—Él lo admitió frente a mí, en persona, así que no hay manera en que haya sido inventado.
—Si ese es el caso, ¡es maravilloso! Debo informarle a mi madre.
Sara estaba feliz. Esa era, de hecho, la mejor noticia que hubiera escuchado durante mucho tiempo. Sara quería reunirse con la joven lo antes posible porque sentía curiosidad por el tipo de mujer que pudo ganarse el afecto de Sebastián.
—Sara, él debe tener sus razones para no presentarnos a la joven. Si Mina interfiere ahora, me temo que la alejará.
Al escuchar esto, Sara pensó que en realidad sería inapropiado que su madre supiera de este asunto, ya que temía que interfiriera en la relación de Sebastián por su naturaleza impaciente. Ella tenía que proteger a la mujer que le interesaba a su hermano, ya que al fin había encontrado a alguien que le gustara después de muchas dificultades.
La Familia Montaño no había establecido altos estándares para la compañera potencial de Sebastián, en tanto ella lo tratara bien. Los antecedentes de la joven y su posición social era lo menos importante, ya que estos eran factores externos, después de todo. Esta familia era lo suficiente influyente y poderosa. No necesitaban expandir su influencia a través de un matrimonio por conveniencia.
—No te preocupes, tía. Fingiré ignorancia, hasta que él tome la iniciativa de presentarnos a la joven. —Sara miró a su hermano, quien estaba parado a lo lejos. Al principio, sintió su presencia un poco incómoda, pero después de enterarse de ese asunto, le pareció a Sara que Sebastián estaba más a gusto—. Mi hermano es bastante bien parecido, pero aún pienso que Edmundo es el hombre más guapo.
La expresión de Renata se tornó sombría.
—Edy te ha hecho daño todos estos años.
Edmundo Ledezma era el sobrino de Renata. Desapareció por años, después de un accidente. Nadie sabía en donde estaba o si continuaba con vida.
«Han pasado cinco años, y todos han aceptado lo que esto significa. Aun así, Sara… Ellos crecieron juntos y habían sido amigos desde pequeños. Incluso, ambos tienen una hija de seis años».
—Tía Renata, yo elegí este camino, y esta decisión no tiene nada que ver con él. Esperaré a que regrese, sin importar cuanto tarde. De cualquier forma, lo esperaré por el resto de mi vida.
Renata no se había reunido con Sara por algunos años. Esta última había madurado desde su adolescencia y ahora era una adulta. Sin embargo, el hombre que prometió protegerla por el resto de su vida no se encontraba por ningún lado.
—No soy necia. ¡Soy leal! —Sonrió Sara. Ella era una mujer hermosa, sus ojos cautivadores deslumbraban como una noche estrellada a dónde quiera que sonriera.
«Lo he estado esperando por cinco años. ¿Qué diferencia habría para mí, si lo espero por otros cinco más?».
La angustia y el dolor quemaban por dentro el pecho de Renata, mientras miraba a Sara.
—¡¿Por qué te detuviste sin ninguna razón?! —se quejó ella, mientras se cubría la cabeza con la mano y lo veía.
Jonathan frunció el ceño. «Todavía tengo que escuchar sus quejas, después de que ella fue quien chocó conmigo».
—Por fortuna mis reflejos son buenos, así que fui capaz de esquivar a tiempo. De lo contrario, ¡demandaría una compensación por gastos médicos, si sufriera una conmoción cerebral! —murmuró de manera incesante ella, mientras se sobaba la cabeza.
—Creo que lo que anhelas es una paliza. —Sus ojos brillaban con frialdad.
«¡Maldita sea! Ya le hubiera mostrado las consecuencias, si no fuera por el hecho de que estoy trabajando en este momento».
—Señor Landeros, ¿cuánto más tengo que trabajar tiempo extra? ¡Mi mamá espera que la visite!
Ella había perdido una hora ahí, y aún no se había reunido con el cliente. Ivonne sintió que había sido engañada.
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