La venganza de un grande romance Capítulo 19

Dante sonaba intimidante pero a Samuel le parecía satisfactorio, pues esa era precisamente la actitud que buscaba. Solo un maleante del nivel de Dante Huerta podía destrozar el proyecto lo suficientemente bien. De ahí que Samuel sonriera satisfecho:

—Me gusta lo dominante que eres. Bien, tienes el trabajo. Transferiré cinco millones ahora y cinco más cuando esté hecho.

Dante se rio y levantó su copa:

—¡Por nuestro éxito! —Samuel levantó también su copa y se lanzaron al aire.

Al día siguiente.

Nataniel llevó a Penélope y a su familia a una tienda de BMW, con la intención de regalarle un auto nuevo. Penélope era ahora la presidenta de una empresa, pero seguía conduciendo un viejo y fastidioso Polo.

Nataniel consideró que ese auto no se ajustaba a la situación actual de la chica pues, si una presidenta no podía permitirse un auto adecuado, se podía subestimar la prosperidad de su empresa. Para Penélope, sin embargo, era una extravagancia poseer un BMW, le parecía un lujo excesivo.

Leila no sabía mucho de coches de lujo y al entrar en la sala de exposiciones, se quedó sorprendida por todo y por nada. Su cuerpo se puso rígido al sentirse abrumada, entonces le susurró a su marido:

—Estos coches tienen que ser caros, ¿no?

Bartolomé contestó:

—Sí. Van de doscientos mil a dos millones.

Leila jadeó:

—¿Dos millones? ¡Señor! Yo solo gano dos mil al mes limpiando casas. Tendré que trabajar cien años para poder comprar eso.

Nataniel señaló un auto BMW Serie 5 y sugirió:

—Tch. Odio cuando actúan como si pudieran permitirse cualquier cosa aquí. Aquí no tenemos tiempo para charlatanes. —Hablo despacio, pero la familia había escuchado cada palabra.

Los Sosa estaban tan avergonzados que todos bajaron la cabeza. Por el contrario, los ojos de Nataniel estaban llenos de furia, bajó la mirada y vio la etiqueta con su nombre: «Lilia Z.».

El hombre se enfrentó a ella:

—¿Qué quisiste decir con eso?

Lilia estaba escribiendo en su teléfono. Levantó la vista tranquilamente y le lanzó a Nataniel una mirada grosera:

—Quise decir que un BMW no es para todo el mundo. Les sugiero que sigan limpiando casas hasta que puedan pagarse un auto aquí.

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