—¡AUXILIO, AYUDA, UN DOCTOR QUE NOS AYUDE, SE MUEREN!— gritaba una mujer entrando al área de emergencia, sus vestiduras llenas de sangre—¡ POR PIEDAD, SE MUEREN!— seguidos dos hombres cargaban el inerte cuerpo del hombre y un tercer cargaba el cuerpo de Olivia, parecía estar sin vida.
Los camilleros corrieron, era el único centro médico de toda la isla, no era nada sofisticado, no novedoso, los isleños veían bastante mal a los heridos y solo rogaban porque sus esfuerzos no fuesen en vano, aunque pareciese que ambos ya habían dejado de respirar.
—¡Mujer jóven, entre veinte y veinticinco años, con dos impactos de bala en el abdomen!— dijo un enfermero, al recibir el cuerpo de Olivia sobre la camilla.
—¡Hombre jóven, entre veinticinco y treinta años con dos impactos de bala. . . también en el abdomen!— respondió la enfermera empujando la camilla.— ¡Hay que ingresarlos a quirófano de emergencia!, ¡Están muriendo!
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Esteban cerró los ojos, recordó el sonido de las detonaciones, recordó entrar a aquella miserable casa, recordó ver el cuerpo de Olivia, su Olivia. . . allí junto al cuerpo del que había creído, era su hombre más fiel.
Abrió los ojos de golpe, pero la imagen de Olivia en el suelo, ensangrentada, inconsciente, no se iba, aún con los ojos abiertos parecía tener el cuerpo frente a sus ojos, aquello lo estaba atormentando.
Se puso en pie y caminó hasta llegar a la urna de cristal, con mirada perdida colocó las manos sobre el ataúd.
—¿Por qué me duele tanto, Estefan?— le preguntó a su hermano— ¿Por qué?, era solo una mujer— sus ojos que hasta ese momento habían estado llenos de turbación, se llenaron de lágrimas que no pudo reprimir, cayó de rodillas al suelo, abrazó el ataúd de su hermano mientras lloraba desconsoladamente, como nunca lo había hecho en la vida, como nunca había llorado por nadie, jamás. Su cuerpo se convulsionaba de dolor mientras sollozaba, sentía asfixiarse por el llanto amargo que borraba de él, nunca había llorado y menos de esa manera tan desgarradora. . . Se supone que solo era una mujer más, pero. . . la amaba, la amaba demasiado, y él la mató, le arrancó la vida sin piedad alguna. . . ella ya no estaba, se había marchado, no volvía a ver sus hermosos ojos jamás. . . jamás.
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—La pasaremos increíble— dijo Varenka, bajando de la camioneta y prendiendose del brazo de Violeta— hoy te noto algo distraída.
—No ocurre nada, he estado angustiada por Olivia, pero sé que está bien, al menos eso quiero creer, e imaginarme que solo son preocupaciones innecesarias.
—Lo son— le dijo animadamente— pronto se comunicará y estarás más tranquila, así que por ahora, me encargaré de que te distraigas un poco. — Caminaron lentamente por las tiendas, seguidas de los hombres de seguridad, quienes en ocasiones, esperaban fuera de la tienda, y en otras cuando era un lugar concurrido, entonces entraban con ellas para ofrecerle mayor seguridad y protección, de a poco Violeta se fue relajando y disfrutando de aquel interesante día junto a Varenka, era muy agradable compartir con ella, ya que parecía siempre estar llena de una energía inagotable.
—Quiero entrar allí— señaló Violeta, parecía ser un lugar muy lujoso, las prendas que se exhibían eran exquisitas.
—Por supuesto, me encanta esa tienda, todos los diseños sin únicos y muy bonitos— su celular comenzó a timbrar y ella se dispuso a rebuscar en su bolsa— si quieres ve entrando Violeta, mientras yo atiendo está llamada.
