Esposa Sustituta, Matrimonio Verdadero romance Capítulo 9

Cambió el tema de forma casual con una sonrisa tímida.

—Emiliano, ¿se enfadó tu esposa porque la molestaste en la boda? Y... ¿en verdad lo hicieron anoche?

Al pensar en aquella mujer, Emiliano sintió que un fuego ardía en su interior. Se sorprendió de cómo perdió en control la noche anterior y se abalanzó sobre ella como una bestia hambrienta.

—Yo... Espera un momento, ¿y a ti qué te importa? ¡Largo! Déjame en paz -espetó.

Nicolás se sobresaltó del susto y se incorporó para irse en ese preciso instante. «Pensé que no le importaba con quién se casara. ¿Por qué se altera tanto si mencionan a su esposa?» Se precipitó a la salida y empujó la puerta a toda prisa, pero el hombre lo llamó.

-¡Espera! ¿Investigaste los antecedentes de esa Sabrina? Quiero saber todo sobre su vida en el extranjero. Cuanto más detallado sea el informe, mejor.

-Ya mismo —respondió Nicolás—. ¿Actuó de forma sospechosa anoche? Es impresionante lo bonita que es, ¿eh? La gran señora Quiroga puso sus ojos en Sara Acosta, pero su familia no pudo soportar separarse de ella. Los Acosta dijeron que tenían una hija que estuvo en el extranjero durante mucho tiempo. De todos modos, la gran señora Quiroga debe haber hecho lo suyo antes de aceptar que te casaras con ella. Al menos es más bonita que esa Sara...

-¿Acaso pedí tu opinión? ¡Largo! -Emiliano frunció el ceño, furioso.

En realidad, no estaba enfadado con Nicolás por hablar de más, si no que estaba enfadado consigo mismo por lo que le hizo a ella.

«¿Por qué perdí el control en cuanto la vi?»

Nicolás salió de inmediato de la oficina y suspiró aliviado una vez que estuvo afuera. En cuanto tomó asiento en la zona comunal, sus empleados lo saludaron con amabilidad.

—Hola, señor Bermúdez.

—Hola —respondió Nicolás con alegría.

Para el público, él era el dueño del Grupo AX; sin embargo, los altos cargos sabían que era otra persona la que dirigía la empresa en lugar de él: el misterioso propietario del Grupo AX. Nicolás Bermúdez podía ser alegre y accesible, pero nunca reveló una sola palabra sobre su misterioso jefe.

En realidad, Emiliano y Nicolás eran parientes lejanos. Por aquel entonces, cuando la familia Bermúdez estaba en su mejor momento, Nicolás tuvo la oportunidad de estudiar en el extranjero. Por desgracia, un año después de iniciar la universidad, la familia Bermúdez cayó en bancarrota. Sin ayuda financiera, no pudo pagar la costosa matrícula, por lo que tuvo que recurrir a trabajar de forma ¡legal y ganar migajas para sobrevivir. Un día, alguien lo llevó a un asilo en Urquiza, donde conoció a Emiliano, quien en aquel entonces solo tenía catorce años. Aún recordaba el día que lo conoció. Aunque solo era un adolescente, era tranquilo y reflexivo como un adulto.

—La familia Quiroga obtuvo el control total del Grupo Bermúdez. El accidente de tránsito que mató a mi madre no fue un accidente. Alguien lo planeó deliberadamente, y necesito tu ayuda para vengarla. —Emiliano reveló todo su plan.

Su voz firme hizo que Nicolás sintiera un escalofrío.

-¿Por qué debería ayudarte? -En aquel entonces, Emiliano era solo un niño, así que Nicolás se limitó a decir con desprecio-: Eres un Quiroga, no un Bermúdez.

De esa manera, se convirtió en la mano derecha de Emiliano y comenzó a recibir órdenes de un hombre mucho más joven que él.

Tiempo después, descubrió que, tras la muerte de su madre, Yamila Bermúdez, Emiliano heredó, en secreto, su riqueza. Sin decírselo a nadie, Yamila apartó dinero y lo guardó para su hijo. Con esa herencia, Nicolás fue y fundó el Grupo AX con Emiliano como el misterioso propietario.

Comenzó como una empresa común de comercio exterior, para luego ampliar sus negocios y convertirse en un conglomerado multinacional que abarcaba varios sectores. Para entonces, en La Primavera consideraban al Grupo AX como a una leyenda.

Todo el mundo decía que la familia Bermúdez, en ese momento en quiebra, no tardaría en alcanzar el éxito en manos de Nicolás.

Haciéndose pasar por el primo de Emiliano, frecuentaba la residencia de los Quiroga sin levantar sospechas;

afirmaba que cuidaba de su primo en nombre de su difunta tía Yamila.

En el momento en el que Nicolás pensaba en el tiempo que pasaron juntos, recibió un mensaje de Emiliano:

«Ven a mi oficina y llévame a casa».

Suspiró. «Qué persona tan mandona. Hace un momento, me dijo que me largara Y ahora, me ordena que regrese a su oficina. ¡Buf! Olvídalo. Al fin y al cabo, él es el jefe». Nicolás se incorporó y miró su reloj. «De todos modos, ya es hora de que se vaya a casa».

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