Mario
Desde pequeño me enseñaron a tener que calmar a mi lobo para que no se descontrole de ira o cualquier otra emoción fuerte que nos pueda afectar a ambos, pero en este momento estoy igual que él, nuestra felicidad es mutua y si pudiera lo gritaría a los cuatro vientos.
Mi celo duró tres días y fue los más maravillosos de mi existencia, le pude demostrar a mi Luna todo mi amor temía no ser lo que lo suficiente experimentado para complacerla, pero ella fue paciente conmigo nunca pensé que sería así; siempre soñé con este momento estar al fin con mi pareja me falta mucho por aprender para ser el mejor compañero y sé que me equivocaré mucho tengo a mi Eli que me dice cuando no estoy bien es mu Luna y ella es la que dirige mi corazón podre ser el alfa de esta manada, pero sin ella no soy nadie.
Estoy en la cama con mi mate, durmiendo a mi lado la marca se le ve tan hermosa como ella, sé que muchos creen que la marca es bárbara y que lo que hacemos es solo para demostrar los animales posesivos que somos, pero es tan diferente la marca nos enlaza en cuerpo y alma con ella nuestra pareja puede sentir lo mismo que nosotros protegernos cuando estamos en peligro es lo más sagrado que puede existir; le acarició el cuello donde se encuentra pensé que se desmayaría después que la marcará al menos eso tengo entendido, pero ella no se desmayó es demasiado fuerte por eso cuando finalizamos nuestra unión ella solo se durmió junto a mí, vi mi marca cubre toda mi espalda y me encanta según entiendo es su espíritu Fénix quisiera tanto que el mío se mostrará en la marca, pero a nosotros se muestra nuestra inicial junto a la mordida de mis colmillos.
Hoy ya nos toca salir de la habitación aunque no quiero preferiría quedarme aquí abrazándola, se me ha hecho muy corto el tiempo de mi celo a diferencia de otras veces que se me ha hecho una eternidad.
—Amor despierta ya es hora de levantarse — acaricio, su bello rostro se ve tan tranquila cuando duerme, la diferencia es que cuando está despierta es un torbellino completo —Amor si no te levantas Yack se comerá todo el desayuno — apenas digo eso ella se despierta y se va corriendo al baño lo que dije ella es imparable.
Se devuelve y me da la sonrisa más hermosa—Lo olvidaba — se sienta encima de mí —buenos días mi lobito sexy —me da un beso tierno.
—Cómo está la Luna más bella que existe —la abrazo y la pegó más a mí.
—Muy bien, pero no lo estaré si el chupasangre se come mi comida —dice con un puchero que la hace ver muy tierna.
—Ellos no han llegado, aún solo lo decía para que te despiertes — mala idea decirle eso porque cambia su cara a una muy enojada.
—Entonces me levantas tan temprano por nada
—No…no…no amor nada más lo decía para qué despertarás, pero si quieres yo mismo te hago el desayuno — si los tontos que tengo por amigos me estuvieran escuchando se estarían burlando, pero como ya dije no me importa que mi mate me mande porque aunque soy un Alfa la que manda y toma todas las decisiones en casa es la Luna.
—Sabes mi abuelo Ra, decía que si alguien me hacía molestar, que le dijera a él, que se encargaba — me amenaza.
—R.... a Ra él... el Dios Ra — okay ya estoy quedando mal — sabes amor que solo era una broma —me defiendo, me queda mirando, sería por unos minutos hasta que comienza a reírse a carcajadas por largo rato hasta está llorando, cuando ya se está calmando me mira con ternura.
—Hay mi amor, hubieras visto, tu cara estabas pálido, solo era una bromita.
— se seca las lágrimas.
—Mi amor pensé que te habías enojado conmigo, aunque la oferta de hacerte el desayuno sigue en pie — le doy otro beso, pero está vez más corta aunque ella sigue sentada en mi regazo, yo no soy de piedra si no se levanta, no saldremos de aquí.
—No hace falta que lo hagas los inadaptados, esos que tenemos como amigos y familia ya llegaron — dice, aunque yo no he escuchado a nadie, sé que es verdad porque su sentido auditivo está más desarrollado que el mío y eso que soy un hombre lobo de por sí escucho mucho mejor que otras especies.
—Entonces nos quedamos más tiempo en la cama —muevo mis cejas de tal forma que son muy sugerentes.
Por suerte ya estaba el desayuno hecho, le agradezco a la señora y comienzo a servir para Nay y para mí —Yack no me sirvas mucha comida — susurra Nay es lindo escuchar su voz aunque aún habla en susurros poco a poco va mejorando.
—Tranquila que lo que tú no comas me lo como yo— así de fácil ella solo sonríe por lo bajo y acepta. Cuando voy a repetir escucho a Eli gritar.
—Yacklin que te he dicho que no te comas toda la comida— dejó el plato en la mesa y giró poco a poco a su dirección, la veo sonreír a no, a mí no me lo harás.
—¡Sabes que no me gusta mi nombre completo, yo solo me llamo Yack!— gritó.
—Y qué harás vampirito—hago lo de siempre cuando ella dice mi nombre completo tranquilamente me dirijo hacia donde ella está y me lanzó encima de ella hacerle cosquillas, ella lo odia más bien, le tiene terror como alguien con tanto poder le teme a las cosquillas no sé, pero suena un poco ridículo.
—¡No ...no quítate ayuda, ayuda me ahogo porfa no, no, no!— me mira aterrada, iba a seguir eso la dará una lección al menos hasta el final del día, siento que me alzan y me lanzan hacia la pared, no dolió más bien me gusto un poco de ejercicio no está nada mal, enfoco bien para saber de quién se trata y no es nada más ni nada menos que el mate de Eli como se llama este a ya Mario si ese mismo.
—¡No la toques!— me grita, le iba a decir que era un exagerado cuando note la marca que lleva Eli en el cuello y del Fénix en la espalda del lobo, ahora entiendo el humor de esos dos buenos al menos el del lobo está posesivo porque toque la marca de Eli ¡ups!, no fue culpa.
—Ya, ya calma lobo, no fue mi intención tocar su marca — alzó mis brazos en señal de rendición, no quiero que a este le gane su lado animal y quiera pelea.
—Ya cálmate lobito que solo estábamos jugando — lo tranquiliza mi amiga, él solo agachó la cabeza, Iba a reírme muy fuerte con mucha sutileza como me caracteriza, pero Nay me tapa la boca y me lleva al asiento, todos vieron la escena con ganas de reírse, pero vi como sus mates también se los llevaron.
Me di cuenta de que todos somos mandados por nuestras mujeres. ¡Qué cosas, no!.
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