Nataniel Cruz y Penélope Sosa salieron del Banco Fortaleza y regresaron a la oficina de la Corporación Cruz después de recibir la cálida despedida del personal de la misma.
Una vez que entraron en el despacho de Penélope Sosa, la pregunta que le había estado molestando durante todo el viaje hasta allí salió por fin de su boca:
—¿A quién llamaste? ¿Por qué el presidente Herrera parecía tan asustado después de contestar?
Nataniel Cruz había llamado directamente al administrador de la ciudad, por lo que sería lógico que Leonel Hernández se asustara al oír su voz. Además, el administrador de la ciudad fue excepcionalmente severo esta vez con las advertencias y órdenes para proteger los intereses de éste y si Leonel Hernández se resistía, perdería su trabajo en un segundo.
Nataniel Cruz sonrió y explicó:
—Llamé a mi antiguo jefe para que arreglara las cosas por mí. —Penélope Sosa tuvo un momento de comprensión, sin embargo, aun así le dio su opinión—. Nataniel, tu antiguo jefe va a dejar Ciudad Fortaleza cuando termine la operación. No puedes confiar en él para que resuelva tus problemas, ni tampoco debes lanzar un ataque cada vez que ocurra algo. Nataniel Cruz sonrió:
—Sí. Haré todo lo posible. —Penélope Sosa puso los ojos en blanco, y pensó que necesitaría mucho esfuerzo para aprender a controlar su carácter.
De repente, la asistente de Penélope Sosa, Mariana Laguna, llamó a la puerta:
—Presidenta Sosa, alguien vino a disculparse con usted. Dice que es el director del Banco de Ciudad Fortaleza.
Resulta que David Navarro recibió una llamada de atención de su superior Leonel Hernández en el momento en que se despertó. No tardó en darse cuenta de que se había metido con la persona equivocada y que si no conseguía que Nataniel Cruz y Penélope Sosa lo perdonaran, perdería su trabajo y hundiría a Leonel Hernández con él.
Entró en pánico en el momento en que se dio cuenta del problema en el que se había metido y se apresuró a ir al Grupo Cruz después de curarse para buscar a Nataniel Cruz y a Penélope Sosa.
—Escogió el momento adecuado para venir. Que pase.
—¡Sí, señor! —respondió Mariana Laguna.
Pronto regresó con Jonathan Moreno detrás de ella, vistiendo un traje blanco de Armani, con un maquillaje excesivamente grueso. Mariana Laguna salió de la habitación en silencio después de llevar a Jonathan Moreno a la habitación y, como era de esperar, él también estaba allí para disculparse.
Pero él no sabía que iba a tener compañía: «¿Qué hace este viejo arrugado aquí? Voy a avergonzarme delante de él, pensó, después de lanzar una mirada incómoda a David Navarro».
David Navarro también le dirigió una mirada de desconcierto: «¿Acaso este imbécil no sabe que tengo asuntos que tratar con el Señor Cruz y la Señora Sosa en este momento? ¿Cómo voy a pedirles clemencia ahora?»
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