Esposa Obligada Del CEO Paralítico romance Capítulo 7

Aria se quedó callada por un unos segundos intentando darse la fuerza que necesitaba para hacer esto, pensando en el bienestar de su abuela y no ser castigada por su familia, sabia que si decía que no Oliver incluso sería capaz de matarla a golpes.

— Si, acepto. — Respondió finalmente y Lucien frunció un poco el ceño al darse cuenta de todas las emociones que habían pasado por el rostro de ella en tan solo unos segundos y también noto sus ojos rojos.

— Señor Gray, ¿Acepta usted cómo esposa a la señorita Aria Halls, para amarla, respertarla y serle fiel hasta que la muerte los separe?

— Si, acepto. — Contestó Lucien sin dudar ni un poco.

— Los declaró marido y mujer, puede besar a la novia.

Estás palabras llenaron a Aria de frialdad al pensar que tenía que besar a Lucien, no quería besar a un hombre que acababa de conocer, a pesar de que era su esposo, pero esto no lo había decidido ella y cuando lo miro apretando los puños nerviosa sin saber que hacer, se dio cuenta que él tampoco tenía intenciones de besarla porque ya se estaba dando la vuelta para salir del lugar sin decir una palabra.

Ella vio a Lucien salir, confundida, no sabía que hacer, él la había dejado parada ahí sin ni siquiera decirle nada y no sabía si debía seguirlo o no.

— Señorita Halls venga conmigo por favor. — Pidió el asistente acercándose a ella.

— Espera Max, ¿Lucien no va asistir a la recepción? — Cuestionó un señor mayor levantándose de su asiento.

— No señor Gray, él no desea asistir, por eso ella tampoco lo hará. — Respondió Max un poco apenado.

— Tonterías, al menos ella tiene que estar ahí para recibir a los invitados, no lo puedo controlar a él ya, pero ella tendrá que ir a la recepción. — Masculló Gerard Gray, sabía que a Lucien era muy difícil de controlarlo y como estaba enfermo no lo obligaría, pero a pesar de que la boda era simple, Aria tenía que estar por un rato en la recepción.

— Se lo comunicaré al señor. — Dijo Max haciéndose a un lado para llamar a Lucien, mientras Aria se quedaba aturdida en el mismo lugar, sintiéndose muy fría por todas partes y al mismo tiempo como un títere porque todo el mundo a su alrededor tomaba decisiones con respecto a ella y no podía hacer nada para evitarlo, era muy triste.

— Ya se lo dije y aceptó, yo la llevaré a la recepción. — Anunció Max y luego la miro con un poco de pena. — Venga conmigo señorita.

— Perfecto, entonces nos vemos en la mansión. — Espetó él señor Gray y Max asintió, para luego salir junto Aria que miraba hacia el frente sintiéndose cada vez más vacía, mientras se dirigía a la salida podía escuchar las voces murmurando y estaba segura que era sobre ella y de lo patética que era al ser dejada sola en el altar y tener que asistir a la recepción sin su esposo.

Cuando llegaron al auto los dos se subieron y Max empezó a manejar para dirigirse la mansión de los Gray, dónde sería la recepción, Aria miraba como todo quedaba atrás con tristeza, su vida había cambiado tan rápido y estos últimos días habían sido realmente abrumadores.

— Ya llegamos señorita Halls, solo pasaremos una hora aproximadamente aquí y luego la llevaré a casa con el señor. — Anunció Max y Aria asintió abriendo la puerta para tener que enfrentarse de nuevo a todas estas personas.

En el lugar ya habían llegado algunos de los miembros de la familia y Gerard fue el primero en acercarse a ella para hacer que saludara a los invitados y presentarla. Cuando finalmente terminó con este protocolo ella fue por una bebida para poder seguir aguantando este día y Michelle se acercó a ella.

— ¿Qué tan feo debe ser tu esposo como para tener que usar una máscara? que vergüenza, siento mucha lastima por ti. — Se burló Michelle con una sonrisa llena de provocación y Aria solo pudo apretar sus manos en puños, no podía hacer un escándalo por el lugar donde estaba y que todos los ojos estaban sobre ella, solo esperando que cometiera un error. — Pobre de ti, tu vida será tan miserable y la mía tan dichosa porque me voy a casar con un hombre increíble y no con un horrible discapacitado.

— Quizás eres dichosa ahora, pero si Noah me traicionó a mí, ¿Quién dice que no lo hará contigo? — Cuestionó Aria con un poco de burla en su voz y Michelle se sorprendió por sus palabras y luego frunció el ceño.

— Suéltame. — Pidió Aria molesta y antes de que Benjamín pudiera decir algo unos pasos acercándose se escucharon.

— Señorita ya es hora de irnos. — Dijo Max frunciendo el ceño al notar la extraña interacción entre ellos y de inmediato Benjamín la soltó.

— Si vamos. — Aceptó Aria de inmediato, agradecida por su oportuna llegada para salvarla de ese momento, Benjamín no le daba buena espina.

Los dos se alejaron y Benjamín se quedó mirandolos con los ojos entrecerrados hasta que sus siluetas desaparecieron.

Después de despedirse del Señor Gray y los familiares de Lucien y su supuesta familia, quienes solo se burlaron y Melissa le pidió que hiciera todo lo que Lucien le pidiera para hacer que él estuviera contento con su absurdo matrimonio, finalmente pudo salir del lugar para dirigirse a su nueva cárcel, así era como lo sentía ella.

— Señorita, el señor Gray tiene algunas reglas que usted debe cumplir como su nueva esposa, en primer lugar evite ser ruidosa, no le gusta ser molestado, en segundo lugar debe ser muy amable con su hija y cuidar de ella, usted será una especie de niñera, Luna es lo más importante para el señor Gray y por último usted no puede decir absolutamente nada de lo que pasa en la casa, ni hablar con nadie del aspecto del señor ni nada, tiene que firmar un acuerdo de confidencialidad antes de entrar, las demás reglas o algún requerimiento especial se los dirá el señor Gray. — Explicó Max mientras iba conduciendo hacía la mansión.

— Está bien. — Aceptó ella, sintiendo que en realidad parecía que habían contratado una empleada en lugar de una esposa, pero al pensarlo bien se dio cuenta que después de todo esto no estaba tan alejado de la realidad y tampoco estaría tan mal, siempre y cuando él no le exigiera más que ser la niñera de su hija.

Estaba acostumbrada a trabajar y no le molestaba cuidar de una niña, lo que le incomodaba era estar casada con él por obligación y haber sido vendida por sus padres como un simple objeto, porque eso había sido lo que ocurrió, la familia de él le había pagado a la suya para que ella se casara con él y nadie preguntó su opinión.

Aunque ya nada de eso importaba, lo que no dejaba de pasar por su mente era si su esposo sería tan cruel como decían.

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