Cuando la película terminó los niños se habían quedado dormidos en el mueble, Maya los miró con una pequeña sonrisa, sabía que tanto a ellos como a Víctor no les gustó para nada, pero no se quejaron, decidieron quedarse cerca de ella hasta que se terminará e incluso se quedaron dormidos a su lado. Se sentía muy conmovida y afortunada, porque a pesar de todo lo que estaba pasando tenía unos hijos tan maravillosos, a los que no le importaba hacer sacrificios para que ella estuviera feliz, al igual que a Víctor, él también se había quedado hasta el final cerca, solo que no se había quedado dormido, aún podía sentir su intensa mirada la cual siempre estuvo sobre ella durante la película, él no apartaba sus ojos.
— ¿Puedes dejar de mirarme así? — Preguntó Maya en voz baja, conectando su mirada con la de él.
— Lo siento no puedo, te extrañe mucho y estoy preocupado por ti, lo menos que quiero es dejar de mirarte, ¿Podemos hablar un momento? — Cuestionó Victor, él se daba cuenta que ella no estaba bien, pero no la había visto llorado durante el funeral y no sabía si eso era bueno o era malo, quería asegurarse que de verdad estuviera bien.
— Está bien. — Aceptó Maya levantándose con cuidado para no despertar a los niños, ella le debía al menos una conversación.
Victor al verla aceptar se sintió aliviado y después de que él llevo a los niños a la habitación y los acostó allí sin despertarlos, los dos se dirigieron hacía el balcón, dónde ya se podían ver las estrellas y la hermosa ciudad y Maya se estremeció con la brisa fresca golpeando su piel, por lo que Victor de inmediato se quitó su chaqueta para ponerla sobre sus hombros.
Maya sintió que el olor de él la envolvía completamente con esto y no pudo evitar suspirar, siempre había tenido una debilidad por su aroma, le encantaba poder estar con algo de él o con él abrazándola, esto era algo que pasará lo que pasará no lo podía cambiar.
— Maya, lo siento de verdad, se que estuve equivocado en la forma en que hice las cosas, pero como te dije antes, no podía permitirme perderte, moriría de dolor y nuestros hijos no podían quedarse sin sus padres, especialmente a ti te necesitan mucho. — Espetó Victor mirándola con un amor inquebrantable, que hacía que el corazón de Maya empezará a latir con fuerza.
— Tú viviste mucho tiempo sin mí, estuvimos separados por cinco años y estuviste bien, podías hacerte cargo de los niños si me pasaba algo.
— Era diferente, sabía que estabas viva y pensaba que estabas siendo feliz con alguien más y aunque eso igual me dolía, me aliviaba mucho que fueras feliz, que estuvieras teniendo una buena vida y eso me impulsaba a querer seguir, porque mientras tú estuvieras bien, sentía que todo lo estaría eventualmente, pero si algo te pasa, si tú no estás en este mundo, sería un mundo en el que yo tampoco quisiera estar. — Aclaró Victor con sinceridad, sabía que si a ella le pasaba algo él intentaría hacerse cargo de sus hijos y seguir adelante por el amor que les tiene a ellos y a ella, pero no sabía si podría hacerlo, no sabía si podría soportar tanto dolor, pensaba que moriría si la perdía.
Las palabras de él eran tan fuertes y conmovedoras, ella podía darse cuenta de que él estaba siendo totalmente sincero y la forma en que la veía la estremeció, en sus ojos era claro que haría cualquier cosa por ella, de que moriría o mataría por ella, un amor tan grande e inexplicable que al darse cuenta de que esto era tan grande, mucho más de lo que ella pensaba, sintió que su corazón explotaría.
Este hombre la amaba tanto, quizás más de lo que ella lo amaba, no podía seguir culpándolo.
— Entiendo porque lo hiciste, pero si me pasa algo, tienes que seguir adelante y cuidar de nuestros hijos, ellos te van a necesitar. — Susurró ella con su voz temblando ligeramente, sus emociones la agobiaban, aún tenía una gran tristeza en su pecho, pero al mismo tiempo también se sentía feliz por toda la calidez y el amor que le daba el hombre frente a ella, no podía evitar sentir como su amor por él llenaba su pecho.
— Nunca dejaré que nada te vuelva a suceder, no te perderé. — Aseguró Victor y la envolvió en sus brazos, se había dado cuenta de lo confusa que se sentía y del huracán de emociones que la estaba atacando y él quería ayudarla con esto. — Si necesitas llorar hazlo, si necesitas decirme cualquier cosa también puedes, seré un hombro en quien llorar o si quieres golpear a alguien puedo ser tu saco de boxeo personal, seré lo que necesites muñequita, desahógate, no sigas conteniéndote.
Maya simplemente no pudo decir nada, no tenía palabras, solo pudo volver a abrazarlo, dejando la cabeza sobre su pecho y escuchando los latidos del corazón de él, eran tan fuertes, rápidos y poderosos, que de alguna manera la calmaban, se sentía bien al escucharlos.
Los dos se quedaron abrazados por un rato más y luego él la cargo para llevarla a su habitación.
— Descansa, te amo mucho muñequita, si necesitas algo, puedes ir a la otra habitación, yo me quedaré con los niños para que no te molesten y puedas dormir hasta tarde. — Le susurró Victor antes de darle un beso en la frente y estaba por alejarse, cuando ella sostuvo su mano.
— Quédate está noche conmigo por favor. — Pidió Maya, no quería separarse de él en este momento, no quería perder la calma que había conseguido en sus brazos y que volvieran a atormentarla todas esas emociones.
— No digas por favor, no te estoy haciendo ningún favor, más bien soy jodidamente afortunado de poder quedarme está noche a tu lado. — Espetó Victor y la abrazó.
Cuando Maya escuchó esto una pequeña sonrisa se formó en sus labios y después de que Victor se quitó los zapatos sin soltarla y se acomodó mejor en la cama, ella dejó su cabeza en su pecho, para seguir escuchando los latidos de su corazón, estos que lograban alejar todas esas cosas que la atormentaban y le daban calma en medio de la tempestad.
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