Esposa Obligada Del CEO Paralítico romance Capítulo 9

Maya lo miró sin saber que decir, con su cuerpo temblando y con su corazón demasiado agitado, él aroma del cuerpo de Victor la tenia completamente envuelta y al sentir su cuerpo contra el suyo, como tanto anhelo, la estaba volviendo loca, evocaba demasiadas sensaciones, haciéndola sentir muy tentada por él y se sentía incapaz de alejarse, por eso cuando Victor acercó sus labios a los suyos, ella no hizo nada por alejarse, así que él comenzó a besarla con ternura, quería hacerla entender que su amor por ella era verdadero.

Al sentir sus labios contra los suyos, Maya se dejó llevar por unos segundos, disfrutando la deliciosa sensación que él le provocaba, hasta que finalmente al recordar el dolor en su corazón, se separó de su beso empujándolo.

— ¿Qué es lo que estás buscando? ¿Volver a romperme el corazón? ¿No te pareció suficiente todo el dolor que me causaste? — Interrogó Maya mientras sus ojos se cristalizaban, se sentía furiosa con Víctor y sobre todo con ella misma, por aún amar al hombre que más la había lastimado, por quien incluso había terminado perdiendo su familia, no entendía porque este amor no desaparecía después de haber sufrido tanto y porque Victor se empeñaba en lastimarla de nuevo.

— Lo menos que quiero es volver a hacerte daño, tú significas demasiado para mí, lo que en realidad quiero es que me dejes explicarte lo que sucedió ese día, por favor escúchame. — Pidió Victor con su corazón arrugado al verla de nuevo casi llorando por su culpa, pero está vez incluso si ella lloraba quería insistirle, quería que ella se enterara de la verdad y que no siguiera creyendo que no la amaba, cuando estaba loco por ella.

— No quiero escuchar tus mentiras, te pedí una explicación y me dijiste que no tenías nada que decirme, que tú y yo no podíamos estar juntos, así que dime, ¿Qué pudo cambiar? ¿Tus sentimientos? No lo creo, llevábamos muchos años sin vernos, ni siquiera nos comunicamos, así que si no me amabas antes como dijiste, no me amas ahora, es simple, así que ya puedes irte. — Murmuro Maya mientras secaba las lágrimas que comenzaban a caer por su rostro con rabia, no quería seguirle demostrando cuánto le afectaba, cuánto dolor le había causado y le seguía causando, porque pensaba que él con esto solo se burlaría.

— El detalle es que ese día te mentí, joder Maya, tú robaste mi corazón desde el día en que apareciste en mi casa. — Aseguró Victor, recordando ese día, en el que esa hermosa chica se adueñó por completo de su corazón, a pesar de que él se negaba a esto, porque solo la veía como una niña, pero no fue capaz de dominar sus sentimientos y terminó cayendo completamente enamorado de ella.

Ese día no salía de su memoria, recordaba cada detalle, lo sorprendido que estaba al llegar a su casa y verla cenando con sus padres, lo hermosa que le había parecido, la primera palabra que pasó por su mente al verla, “Muñequita” pensaba que esto la describía a la perfección, por su perfecto cabello rubio, sus hermosos ojos verdes, sus delicadas facciones, su piel de porcelana, sus mejillas ruborizadas y sobre todo esa sonrisa, la cual haría a cualquier hombre caer a sus pies.

No olvidaba que cuando su padre le preguntó si la recordaba ella de inmediato se acercó a él y lo abrazo, afirmando que ella si se acordaba de él, haciendo que su corazón se descontrolara por primera vez por una mujer, nunca podría olvidarse de ese día y de los sentimientos que rápidamente ella provocó en él, a pesar de que no era lo que quería y había intentado resistirse porque ella era demasiado joven, pero al final no pudo seguir conteniéndose porque sus sentimientos eran demasiado fuertes.

— No entiendo porque sigues mintiendo, no es necesario, dime qué es lo que quieres y si puedo dártelo, lo haré, pero necesito que me dejes en paz de una vez. — Espetó Maya, esperando que él le confesara su verdadero objetivo de venir hasta aquí, porque ella no creía que él la amara, lo había creído antes y se había equivocado, no volvería a caer una vez más.

— Te quiero a ti y te aseguro que no estoy mintiendo, cuando te vi me atrapaste por completo y por más que intente guardar mi distancia contigo, dejar de pensarte, simplemente no pude hacerlo, porque ya te tenía tatuada en mi mente, ya no podría sacarte de ahí ni de mi corazón, por favor muñequita créeme.

Había sentido que él estaba diciendo la verdad y había creído que él le daría una buena razón para lo que hizo, ya estaba comenzando a tener cierta expectativa con esto, pero cuando él respondió a su pregunta, se había decepcionado una vez más.

— No llores muñequita, se que lo que he dicho no tiene sentido, pero te prometo que todo es cierto y te explicaré todo mejor cuando sea el momento correcto. — Dijo Victor, levantando su mano con la intención de limpiar las lágrimas de Maya, pero ella había dado un paso atrás antes de que él pudiera tocarla.

— Vete ya, no quiero que me expliques nada ni volverte a ver. — Rugió Maya sin dejar de llorar, se sentía como una idiota por estar a punto de caer en su retorcido juego de nuevo, tenía mucha rabia hacía él y hacia sí misma, sentía que en cualquier momento su cabeza iba a estallar. — Lar… — No pudo completar la palabra porque empezó a sentirse mal, justo antes de que su cuerpo comenzara a derrumbarse, pero antes de que la cabeza de ella pudiera lastimarse, Victor había logrado evitarlo.

— Maya. — Pronunció llenándose de preocupación, agitándola un poco para ver si así lograba que ella reaccionara, pero al no hacerlo, él de inmediato sacó su teléfono para llamar a una ambulancia. — Muñequita por favor despierta. — Pidió mirándola, frunciendo el ceño, preocupado y ansioso, aunque había comprobado que el pulso de ella era normal, le preocupaba el porque se había desmayado. Tenía miedo que los sueños en los que ella no se veía muy bien pudieran hacerse realidad.

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