—Claro— sonrió ella, los hombres observaron en solitario lugar— está solo, pueden esperar fuera, las compras femeninas no son tan divertidas— el hombre encargado asintió y ella entró en el lugar.
Varenka al fin encontró su celular, era su hermano quien llamaba.
—Hola, Mikhail.
—Varenka, pequeña, ¿ cómo estás?
—Muy bien, hermano, de compras con Violeta.
—Me alegra, ella me comentó que irías por ella.
—Así es, ¿Sucede algo?. . .
—No— negó él— nada de que preocuparse, todo está en órden, solo llamaba para pedirte un favor.
—Esa si es una completa novedad— dijo burlona.
—Sé que lo estás disfrutando, Varenka Volkova— rió— ahora volviendo a la seriedad, Violeta ha estado algo inquieta desde anoche, estoy intentando averiguar algo sobre su prima Olivia, o Jarvis, no me gusta verla turbada o llena de angustia, quiero que esté tranquila.
—¿La amas demasiado, verdad?— dijo feliz, por primera vez en su vida, veía a su hermano realmente enamorado.
—Es una prenda exquisita la que usted me solicita, no sé si lo sabe pero. . . nuestros diseños son únicos, y muy costosos— la miró con desdén de arriba a abajo, observando detalladamente su ropa cómoda y sencilla. De acuerdo, no era el mejor look, pero eran prendas decentes y de muy buena calidad, además las había comprado en una lujosa tienda en Estados Unidos. Se sintió muy incómoda con la mirada escudriñadora de la mujer.
—Disculpe señorita, pero estoy al tanto del prestigio de la tienda, de sus costos y de la exquisitez de sus prendas, es por eso mismo que he decidido comprar aquí.
—Lo lamento pero debe estar equivocada, seguramente iba a otra tienda, no a ésta. No creo que le alcance para pagar ese vestido, su costo seguramente está muy, muy lejos de sus posibilidades.— Violeta sintió como el calor cubrió su rostro, se sintió muy humillada— la pronunciación de su ruso es poco fluido — Violeta frunció el ceño, todos la alababan por lo bien y lo rápido que había aprendido el idioma, así mismo, por la fluidez con la que pronunciaba las difíciles palabras. ¿que le ocurría a aquella mujer con ella?— es obvio que es de otro país y desconoce la calidad frente a usted.
—Señorita. . . creo que usted. . . le he dicho que quiero probarme el vestido.
—Y yo le he dicho que si precio seguramente excede su presupuesto.
—Esta usted equivocada— le dijo indignada.
—Es evidente que la equivocada es usted— lo miró fríamente— le pido que se retire de la tienda.
— Pero yo. . .
—No me obligue a llamar a seguridad— sus ojos se mantuvieron fijos en ella. Violeta no lo podía creer, sencillamente no le daba crédito a sus ojos y oídos, esa mujer la estaba humillando, debió cambiarse de ropa antes de salir de casa. . . no, no debió, era injusto ser juzgada por lo que vestía, aquella mujer era una materialista irrespetuosa.
—Vas a arrepentirte toda la vida de esto que estás haciendo— le dijo Violeta con indignación— acabas de perder una cuantiosa venta y una excelente comisión.
—¡Ya lo creo!— dijo la mujer con sorna. Violeta, se giró sobre sus talones y se dirigió a la puerta para salir que aquel horrible lugar, se había enamorado del vestido azul, pero ya no lo quería. Las puertas de abrieron para darle paso, y luego se cerraron tras ella, caminó un par de pasos hasta llegar a Varenka, justo en el momento en el que ella cerraba su bolsa, seguramente guardando su celular.
—Vamonos— dijo, y se odió porque la voz le temblará de aquella manera. Varenka la miró con ojos enormes y la sorpresa reflejada en su rostro.
—¿Qué rayos ocurre?— le preguntó tocándole el hombro— ¿Por qué estás llorando?— Violeta se sorprendió, no se había dado cuenta de que lloraba. . . ¡Qué sensible había amanecido aquel día!
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