿Cómo te sientes ahora usando esto?—preguntó arrastrando sus nudillos contra mí piel, centímetro a centímetro. Mi respiración se aceleró y mis pezones se pusieron duros. Su ojos se oscurecieron hasta un punto en que me asustó. Si fuera inteligente, saldría corriendo de aquí y no volvería jamás. Pero no lo hice.

—Me siento sexy con esto puesto—respondí con sinceridad.

 Sus ojos se oscurecieron aún más. Su sonrisa fue casi depredadora.

—Te ves perfecta en el—mencionó. Estaba nerviosa y emocionada, no pude evitar preguntarme lo siguiente: ¿Qué pensaba hacerme esta vez? ¿Usaría uno de sus juguetes o simplemente me iba a follar? El pensamiento envió una ola de placer a mí coño. De repente, me dio vuelta, mi frente presionó la pared. Sus manos trazaron un camino a lo largo de mis brazos, dejando mí piel de gallina. Sus pulgares rozaron peligrosamente cerca de mis pechos, ciertamente iba a arder si no me daba el contacto que deseaba—.Dime lo que sientes ahora—mencionó apretando mis pezones a través de la tela con sus manos. Mis manos estaban apoyadas en la pared para tratar de sostenerme. Gemí levemente, luego sus manos se deslizaron hacía mis nalgas dónde me azotó un par de veces, no puede evitar jadear de placer—.No eres inocente. Anhelas el desafío. Quieres que te folle contra esta pared, deseas perderte con mí toque, con mis dedos, que te folle mientras gritas mí nombre—murmuró, luego ingresó un dedo en mí coño, bombeando lentamente—. Dime ahora ¿Cómo te sientes?—volvió a preguntar.

—Viva— me queje.

Sacó el dedo y luego volvió a meter dos con brusquedad. Después reemplazó dos  dedos por  tres. Su movimiento se aceleró. Estaba perdiendo la concentración en cualquier cosa menos en cómo se sentía sus dedos tan profundamente en mí. La plenitud de estos rozando mis paredes internas era exquisito.

—Necesito follarte— gruñó saliendo de mí. Podía sentir que estaba loco de necesidad, hizo a un lado el hilo rojo, luego sacó su polla de su pantalón y se sumergió dentro de mí. Penetrándome de golpe. No fue gentil, ni tampoco mantuvo un ritmo constante. Experimenté un lado de él que era nuevo, salvaje y descontrolado. Tomó mí Cabello en una coleta, jalándolo, me domaba como un animal a un punto de dolor, esto solo hizo que perdiera más control.

—Abel—gemí su nombre, sintiéndome llena y al borde de mí orgasmo—. ¡Oh Dios, no puedo aguantar mucho más. Voy a… Oh Dios, estoy!— no pude decir más, me desvanecí cuando mis paredes se contrajeron alrededor de su polla, cerré mis ojos cuando la explosión  nerviosa explotó por todo mí cuerpo.

—¡Joder!—pronunció Abel excitado, me follo tres veces más, luego se liberó dentro de mí.

Él cada vez me demostraba que cada experiencia a su lado era increíblemente orgásmico. Solo deseaba y  anhelaba saber que haríamos en nuestro próximo encuentro.

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