ENTRÉGATE romance Capítulo 3

Esteban Bellancinni, se mantuvo en un sepulcral silencio durante todo el trayecto de regreso a su hogar, no quiso parar, no quiso descansar, nada, así que cuando comenzaba a despuntar el alba, él cruzaba el umbral de su refugio, su hogar. Estaba siendo seguido por sus hombres, quienes evitaron dirigirle la palabra en todo el camino, por el contrario se dedicaron a acatar sus órdenes en silencio.

Parecía sereno e imperturbable, pero sus ojos mostraban una oscura turbulencia. . .

—Señor, ¿Quiere que. . . ?— la pregunta no pudo ser formulada completamente por Ricardo, cuando la fría voz de Bellancinni lo interrumpió.

—No quiero saber nada— dijo cortante.

—Pero Señor, necesitamos. . . — lo que ocurrió a continuación le arrancó el aliento a todos los presentes, quienes se mantuvieron sin moverse o parpadear, todo fue muy rápido; la mano de Esteban fue a su cintura, sacó su nueve milímetros, el cañón fue a estrellarse contra la frente de Ricardo quién no se atrevió a articular ni una palabra más, no habló, no se movió, no parpadeó, no respiró, desde que inició esa vida, supo que moriría muy rápido, pero había esperado que demorara un poco más.

—¿Estás jodidamente sordo o qué?, ¿No escuchaste lo que dije?, ¿Quieres que te ponga una bala en la cabeza?— preguntó violentamente, acercando su rostro al de Ricardo— ¿Qué parte de que no quiero saber nada, es la que no has entendido?, ¡RESPÓNDEME!

—Lo siento señor, yo. . . he entendido perfectamente— Esteban lo miró en silencio un par de minutos, luego bajó el arma, giró sobre sus talones y se marchó en silencio.

—¿Estás demente?— le preguntó Bernardo— ustedes— se dirigió al resto de hombres— vayan a descansar un poco, ha sido una noche larga— ellos asintieron y se marcharon en silencio.

—Pensé que iba a dispararme— dijo sin siquiera moverse.

—Yo también lo pensé— aseguró Bernardo— te has salvado por poco.

—Solo quería saber cuáles serían sus próximas órdenes o si podríamos irnos a descansar.

—Eres un idiota— le puso la mano en el hombro— esa estupidez pudo haberte costado la vida, ven, vamos por un trago para pasar el susto— ambos hombres caminaron, Ricardo temblaba internamente sin poder creer lo poco que había faltado para despedirse de éste mundo. Ambos tomaron un vaso con whiskey— te diré algo, Ricardo, el jefe está sufriendo.

—¿Sufriendo?— lo miró con ojos enormes y luego los empequeñeció como muestra de que no podía creer sus palabras— debes estar bromeando.

—De hecho, hablo muy en serio. Él sufre, aunque por fuera parece sereno, tranquilo, un poco shokeado, pero tranquilo, en realidad está sufriendo y mucho, basta ver sus ojos para darse cuenta.

—Pero. . . él decidió matarla, no puede estar sufriendo, vamos Bernardo, tu sabes que no en vano le llaman el diablo, el jefe no tiene corazón.

—Tienes mucha razón y a la vez, estás tan equivocado— bebió de su vaso, disfrutando del calor que le producía el líquido entrando en su cuerpo— yo llevo mucho, muchos años trabajando con Bellancinni, soy de sus hombres más antigüos y puedo decir que lo conozco un poco mejor que muchos, sufre porque le tenía real aprecio a Jarvis, lo consideraba su mejor hombre, mejor que yo, y eso ya es decir bastante— dijo con una sonrisa irónica — cumplir esa órden fue extremadamente difícil, Ricardo, le tome mucho cariño a la señora Olivia, y Jarvis. . . él era como un hermano, aunque él conversaba más con Alonso, yo lo sentía muy cercano, quizás por todos los años de trabajar juntos, saber que mi mano, mi arma, le ha quitado la vida a ambos, es. . . algo que me va a pesar toda la vida.

—Puedo imaginarlo, pero. . .sigo sin entender. . .

