Sin embargo, quien le llamaba se negó a darse por vencido y marcó de nuevo su número. Ivonne le echó un vistazo al nombre en la pantalla iluminada del teléfono. Era Ximena.
—Señor Landeros, Ximena le está llamando. ¿Por qué no le responde?
En respuesta, Jonathan le frunció el ceño, al parecer para advertirle que no fuera una entrometida.
—No se preocupe. No escucharé su conversación.
En ese momento, él le gritó exasperado:
—¡Cierra la boca!
Ivonne le lanzó una mirada de odio. «¡Argh! ¡Solo espera! ¡Llegará el día en que tendrás que suplicarme!».
La cena de beneficencia se llevaría a cabo en la Mansión Mediodía de Colinas del Valle. Aunque no les tomó mucho tiempo llegar a su destino, Ivonne la pasó muy mal todo el camino porque se sentía un poco incómoda con su vestido. Además, se estaba muriendo de hambre.
Aquellos que fueron invitados a la cena eran, en su mayoría, figuras influyentes con antecedentes destacados. Por eso, varios autos de lujo simbolizaban su posición como de la clase social más alta que pudiera ser vista en cualquier lugar.
Jonathan recibió una llamada cuando salió del auto. Mientras tanto, Ivonne permaneció al lado de la entrada, esperándolo con ansiedad. Muchos voltearon a verla, ya que el diseño único de su vestido atrapó su atención.
Sebastián fue quien la vio primero. A decir verdad, a él no le gustaban ocasiones como estas. Sin embargo, no tuvo más alternativa que aparecer en el banquete. No obstante, no pudo evitar sentir que no encajaba con los otros invitados. Por eso, estaba parado afuera, esperando una oportunidad para irse. Nunca pasó por su mente que se encontraría a Ivonne ahí.
Al principio, pensó en acercarse a ella de inmediato. Sin embargo, tuvo que desechar la idea, después de mirar su traje. «Si me acerco en este momento, es muy probable que le dé un susto».
Él anhelaba estar cerca de ella. De hecho, estaba más que dispuesto a ser una persona común, si con eso podía permanecer a su lado para siempre. Más tarde, Sebastián bajo las escaleras de nuevo, después de cambiar su traje por uno ordinario. Sin embargo, no pudo encontrar a Ivonne en la entrada, fue al salón del banquete y la buscó, pero tampoco la vio entre la multitud.
—Sebas está buscando a alguien con ansia. ¿A quién busca? —se preguntó Sara.
Parada al lado de Renata, ella llevaba puesto un vestido oscuro, lucía como un cisne negro arrogante, con su piel brillante y clara.
—Sara, el momento puede llegar en cualquier instante. Estoy convencida de que Sebas tiene sus propios planes. ¡Quién sabe!, es posible que este persiguiendo a una joven sin que nosotros lo sepamos.
Estupefacta, Sara tartamudeó:
—Tía Renata, te… ¿Te refieres a que él tiene una novia?
Renata tomó un sorbo de vino tinto.
—La conocí una vez, es hermosa, experta y con buen temperamento. Me gustó mucho.
—¿De verdad?
Sara estaba incrédula. Estaba consciente de que era difícil que a Renata le agradara alguien en todo Colinas del Valle. Nunca se imaginó que está última le haría tales cumplidos a una joven.
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