La venganza de un grande romance Capítulo 31

Dante Huerta levantó la mano derecha para que sus subordinados se calmaran y luego, se giró para mirar a Nataniel Cruz y a sus compañeros de rostro pálido:

—¿Quieren pelear? —preguntó, con los labios curvados hacia arriba, formando una sonrisa desagradable.

Nataniel Cruz le devolvió la sonrisa:

—¿Estás seguro? —Dante Huerta estaba a punto de decir algo sarcástico, pero fue cortado por el sonido de las sirenas en la distancia. Pronto, varios vehículos antisecuestro que transportaban a los miembros de élite de la policía llegaron al lugar, con las sirenas a todo volumen.

Mientras Dante Huerta y sus subordinados observaban con los ojos abiertos, la policía los rodeó con sus vehículos, sin dejarles espacio para escapar. También, un ejército de paramilitares vestidos de negro salió rápidamente de sus vehículos, cada uno de ellos con metralletas. En cuestión de segundos, Dante Huerta y sus fuerzas fueron completamente rodeados por ellos.

Mientras todos observaban con asombro, un coronel se acercó a Nataniel Cruz y saludó con elegancia:

—Oficial superior César Díaz, de las Fuerzas Especiales Furia de Dragón, se presenta al servicio, señor. Tenemos mil combatientes de la élite listos para la operación.

Nataniel Cruz miró a Dante Huerta y a los suyos, que estaban completamente congelados de miedo:

—¡Peleemos! —gritó.

Mil paramilitares de élite se enfrentaron a los mafiosos y gritaron al unísono:

—¡Peleemos!

¡Clang! La barra de metal en la mano de un mafioso cayó al suelo con un fuerte estruendo, luego levantó la mano y admitió con voz temblorosa:

—Me rindo...

—¿Qué quieres decir con esto? ¿No estabas pidiendo una pelea hace un momento?

Dante Huerta se obligó a hablar:

—Lo siento, lo subestimé. Déjeme ir, se lo ruego. Lo compensaré en su totalidad, señor.

¡Paf! Nataniel Cruz abofeteó a Dante Huerta en la cara justo cuando terminó su frase. Fue una bofetada tan fuerte que se le cayeron dos dientes de la boca y sus mejillas se hincharon como un globo llenándose de gas.

Nataniel Cruz se burló y dijo:

—¿Qué hay de esas vidas de gente corriente que has arruinado? No puedo creer que ahora me pidas clemencia.

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