—La señora Olivia fue un rayo de luz en la vida del jefe— sonrió triste— por primera vez en toda su vida, él tuvo amor, amor real y desinteresado. . . no supo cómo manejarlo, porque él no sabe ser amado, y tampoco sabe amar realmente, y quizás no sea completamente su culpa, es la vida que le ha tocado vivir y punto, pero ella. . . ella era un rayo de luz, su única esperanza de ser diferente y por eso le atormenta saber que la perdió, él. . . se veía muy tranquilo cuando ella estaba cerca, ella lo hacía sentir querido y eso, le gustaba y le asustaba. ¿Recuerdas el incidente en la casa de la isla?

—Con Rosetta, pensé que ella la mataría— dijo con sinceridad.

—Yo también lo pensé por un momento, pero la señora Olivia era muy buena para eso, en el fondo ella misma no sabía cómo lidear con las emociones que sentía por él jefe, no entendía cómo podía aparentar adorarla, y al mismo tiempo serle infiel. Rosetta, solo era su manera de no ceder completamente a sus emociones, de rebelarse contra lo que la señora le hacía sentir, así es él, una personalidad difícil, solo sabe sentir sentimientos oscuros, nada más, todo lo que signifique luz, escapa de sus manos, no sabe controlarlo y por eso intenta eliminarlo. Ahora está turbado, sus ojos muestran ese maremoto de sensaciones dentro de él, sabe que la perdió definitivamente, ahora no está por allí en algún lugar del mundo, ahora él sabe que está muerta y que jamás, jamás la tendrá de nuevo, con ella mató su único rayo de luz, su única esperanza de ser mejor, la única mujer a la que realmente ha querido, con ella se ha ido la oportunidad de cambio, sabe que jamás dejará de ser el diablo, sabe que no hay salvación para él. Cuando la tuvo, no la valoró, la maltrato, la humilló, Jarvis se la llevó y su mundo se tambaleó porque jamás pensó que ella se iría, y menos con otro hombre, él estaba seguro de que ella lo adoraba, y así fué, por un tiempo no hubo más que adoración en esos bonitos ojos que tenía la señora, y ahora. . . ella ya no está, ya no la recuperará, la ha perdido para siempre, porque no se la arrebató Jarvis, sino que él mismo la puso en manos de la muerte y no sabe cómo lidear con eso.

—Nunca imaginé que lo conocieras tan bien, Bernardo— lo miró estupefacto.

—Solo conozco un poco, el diablo es un ser muy profundo y ambiguo, querido Ricardo, nadie en el mundo puede conocerle bien. Pero te daré un consejo y si quieres preservar tu vida, lo tomarás.

—Por supuesto— le dijo sin dudar.

—En los próximos días, evita hablarle si él no lo pide, no preguntes, no cuestiones, nada, evita en lo posible estar cerca de él, de ese modo, evitarás ser una víctima, alguien en quien descargue su frustración.

—Regresaron pronto— dijo Alonso, quién llegaba hasta donde ellos estaban, interrumpiendo la conversación— imaginé que demorarían un poco más.

—Tambien nos sorprendió regresar tan pronto— dijo Bernardo, terminando su bebida— ¿cómo estuvo todo aquí?

La traición había encendido la irá en su pecho, el abandono casi le había enloquecido, pensó que la muerte apaciguaria esas emociones pero. . .¿por qué no era así?, ¿Por qué le dolía tanto?

No podía permitirse aquello, no podía ser débil.

**************************

Varenka llegó con gran revuelo como siempre, llenando el lugar de alegría y una animada charla.

—Y así es como me convierto en la hermana divertida— se encogió de hombros— Anouska, decidió pasar el día estudiando— rodó los ojos— así que tú y yo, vamos a divertirnos, pasando un día increíble.

—Justo lo que necesito— dijo sonriendo— iré a cambiarme.

—Estas perfecta— le dijo sonriendo— mírame— señaló su conjunto deportivo.

—¿No es demasiado. . . sencillo?— preguntó mirando sus jeans y su sencilla blusa— lo siento hoy no amanecí del mejor ánimo, de hecho, pensé en llamar y cancelarte.

—Me alegra que no lo hayas hecho— le dijo sonriendo— si tienes poco ánimo, un día de compras es justamente lo que necesitas. Pasaremos al salón para hidratarnos el cabello, nos haremos las uñas, ya verás, será genial. Vamos.

—¿Segura que no es necesario que me cambie?— preguntó dudando.

—Te verías bien con cualquier cosa, no hace frío, así que estás bien, yo también lo estoy, vamos, estoy ansiosa por irnos.

—De acuerdo, de acuerdo. . . vamos.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ENTRÉGATE