Los matones también se vieron sorprendidos por ella y se quedaron paralizados en su sitio. Blanca les dedicó una sonrisa sarcástica con la mirada perdida.
—Adelante, entonces. Si yo muero, todos ustedes morirán conmigo de todos modos.-
Su actitud indiferente hacia la muerte era tan fría como el invierno en diciembre.
Los ojos de Gael se entrecerraron mientras la miraba.
-¡Jefe, quiero matarla! -dijo el matón de cabello claro mientras apretaba los puños.
El matón más viejo se levantó. Blanca se levantó también y se dirigió hacia el matón de cabello claro. El ambiente era tenso, era como una bomba que podía estallar en cualquier momento. El matón más viejo se sorprendió de su valentía y le apuntó con un arma.
-¡No te acerques!
Blanca se burló de él y luego se detuvo un poco al ver a Gael afuera de la puerta.
-¿Puedo al menos usar el baño? -preguntó Blanca.
-Puedes hacerlo aquí. -El matón más viejo dijo con cautela.
-Sabes que en realidad no hay escapatoria para ti, ¿verdad? Hay docenas de francotiradores apuntándote desde afuera. -Blanca lanzó una mirada hacia la ventana.
El matón se sorprendió y corrió hacia la ventana. Levantó un poco la cortina y miró hacia afuera.
Blanca aprovechó la oportunidad y corrió hacia la puerta.
El matón más viejo se dio cuenta de que lo había engañado y le disparó apuntando a la pierna, pero Gael fue más rápido y tiró de su brazo hacia él. Ella se estrelló contra sus brazos y de inmediato la arrastró detrás de él.
Los matones vieron que Gael había vuelto y supieron que estaban en peligro, así que le dispararon. Él le agarró la cabeza y la empujó rápido al suelo.
Fue un movimiento peligroso. Pero los brazos de él amortiguaron su cabeza de la caída, por lo que no le hizo ningún daño. Las piernas de él se apretaron contra su costado y ella sintió su cálido aliento en la cara.
Blanca lo miró a los ojos. Sentía como si observara un abismo infinito.
Al mirarlo, sintió que podía olvidar todo su sufrimiento y sus problemas... Así como el dolor en el fondo de su corazón.
-¿Por qué ha vuelto? -preguntó Blanca.
De inmediato se dio cuenta de lo estúpida que sonaba su pregunta. Era un soldado. Proteger a los rehenes era su deber.
-Acuéstese aquí cerca del sofá y quédese quieta. Haré todo lo posible para garantizar su seguridad. -Gael le prometió.
Él corrió detrás de un pilar, su movimiento era tan rápido como el de un guepardo. Los desesperados matones levantaron sus armas y dispararon.
Blanca solo podía escuchar los fuertes disparos que pasaban por sus oídos. Los escombros caían del pilar a medida que recibía los disparos.
Gael no tuvo oportunidad de devolver el fuego. El matón más viejo se acercó al pilar con su arma preparada. Blanca lo miró. A este ritmo, ambos acabarían muertos.
Se quitó el zapato y lo lanzó desde detrás del sofá. El matón de cabello claro disparó rápido contra el sofá en respuesta.
¡Bang!
El matón de cabello claro recibió un disparo y tropezó un poco antes de caer al suelo. El matón más viejo saltó hacia el sofá.
Gael arrastró a Blanca detrás del mueble del televisor. Los dos se acurrucaron en el pequeño espacio. Disparó al matón para mantenerlo alejado.
Blanca miró a Gael. No esperaba que aquel desconocido lo arriesgara todo por su seguridad.
Mientras tanto, el marido que debería haberla protegido, estaba disfrutando con otra mujer. Gael notó su mirada y bajó la cabeza para mirarla. Por accidente, sus labios entraron en contacto y se sintió como una descarga eléctrica. Enderezó la espalda y apartó la cara de ella. Blanca también se apoyó en la pared. Ni siquiera Sergio había estado tan cerca de ella.
Ella fue capaz de besar a un apuesto Jefe antes de morir, por lo que no fue una pérdida de tiempo para ella en absoluto. El matón disparó con violencia contra el televisor y éste quedó destrozado por el asalto. Ahora estaban expuestos al campo de visión del enemigo.
Sin dudarlo, Gael se puso con rapidez de lado y se paró frente a Blanca. Apoyó su cabeza en su pecho y la protegió con su cuerpo. Ella estaba por completo protegida en su abrazo.
¡Bum! ¡Bum! ¡Bum!
Podía escuchar el latido de su corazón tan fuerte como un tambor.
«¡Ya pasan de las dos!».
«Todavía tengo que trabajar mañana, adiós. —Sin esperar su respuesta, entró en el dormitorio y tomó su botiquín.
Gael se quedó mirándola mientras estaba en la puerta. Pasó junto a él sin decir nada y salió de la habitación. La habitación volvió a quedar en silencio, como si ella nunca hubiera estado allí.
Gael volvió a mirar la mancha de humedad de su camisa.
Sintió una extraña emoción en su corazón.
-008,101, síganla y asegúrense de que llegue a casa sana y salva antes de volver al campamento -ordenó con severidad.
-¡Sí, Señor! -008 y 101 salieron rápido.
El Teniente Saldaña dejó escapar un suspiro de alivio al entrar y se puso muy respetuoso ante Gael.
-Jefe, esta misión se ha completado con éxito bajo su sabio liderazgo. Los veintiocho miembros del equipo ya están a la espera afuera. ¡Por favor, denos sus instrucciones!
-Regresen -dijo Gael y salió por la puerta.
Abajo, se había preparado un Land Rover militar. Gael se inclinó un poco y subió al asiento trasero.
Cuando el auto pasó por delante de Blanca, él miró por la ventanilla de manera inconsciente.
Blanca regresaba al hospital con el botiquín en la mano. Era delgada y frágil, pero tenía un aspecto despreocupado
al caminar.
-Teniente Saldaña. -Gael lo llamó.
-¡Sí, Señor! -El Teniente Saldaña se dio la vuelta de inmediato y esperó las órdenes de Gael.
—Haz una verificación de sus antecedentes. Quiero saber todo sobre ella -ordenó Gael con frialdad.
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