Poco después apareció una nueva pareja. que resultaron ser Malanki Ivanova, la hermana mejor de Vladimir y Nikolai, esposa de Zinov.
La chica les recordó mucho a Varenka, sonreía mucho y parecía disfrutar plenamente del momento que estaba viviendo en aquella fiesta.
Sergei Petrov, era un hombre delgado de mediana estatura, profundos ojos azules y mirada divertida, se veía que era un jóven alegre al cual le gustaba disfrutar mucho del momento. Las presentaciones fueron seguidas por las invitaciones de Melanki.
—Deberiamos salir muy pronto— Olivia y Violeta sonrieron— a pasar un día de chicas, comer, ir de compras, seguramente Varenka querrá ir con nosotras, podríamos llevarnos a Anouska con un poco de suerte— todos rieron— y si tenemos un poco más de suerte, alguna de las Petrova se nos unirá.
—Es una gran idea— dijo Rashel— sería algo así como un día de chicas familiar.
—¡Exactamente!— dijo Melanki feliz.
—Por supuesto que sí, deberíamos hacerlo. — dijo Violeta.
—Seguramente nos la pasaríamos increíble — aseguró Olivia con una sonrisa.
—¿Ya conocieron a los Petrov?— preguntó Sergei.
—No, aún no— dijo Jarvis— hemos estado compartiendo un poco aquí.
—No, Valdimir Ivanov, no acapararás a los invitados. Vamos— los animó — mi madre estará feliz de conocerlos— Deniska Petrova, no ha parado de hablar de ustedes— aseguró.
Deniska resultó ser una mujer muy hermosa, lindos ojos grises, hermoso cabello dorado que ya se mezclaba con las canas, tenía una mirada fuerte, perspicaz, como si analizara todo. Los recibió educadamente, pero era obvio por su mirada que estaba evaluando con recelo a los nuevos integrantes de la familia, luego sonrió sinceramente para ofrecer una calurosa bienvenida. Tal y como habían imaginado, eran demasiado nombres para poder asimilarlos todos.
Conocieron a Grigori, el mayor de los Petrov, primogénito y representante de los Petrov en la organización, era un hombre serio, alto de complexión fuerte. Su esposa Kira, era una mujer delgada, muy bonita y elegante.
Luego estaban Irina Petrova, que era igual de hermosa que su madre, con la misma mirada analítica, estaba acompañada de su esposo Edmon, un hombre parco, que respondía con palabras cortas y en ocasiones monosílabos.
Luego Inessa Petrova, Una chica muy alegre, tenía una chispa vivaz, era muy conversadora y se preocupaba por hacerlos sentir en casa, su esposo Viktor, era un hombre alegre, de cabello castaño oscuro, alto y fornido que disfrutaba de hacer chistes para que la familia disfrutara de un ambiente relajado.
A Sergei Petrov, ya le habían conocido, era un soltero empedernido, que huía constantemente de los posibles compromisos.
El último de los Petrov; Dmitry, tenía la apariencia de un chico malo, el típico badboy, aura oscura, un par de tatuajes sobresalían del cuello de su camisa y su traje de etiqueta, así como unas letras en los nudillos de sus puños.
Violeta, pensó que tenía una apariencia un poco aterradora.
Olivia, pensó que las iniciales quizás se debían a su nombre, ya que la primera era una "D" y la tercera una "P".
Jarvis, pensó que efectivamente tenía apariencia de pertenecer a la mafia. No era quien la dirigía, ya que esa responsabilidad estaba en manos de Grigori, sin embargo, aquel hombre reflejaba un aura de peligro.
Dimitry Petrov, era conocido en Rusia por ser; mujeriego, libertino, audaz en el juego y las mujeres, seductor como pocos, inteligente para los negocios, un ávido amante. . . y un hombre despiadado. El halcón ruso. Sus ojos evaluaron primero a Jarvis, intentando identificar qué clase de persona era, sus ojos viajaron a Violeta, la observaron detenidamente y le regaló un par de halagos, luego se fijó en Olivia, sus miradas se encontraron unos segundos y al igual que a Jarvis y a Violeta, le dió la bienvenida a la familia halagando su belleza y el bonito color de sus ojos. Pronto Varenka se unió a ellos, invitando a Sergei a bailar, y animando al resto.
—No soy un maestro en la pista de baile— dijo Mikhail— pero no puedo perder la oportunidad— se levantó tendiendo su mano hacia Violeta quién sonrió feliz, poniéndose en pie.
—Hasta que al fin te vemos el rostro— dijo Mikhail de manera cortante— al parecer la mansión es muy enorme, tanto como para perderte entre la multitud de invitados— dijo con ironía, a lo que Anouska frunció el ceño.
—Si, bueno, estaba por allí, divirtiéndome. Para eso son las fiestas, ¿No?— Mikhail entrecerró los ojos, obviamente era muy sobreprotector con sus pequeñas hermanas— quiero presentarles a Kesar Sokolov, estamos saliendo hace un par de meses.
—¿O sea que es tu amigo. . . especial?— preguntó Mikhail burlonamente.
—Es mi novio— dijo firme.
—Mucho gusto, señor Volkov— dijo el jóven — es un placer conocerlo— extendió su mano hacia él. Mikhail pensaba dejarlo allí, con la mano extendida, pero la mirada fija de Anouska, y la dura mirada de su madre llena de reproche, lo llevó a tomarla, estrechándola con más fuerza de la necesaria.
—¿Así que el novio de mi hermana?— lo miró fijamente.
—Mikhail. . . — la voz de Anouska estaba llena de tensión.
—Así es— Kesar asintió— espero eso no represente algún tipo de problema— sonrió — soy un buen jóven.
—Ya lo veremos, Kesar Sokolov. Ya lo veremos.
La fiesta se dió por terminada a altas horas de la madrugada, aunque Annika insistió para que ellos se quedarán a dormir en la mansión de las Volkova, Mikhail aseguró que deseaban volver a casa, se despidieron de toda la familia, agradeciéndoles su trato amigable y prometiendo verse muy pronto, antes de marcharse.
Y así, mientras ellos se marchaban a lo lejos, la ávida mirada del halcón ruso estaba sobre la hermosa figura de Olivia Martín.
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