Los siguientes tres días, los hombres estuvieron ocupados en algunos asuntos de negocios, habían salido muy temprano de la mansión y volvían ya caída la tarde, lo cual dejaba mucho tiempo solas a las chicas, tiempo que fue bien invertido.
Violeta y Olivia, habían aprovechado el tiempo para salir de compras, salir al cine, a comer, a divertirse con las integrantes de la familia, resultó que todas juntas eran una bomba de diversión, y se ajustaron perfectamente entre las rusas.
Malanki, era divertidísima, junto a Varenka, siempre le ponían la chispa de diversión a las salidas, eran tan vivaces y llenas de energía que resultaba imposible no contagiarse de aquella emoción que irradiaban. Inessa también colaboraba con la diversión y hasta Irina, terminó relajándose y disfrutando de las salidas juntas.
Mikhail, tenía cinco días sin visitar el club Volkov, por lo cual le dijo a Violeta que al día siguiente iría, y le preguntó si quería asistir con él.
—Sé que también disfrutar ir, en ocasiones— le dijo besando su mejilla.
—Deberiamos invitar a Jarvis y Olivia — sugirió sonriente.
—¿Crees que quieran ir?, reformulo, ¿Crees que sea una buena idea?.
—Olivia trabajó en el Venus, ya conoce los club nocturnos como El Volkov. Aunque debo asumir que nunca se involucró en nada, ya que desde la primera noche, Esteban fijo sus ojos en ella. Aunque es una mujer adulta, no creo que se escandalice— rió — Jarvis, conoce del negocio más que nosotras, así que creo que sería una oportunidad para compartir en un ambiente diferente. Sabes que me gusta ir al club, disfruto del ambiente.
—¿Intentas decirme que quieres ir a interactuar?— la miró fijamente, sin ninguna expresión evidente en su rostro.
—No exactamente. Disfruté mucho cuando lo hicimos, pero no quiere decir que esté loca por repetirlo, bien sabes que no necesitamos a nadie más — lo besó con ternura— me refiero a que me gusta el ambiente cargado de deseo, la bebida, las personas desinhibidas, sintiéndose felices por poder expresar su deseo sin reprimir nada, sin miedo a decir qué les gusta, ver cómo las personas disfrutan a su antojo. Además, así tendré compañía mientras tu atiendes los negocios con Yuri— le sonrió ampliamente, a la vez que acariciaba sus espesas cejas.
—Conseguir compañía nunca ha sido problema para tí — dijo burlón— Vladimir, está loco por poner sus manos nuevamente sobre ti.
—No me interesa en lo más mínimo Vladímir, aunque debo admitir que disfruto mucho de esa sensación de poder que me da saber que está tan ansioso. Me divierte ver cómo hace intentos desesperados porque los aceptemos nuevamente. . . dime la verdad, mi amor, ¿No te parece buena idea invitar a Olivia y a Jarvis?, ¿Crees que sea una mala idea?, ¿No quieres que vayan con nosotros?
—Si, yo también creo que deberíamos ir los cuatro y divertirnos un poco, así que invitalos y veremos qué sucede.
— Gracias, cariño— le dijo besándolo con ternura— ahora. . . a la cama— tiró suave pero firmemente de su mano— quiero ser tuya, ahora.
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Olivia se mostró muy emocionada por la idea de ir al club, asegurando que sería interesante ver si el Volkov, funcionaba cómo funcionaba el Venus, y hacer comparaciones de los lugares.
Jarvis, por el contrario se mostró más reservado, indeciso, y poco convencido de querer asistir al lugar. Olivia, lo convenció y él por darle gusto terminó aceptando.
El día había llegado, o mejor dicho, la noche. Las damas estaban hermosas en sus vestidos elegantes, los caballeros en sus trajes de etiqueta, se mostraban imponentes y gallardos. Los cuatro se marcharon directamente al Volkov.
El lugar tenía buena afluencia, muchas personas se divertían y disfrutaban del ambiente, algunos bebían, otros solo se besaban, mientras que otros subían en busca de las habitaciones.
La impresión de Jarvis fue que era exactamente como esperaba que fuese; un lugar bonito, elegante, lujoso, y lleno de personas con un desenfrenado apetito sexual.
Esteban sonrió al entrar en su mansión de Estados Unidos.
—Salir de casa, para llegar a casa—dijo alegremente.—¿Qué tal estuvo todo por aquí, Alonso?
—Todo en orden, señor. Ninguna novedad, todo lo que encargó se efectuó de la manera correcta, tal como usted indicó, los negocios en orden, la casa tranquila, el club viento en popa.
—¿Qué me dices tú, Mateo?—preguntó con una enorme sonrisa.
—Confirmo lo dicho por Alonso, señor. Sin ninguna novedad importante. Todo en órden.
—Así me gusta, muchachos. — sonrió — estaré en un rato a solas— todos asintieron con un gesto, mientras lo vieron marcharse en dirección a aquella habitación que tanto visitaba, pero que nadie sabía qué se escondía tras aquella puerta con tal seguridad que solo podía ser abierta por el escáner del ojo de Esteban Bellancinni.
Esteban caminó el silencio por los pasillos de su mansión, dirigiéndose a aquel lugar en donde encontraba paz y tormento mezclados al mismo tiempo.
Despues de quitar la seguridad y obtener acceso, entró al lugar, cerrando la puerta tras de él. Caminó con pasos pausados y tranquilos, se ubicó frente a la urna de cristal, observando en silencio el reflejo de lo que en su momento fue su rostro juvenil. Sonrió al ver a su hermano, siempre era bueno verlo después de un largo viaje.
—Ya estoy de regreso Estefan, vine corriendo a verte, ya que estoy muy ansioso por contarte lo bien que se mantiene el negocio familiar— sonrió malicioso. Ni siquiera después de muerto le permitía a Estefan estar lejos de los negocios, descansar en paz, lejos de aquel mundo de caos, terror, y miedo, el mundo favorito de Esteban Bellancinni.
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