Le grité al conductor para que se detuviera, pero él no me hizo caso. Solo pisó el acelerador y se fue en un instante. Al ver al taxi alejarse, me giré furiosa y miré a Josué con ojos fulminantes. «¡Argh! ¡Por fin pude conseguir un taxi a esta hora y se fue por su culpa! ¿Acaso quiere hacer que camine a casa en medio de la noche?»
—¿Cuál es tu maldito problema, Josué Centeno? ¿Por qué no me dejaste subirme al taxi? —pregunté casi gritando. Lo miré de forma intensa y ardiente.
—Te llevaré a casa, Andrea. Podemos hablar durante el camino.
Para mi sorpresa, a Josué no le molestó mi arrebato. Extendió su mano y tomó la mía con la mirada tierna mientras me observaba.
—No, gracias. No necesito que me lleves a casa. Prefiero caminar. Además, ¡ya he dejado en claro que no tenemos nada de qué hablar! —grité, aún molesta de que no me dejara subirme al taxi.
—¿Cuándo te volviste tan terca, Andrea? Antes solías ser muy gentil.
Mientras mi actitud empeoraba cada vez más, Josué me miraba con el ceño ligeramente fruncido y su voz tenía un tono de descontento.
—Como dijiste, eso fue antes. Además, solo soy gentil con mi hombre. Tú ya no lo eres, así que ¿por qué tendría que ser gentil contigo? ¿Qué derecho tienes de pedir eso? —dije sin tomar aire.
En ese momento, él me pareció bastante ridículo. «¡Vaya puto chiste! ¿Qué derecho tiene él de pedir que sea gentil cuando ya hemos terminado?»
Al escuchar mis palabras, la expresión de Josué se puso seria y la mirada en sus ojos se volvía cada vez más furiosa. A decir verdad, para mí era claro que estaba conteniendo su ira.
—Se que en este momento debes odiarme, así que está bien. Si decir todas esas cosas te hace sentir mejor, puedes hacerlo. Hablaremos cuando te hayas tranquilizado —murmuró con calma luego de un largo silencio, aun controlando su ira.
«¡Argh! ¿Por qué demonios sigue molestándome en este momento? ¡Ya no somos nada! Lo he dejado libre para que esté con Mayra, ¿por qué sigue acosándome?»
—No te odio, ni tengo nada que decirte. Me voy a casa.
No quería tener más contacto con él, así que lo rodeé para retirarme. Sin embargo, él parecía estar determinado en mantenerme ahí, así que me tomó del brazo por atrás justo después de que tomara dos pasos.
—Andrea García, ¿por qué no puedes ser amable conmigo? Después de todo, una vez fuimos novios. ¿Planeas hablarme de manera tan indiferente por el resto de nuestras vidas?
El temperamento de Josué estalló al ver que yo continuaba siendo fría y hostil sin importar lo gentil que me hablara. En el pasado, yo era quien siempre se intentaba llegar a un acuerdo en todo. Pero ahora, él ya no era mi novio ni mi prometido, así que no tenía motivo para considerar sus sentimientos.
—Como lo dijiste, eso fue en el pasado. Ahora somos extraños, así que, por favor, no vuelvas a aparecer frente a mí ¿de acuerdo? Ahora mismo, ¡tú eres la persona a quien más odio ver!
Fruncí el ceño profundamente, irritada. En ese momento, yo ya estaba a punto de maldecirlo. «Por dios ¿cuándo se volvió tan molesto?»
Cuando dije eso, pude ver el cambio en su expresión. Su rostro se puso mucho más serio. Después de todo, cualquier hombre enfurecería por mi actitud y más Josué, a quien siempre había consentido.
—Andrea...
La voz sensual de Miguel sonó una vez más. En un abrir y cerrar de ojos, mi rostro se sonrojo de un color brillante. «¿Cómo podría olvidar el trato que hice con él? ¡Seguro quiere satisfacer sus necesidades físicas si me está llamando a esta hora!»
Observé a Josué antes de apartar mi mirada al notar la indignación que estaba plasmada en todo su rostro.
—Eh... No estoy en casa aún, así que tal vez no pueda esta noche. ¿Mañana por la noche está bien? —negocié en un tono suave con Miguel al otro lado del teléfono.
«Bien, bien. Ni siquiera sé cómo iré a casa ahora que Josué sigue molestándome. ¡Argh! ¿Por qué todo me está pasando al mismo tiempo?»
La persona al otro lado del teléfono se quedó en silencio, aunque aún podía escuchar su respiración suave. Justo cuando pensé que estaba molesto y quise dar explicaciones, su voz sonó de nuevo.
—¿En dónde estás ahora? Iré a recogerte.
Al escuchar que quería venir, mi corazón se revoloteó. Abrí mi boca para rechazarlo, pero después, hice de tripas mi corazón y le dije mi ubicación cuando me di cuenta de que Josué no parecía querer dejarme ir. Luego de terminar la llamada, le lancé una mirada helada a Josué por encima de mi hombro antes de alejarme.
—¿Cuál es tu relación con Miguel Sosa? ¿Cómo te relacionaste con él?
La voz interrogante de Josué sonó detrás de mí y su tono estaba lleno de ira. Marchó hasta alcanzarme y bloqueó mi camino mientras me miraba furioso.
—Ya te dije antes que Miguel es el hombre a quien le gusto. ¿Acaso tú y Mayra no me dijeron que a ningún hombre le podría gustar en aquel centro comercial? Bien, ¿acaso Miguel no es mil veces mejor que tú? Es más guapo, rico ¡y tiene un futuro mucho más brillante que tú! De verdad debo agradecerles a mis estrellas de la suerte el hecho de que te acostaras con Mayra. De lo contrario, ¡no habría encontrado un hombre tan perfecto!
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Haciéndolo mío