Esposa Obligada Del CEO Paralítico romance Capítulo 21

Aria se despertó sintiéndose incomoda porque la noche anterior no había conseguido dormir casi nada, ya que por su mente no dejaba de pasar la propuesta de Lucien y lo que había pasado entre ellos, de tanto pensar en todo esto a su mente había llegado cómo había ocurrido el beso, pero eso ahora la hacia sentir un poco más incómoda.

Lucien le parecía demasiado atractivo, era bueno y se preocupaba por ella, eso se lo había demostrado al quedarse cuidando de ella cuando estaba enferma y además también se sentía atraída por él, lo que la asustaba era volver a enamorarse y que la volvieran a lastimar.

Pensó que su corazón después de lo sucedido no podría volver a sentir pero ahora se aceleraba al pensar en Lucien y se había conmovido mucho por Luna y por la promesa que le había pedido hacerle, ella también deseaba quedarse al lado de ellos dos, los dos ya se habían estado apoderando poco a poco de una parte de su corazón. Con ellos había tenido una especie de familia, que en el pasado tanta falta le hizo, porque los Halls nunca la trataron como parte de la familia a excepción de Amelia.

Al abrir bien los ojos y observar a su alrededor se dio cuenta de que Lucien ya no estaba en la cama, pero en su lugar había un gran ramo de rosas con una especie de tarjetita, aunque no sabía si esto era para ella o no, creyó que sí, ya que sería raro que dejará esto en la cama si no fuera para ella, así que extendió su mano y tomó el ramo de flores y saco la nota.

“No sé si estamos destinados, si podríamos ser felices juntos o no, pero ya estamos casados, creo que podríamos intentarlo, porque al menos yo me siento muy atraído hacia ti y se me está haciendo realmente difícil sacarte de mi cabeza, espero que puedas darnos una oportunidad.”

Cuando terminó de leer la nota sintió como su corazón se aceleraba y sus mejillas comenzaban a ruborizar y sin poderlo evitar acercó las flores a su nariz para darle una respiración profunda. Se sentía emocionada y conmovida, porque aunque tuvo su relación con Noah, él nunca le regaló rosas ni ninguna flor, sus regalos se trataban de carteras o joyas a pesar de que para ella estás cosas no eran tan importantes y hubiese preferido un detalle más bonito.

Con sus nervios descontrolados al igual que su corazón, ella se fue al baño y se arregló para bajar a la sala.

— Buenos días, lamento despertarme tan tarde hoy de nuevo. — Se disculpó ella tratando de no mirar a Lucien cuando llegó a dónde estaba él, junto a Max.

— No te tienes porque disculpar, puedes dormir cuánto desees, dile a Priscilla que te sirva tu desayuno, nosotros no te podemos acompañar porque ya comimos. — Dijo Lucien sin poder quitarle los ojos de encima y notando su nerviosismo.

— Gracias, iré a la cocina. — Murmuró ella antes de retirarse, sabía que él claramente le había dicho que se tenía que despertar temprano para comer con ellos, de hecho, tenía que también participar en la limpieza de la casa, solo que con María aquí no lo podía hacer, pero cuando ella se fuera se suponía que tenía que retomar sus deberes sin importar lo que pasó entre los dos, ella no quería abusar y sentía que lo estaba haciendo al no cumplir las reglas que Lucien le impuso al llegar.

— Buenos días. — Saludó Aria al entrar a la cocina y encontrarse con Priscila.

— Buenos días señora, ya le sirvo el desayuno, puede ir a sentarse al comedor y yo se lo llevó.

— No hace falta, puedo comer aquí. — Espetó Aria y Priscila asintió antes de empezar a servirle.

— Buen día señora, ¿Cómo amanece? — Preguntó María al entrar a la cocina.

— Muy bien ¿Y usted?

— Bien, bueno señora quería decirle que le traje algunos suplementos que le mandó el señor Gerard y tiene que empezar a tomarlos, él me pidió que le recordara que quiere un nieto pronto. — Respondió María y Aria casi se atraganta con la comida. — ¿Está bien señora?

— Si, comenzaré a tomarlos más tarde, puedes dármelos o dejarlos aquí en la cocina. — Dijo Aria luego de terminar de toser, con su cuerpo tenso, deseaba que estas personas dejaran de presionarla tanto cuando eso no dependía enteramente de ella, además que Lucien no quería un hijo y eso ella lo tenía muy claro, él quería que su heredera fuera Luna.

— Si lo hace estará bien y si no también, la decisión está en manos de ella y yo aceptaré su amor o desamor. — Aseguró Lucien un poco pensativo, sabía que si ella no se quedaba a su lado podrían verse perjudicados por la ejecución de sus planes, pero esto ya no se podía detener ni cambiar.

No quería que ella saliera lastimada en este juego retorcido en el que al parecer no tenía nada que ver, pero si ella no se quedaba a su lado sería muy difícil protegerla de todo lo que venía.

Esto en un principio no le importaba y ahora le había comenzado a importar mucho, porque así ella no decidiera darle una oportunidad, él quería protegerla de cualquier daño, que no saliera lastimada.

— Esta bien, pero… — Dijo Max y antes de que pudiera decir algo más vio a Luna acercándose.

— Hola tío Max. — Saludó ella con una alegre sonrisa.

— Hola pequeña, ¿Qué estabas haciendo?

— Estaba en mi habitación dibujando y venía a decirle a mi papá para ver si podemos ir a comer helado con Aria más tarde. — Respondió Luna mirando está vez hacia su padre.

— Lo tengo que pensar princesita. — Espetó Lucien, con Maria en casa no quería salir porque tenía que seguir pareciendo que alguien que se avergonzaba de si mismo y que ni siquiera quería salir de casa.

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