La seducción del director general romance Capítulo 6

-Ella se lo merece por su contribución de ayer. -El Teniente Saldaña estuvo de acuerdo.

—Además... —Los ojos de Gael se oscurecieron—. Recluta a dos médicos en las fuerzas especiales este año. Para que no volvamos a tener situaciones de emergencia en las que tengamos que pedir ayuda a los ciudadanos.

Garantizar la seguridad y el orden es el deber de los militares.

—Sí, Señor. —El Teniente Saldaña obedeció.

-¿Cuál es nuestro programa de hoy? -preguntó Gael mientras se ponía el uniforme.

Con ese uniforme, reflejaba rectitud y resplandor. El Teniente Saldaña lo miró con respeto y le informó:

-Jefe, tiene una reunión a las 9 de la mañana en la base militar. Después, tiene que asistir a una inspección militar interna. Por la tarde, tiene una cita con el jefe de las fuerzas aéreas, el Jefe Su, en el club militar. Le ha pedido

que traiga a su novia.

-Puedes decirle que se vaya al diablo -dijo Gael con frialdad.

Al escuchar eso, el Teniente Saldaba bajó la cabeza. No tenía el valor para decir eso. «Pero el jefe no tiene novia ¿Qué debo hacer?».

Blanca volvió a la oficina después de realizar su última cirugía del día. Su buena amiga, Lidia Ibarra, que la esperaba en el sillón de su despacho, tenía un brillo travieso en los ojos.

-Adivina qué noticias traigo.

-¿Buenas o malas noticias? -preguntó Blanca. Se dirigió hacia Lidia después de lavarse las manos. Lidia se levantó y sentó a Blanca. Luego se sentó en el escritorio y miró a su amiga con entusiasmo. Parecía que tenía un chisme que compartir.

-Tengo una noticia buena y una mala. ¿Cuál quieres escuchar primero?

Blanca sacó el expediente de un paciente y sonrió.

-Escucharé las buenas noticias. Puedes guardarte las malas para ti.

Lidia frunció los labios.

-Mírate. ¿Volviste a ayudar en los partos en la base militar ayer?

-Sí, por fortuna estaba en la oficina -contestó Blanca, antes de seguir con las notas en el expediente de la paciente.

-¿Por qué ha entrado en la habitación de esa mujer? No me digas que es el funcionario de alto rango.

Los ojos de Blanca estaban tristes y sus largas pestañas cubrían sus párpados.

-Vámonos.

-¡¿Cómo podemos irnos?! -Lidia estaba enfadada. Tiró del brazo de Blanca.

-Cuando te pretendía, llenaba tu oficina de flores. ¿Ahora que te tiene, te trata como a una más? ¿Cómo puede hacerte eso? No solo tiene una aventura, ¡esa mujer incluso dio a luz a un bast*rdo! Blanca, si sigues siendo tan débil, vas a perder tu posición en la familia tarde o temprano.

Lidia no podía soportar la injusticia por la que pasaba Blanca. Quien solo sonrió y parecía estar resignada. Miró a Lidia, dijo:

-¿Crees que me importa ser la Señora Jara?

-¡No puedes decir eso! Mientras siga casado contigo, no debe hacer tonterías. ¡Pero ahora incluso tiene un hijo!

Lidia estaba cada vez más alterada. Blanca podía sentir que las lágrimas se acumulaban en sus ojos, pero luchó con fuerza para contenerlas.

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