El padre de mi amiga romance Capítulo 28

Narra Abel.

Sentía como mí sangre  hervía de la rabia. No podía creer que esto estuviera pasando. Regresé al interior de la casa a buscar de nuevo a Alexis.

—¿Aún no has terminado?—me preguntó, mientras estaba sentado en una de las sillas del desayunador con un trapo en la naríz para contener la sangre.

—¡No terminaré contigo hasta que estés jodidamente enterrado seis pies bajo tierra!—le respondí dando pasos amenazante hacia él. Alexis se puso de pie, preparándose para otro round—.¡Sabes, siempre supe que eras despiadado y que no te importaba una mierda nadie más que tú, pero pensé que yo era la única excepción a esa regla.  Pensé que era tu amigo. Tu único amigo. Ella es mi hija, Alexis!—agregue con dolor, mis palabras parecieron afectarle— .¿Cuánto tiempo llevas atrayendo a mí hija, hijo de puta?—interrogue.

—No es así—respondió.

—¿Estás bromeando?—dije entre risas—. He sido  tu mejor amigo desde que éramos prácticamente niños. Te conozco mejor que nadie. ¿Esperas que te crea? ¿Cuándo empezo? ¿Cuándo empezaste a aprovecharte de su confianza? Su inocencia. Confié en ti, has ido a mi casa, hasta te la  he confiado —agregue— ¿Cuánto tiempo lleven juntos?—quise saber.

Finalmente él me vio y me respondió.

—Justo antes de que se fuera a la universidad— respondió.

—¡Eres un pedazo de mierda enfermo. Mantente alejado de ella!—le recalque.

—¡No tenías que volver aquí para recordármelo. Vete a la mierda tú también!—contestó.

En ese momento le di un golpe, pero él me respondió con otro. Me limpié de nuevo la sangre y lo vi fijamente.

—¿Por qué ella? Puedes tener a cualquier mujer ¿Por qué ella?—quise saber.

—¿Crees que planeé esto? ¿Crees que elegí arriesgar mí única amistad?—me preguntó.

—Solo dime  ¿Por qué ella? —le volví a preguntar.

—Por la  misma razón que tuviste tú—contestó.

—¿Qué diablos significa eso?—pregunte.

—¿Por qué Luciana?—contraatacó.

—Esto no tiene nada que ver conmigo—conteste con la rabia apoderándose de mí.

—Pero tiene que ver con desear tanto algo, saber que no puedes tenerlo, luchar contra los demonios internos que se burlan de ti con el bien y el mal—respondió evitando mí principal pregunta.

—Amanda quiere verlo—me dijo.

Pensé que no regresaría después de cómo le había hablado. No quería atenderla, pero decidí  cortar todo tipo de relación con ella de una vez por todas, lo que tuve con ella fue algo pasajero y debía entender que no me interesaba. Ya había pasado cinco años y no entendía la clase de obsesión que tenía ella por mí.

—¿Por qué regresaste? Esta es la última vez que te dejo entrar a mí club —le advertí.

Ella se acercó a mí provocativamente.

—Solo quería saber si cambiaste de opinión en cuanto a esa chica. Quizás ahora quieras estar con una verdadera mujer—me dijo desaprochando los botones de su blusa pasa provocarme.

En ese instante me enfureci. La tomé del brazo y la arrastré por todo el pasillo con fuerza. Ella me siguió quejandose, no tomé el ascensor, sino que bajé por las escaleras, jalando de ella, a pesar de sus quejas y acciones de huida no la solté, una vez que llegamos a la entrada principal, la solté dejándola afuera del local.

—¡No te atrevas a regresar!—le dije con contundencia.

—¡Eres un imbécil, pero esto no se quedará asi!—gritó con rabia.

Solo me reí, luego ingresé de nuevo, le ordené a todos los empleados que no la volvieran dejar entrar, ella estaba vetada del club. Después de esto necesite un maldito trago, no solo para calma el mal sabor de boca de la escena, sino también para aliviar la soledad que estaba sintiendo en ese instante. Me sentía solo sin mí hija a mí lado, sin la presencia de mí mejor amigo y el amor y placer que Luciana me daba, mí dulce niña traviesa. La extrañaba tanto, estaba contando los días para volverla a ver.

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