Haciéndolo mío romance Capítulo 35

—¿A qué te refieres? ¿Cuándo me involucré con él? 

Hace rato en el hospital, ya estaba de mal humor a causa de Josué, por lo que estaba furiosa cuando Miguel me acusó de entrometerme con ese cretino. 

—Andrea García, ¡necesito que me expliques lo que pasó hoy! No aceptaré a una mujer que aún tenga que ver con otros hombres. —La voz de Miguel se enfrió mientras hablaba. Aunque llevaba gafas para el sol, aún podía percibir su mirada fría en mí. 

—¿Qué no ya habías investigado mi relación con Josué? Es mi exprometido y terminamos; supongo que eso ya lo sabías, ¿no? Si no puedes aceptar que estuve comprometida con él, no hay nada más que pueda hacer. 

Mi actitud era dura, pero no podía evitarlo; su acusación sin fundamentos me molestaba mucho. Al oír mis palabras, Miguel puso el ceño fruncido. Podía percibir su furia, pero no me importaba. 

«¡Ja! ¡No eres el único que está enojado! ¿Cómo me exiges una explicación?». 

—¡Cuida tu tono, Andrea García! 

Miguel se quitó las gafas de sol y me miró con frialdad, la furia en sus ojos era muy evidente. Intimidada por el aura dominante del hombre, me temblaron los ojos al sentir un poco de pánico; al instante, hice el valiente esfuerzo de controlar mi carácter. 

«Tranquilízate, Andrea. Si lo haces enojar, podría quitarte los doscientos mil que te prestó». 

Haciendo a un lado mi ira, me forcé a sonreír y ablandé mi tono de voz mientras me disculpaba: 

—Lo siento, no me comporté como debía. 

Aunque Miguel emanaba un aura insensible, ablandó su expresión. 

—Entonces, cuéntame, ¿tienes algo que ver con Josué? Como dije antes, para que seas mi mujer, primero tienes que serme lea. 

Mirándome de manera inquisitiva, el hombre a la conversación anterior. 

«¿Podría dejar de hablar sobre el tema? ¿Siquiera vio que me involucrara con él? ¿Cómo puede acusarme así? —Aunque estaba furiosa, reprimí mis emociones por el bien de los doscientos mil—. Andrea, necesitas el dinero para salvar a tu papá; no puedes arriesgar su vida a causa de tu carácter». 

—Josué y yo terminamos desde el momento en que me engañó con su mejor amiga. ¿Estás satisfecho ahora? Cuando investigaste los antecedentes, ¿no te enteraste de que se canceló la boda? 

Me he esforzado al máximo para reprimir mis emociones, pero mis palabras aún sonaban cáusticas; al fin y al cabo, era humillante para una mujer que un hombre sospechara que está involucrándose con su ex. 

Tras oír esto, lo volteé a ver con los ojos llenos de sorpresa. 

«¿Qué no me pidió que lo mantuviera en secreto? Entonces, ¿por qué me pide esto? ¿Va a faltar a su palabra ahora?». 

—Pero me pediste que no le contara a nadie sobre nuestra relación. ¿Por qué cambias de repente de opinión? —le pregunté con timidez. 

«¿Es así de caprichoso? Justo anoche me pidió que mantuviera esta relación en secreto, pero ahora había cambiado de parecer. ¿En qué estará pensando?». 

—Digo, puedes decirle a Josué, no a todos. —Miguel me miró un poco molesto; se miraba feliz por mi falta de percepción. 

Hice un puchero y decidí dejar de hablar sobre el tema; después de todo, ya le había contado todo lo que quería saber. Al final, si me creía, dependía de él. Cuando abrí la puerta del coche, Miguel de pronto me tomó de la muñeca. Confundida, volteé y le pregunté: 

—¿Qué más…? —Antes de que pudiera terminar de hablar, me acercó a sus brazos y presionó sus labios contra los míos. Su cuerpo tenía un ligero olor a menta, que era agradable; abrumada por su olor, mi corazón comenzó a latir fuerte. Jamás había sentido esto en mi vida. El beso se tornó apasionado cuando su lengua abrió camino a mi boca; en ese momento, podía saborearlo a él y su aliento.  

Mientras nos besamos, mis ojos escanearon su cara: de cerca, sus facciones parecían casi perfectas, sobre todo esos ojos que revelaban una personalidad inteligente y sabia. El hombre de treinta años parecía tener un aura propia. Quería apartarlo, pero perdí el control de mi cuerpo. Al final, cerré mis ojos y me sometí al placer del beso.