Esposa Obligada Del CEO Paralítico romance Capítulo 19

— Quiero a mi papi. — Se quejó Luna haciendo un puchero y Aria apartó el termómetro para comprobar su temperatura y frunció el ceño al darse cuenta que esta aún no bajaba.

— Luna tu papi no debe tardar en llegar, pero mientras, vamos a darte un baño para bajar tu fiebre. — Dijo Aria y Luna de inmediato negó con la cabeza.

— Yo no me quiero bañar, tengo mucho frío. — Se negó casi llorando, haciendo que el corazón de Aria doliera.

— Te tienes que bañar, es por tu bien, ¿Acepta si? Te prometo hacer algo que tú quieras. — Prometió Aria buscando convencerla, no quería obligarla y hacerla llorar, prefería que ella aceptará de buena gana.

— Está bien y lo que quiero es que te quedes aquí con mi papi y conmigo, que no te vayas a ninguna parte. — Exigió Luna y Aria se quedó congelada por tan extraña petición, pensó que le pediría jugar más con ella o algo así cuando se recuperara no que le diría esto, pero de igual manera ella no iría a ninguna parte si no la echaban de aquí, disfrutaba estar con Luna demasiado y Lucien no era malo, la trataban mejor que su supuesta familia, así que ella tampoco deseaba irse, aunque si quisiera poder tener más libertad.

— Está bien, mientras ustedes me sigan queriendo aquí, me quedaré, ahora vamos a darte un baño. — Dijo Aria y Luna asintió aunque no estaba muy convencida.

Aria la bañó con agua tibia por un rato y aunque Luna no estaba nada contenta por el frio que sentía en su pequeño cuerpo no lloró y al terminar se vistió y Aria volvió a comprobar su temperatura para darse cuenta que por fin había bajado.

— Ya te bajó bastante la temperatura, quédate aquí acostadita, iré a preparar algo de sopa para ti y le diré a la señora Priscilla que vuelva a llamar a tu papá. — Suspiró Aria aliviada.

— Está bien. — Aceptó Luna y Aria salió de la habitación.

— Señora Priscilla, ¿Aún no a podido comunicarse con el señor Gray? — Preguntó Aria al llegar a la cocina.

— No, su teléfono y el de Max aún están apagados, por cierto no le digas así, refiérete a él por su nombre, si María te escucha va a sospechar, afortunadamente hoy se lo tomó libre. — Espetó Priscilla. — ¿Cómo está Luna?

— Lo siento, a veces lo olvido. Bueno su temperatura ya bajó bastante, venía a prepararle algo de sopa, aunque creo que deberíamos llevarla al doctor.

— Luna no puede salir de aquí sin la autorización de su papá y su doctor de confianza está fuera del país, así que cuídala bien y asegúrate que su fiebre no vuelva a subir, en cuanto a la sopa ya yo se la hice, estaba por subirla, solo estaba esperando que se enfriará un poco, pero ya que estás aquí llévasela de una vez. — Señaló la olla sobre la estufa.

— Si, gracias. — Murmuró Aria y se acercó a servir la sopa en un tazón para luego irse.

Aria al volver a la habitación tocó la frente de Luna y al ver que su temperatura estaba bien se dispuso a darle la sopa.

— Muy bien Luna, te la terminaste toda, eres una excelente niña. — Le dijo Aria con una sonrisa y Luna le sonrió de vuelta. — Ahora vamos a darte el medicamento para que descanses un poco.

— Ok. — Accedió Luna y Aria dejo el tazón a un lado y le dio el remedio. — ¿Me podrías contar un cuento? Me gustan mucho y mi papá no esta aquí para hacerlo.

— Oh, por supuesto que si pequeña, ¿Cuál quieres?

— En la estantería hay muchos, puedes elegir el que sea, mi papá los elige al azar. — Respondió Luna y Aria asintió levantándose para ir por el cuento.

Ella empezó a leerle con voz suave hasta que Luna se quedó dormida.

— Señor Gray que bueno que ya está aquí, estuve llamando tanto a su celular como el de el Señor Stone y no obtuve respuesta, quería decirle que Luna está enferma, ha tenido fiebre todo el día. — Dijo Priscilla apenas lo vio llegar junto a Max.

— ¿Sigue con fiebre? — Preguntó Lucien preocupado, había estado haciendo algunos negocios importantes los cuales era mejor mantener en secreto y por eso su celular como el de Max los habían dejado apagados y en casa para que nadie pudiera rastrear donde estaban.

— Aria estás delirando por la fiebre, hay que ir a darte un baño para que pueda bajarte. — Espetó él en voz baja y ella frunció el ceño.

— No estoy delirando, de verdad eres muy hermoso, me gusta mucho tu rostro, ¿Podrías quererme? Me gustaría tener a alguien que me quisiera, si estás disponible deberías darme una oportunidad. — Sugirió ella mirándolo con ojos aturdidos y una hermosa sonrisa.

— No sabes lo que estás diciendo, yo soy tu esposo, el hombre con quién te casaste. — Le recordó Lucien, esperando que ella entrara en razón y decidiera levantarse de sus piernas e ir hasta la ducha.

— ¿Mi esposo? Esto debe ser un sueño, así que no pasará nada si hago esto. — Dijo ella antes de estampar sus labios contra lo de Lucien, sorprendiéndolo.

Lucien nunca esperó que ella hiciera esto y estaba por separarse, pero su corazón descontrolado lo incitó a probar un poco más de esos labios que tanto lo habían estado tentando y que muchas veces imaginó con volver a probar.

Él devoró con avidez la boca de ella, mientras Aria por su parte intentaba seguirle el ritmo y solo la soltó cuando se dio cuenta de que ella no estaba respirando muy bien.

— Aria acuéstate por un momento al lado de Luna, llamaré a un doctor para que las revise a las dos. — Espetó Lucien con voz ronca después de separarse de sus labios, estaba loco por seguir besándola, pero sabía que no era correcto porque ella no estaba en sus cinco sentidos y aunque fue ella quien lo besó, él no quería aprovecharse.

— Quiero que me beses un poco más, me gustas. — Exigió Aria haciendo un puchero.

— Espero que sigas pensando lo mismo después de que tu fiebre baje, por ahora anda a acostarte por un momento y si lo haces volveré a besarte cuando vuelva. — Dijo Lucien acariciando la mejilla de ella, le parecía que era realmente adorable.

Aria asintió y terminó acostándose a los pies de Luna, pero Lucien no dijo nada porque al menos ella había hecho esto, así que salió por un momento a llamar al doctor y cuando volvió a la habitación Aria ya estaba dormida, por lo que simplemente se acercó a ella para volver a humedecer el pañito y ponerlo de nuevo sobre su frente y así esperar que el doctor llegara.

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