La venganza de un grande romance Capítulo 59

Nataniel gruñó en respuesta, mientras que Penélope dijo con gratitud.

—Gracias por escoltarnos de regreso.

Había sido sugerencia de Penélope que la policía los escoltara de vuelta, ya que ellos se los habían llevado en primer lugar. Esto le mostraría a su hija que sus padres no eran criminales y no habían sido arrestados.

Jaime respondió con rapidez.

—No hay problema señorita.

—¡Papá, Mamá! —exclamó Reyna emocionada mientras corría hacia ellos a toda velocidad.

Nataniel se dobló para levantar a su hija en sus brazos y la frialdad de su rostro se derritió dando paso a una adorable sonrisa. Su voz era cálida y canturreó.

—¡Hola corazón!

Bartolomé y Leila fueron con ellos a un paso más calmado. Asegurándose de que Nataniel y Penélope estuvieran bien, estaban felices de que hubieran regresado a salvo. Se giraron para mirar a los policías y los invitaron a tomar un poco de té, pero Jaime se rehusó.

—No será necesario señor, señora. Solo escoltamos al señor Cruz y a la señorita Sosa de vuelta a casa. Debemos regresar al trabajo ahora.

Reyna explotó.

—Señor, creía que los policías solo arrestaban a personas malas. ¿Por qué se llevaron a mi mamá y a mi papá?

Jaime tragó saliva de forma nerviosa y empezó a sudar frío.

—Niña, tu papá y tu mamá no son malas personas, les pedí que me ayudaran a atrapar a algunos malhechores.

—Tus padres son héroes. No les digas, pero estamos planeando darles el premio al buen ciudadano.

La mirada sospechosa en el rostro de Reyna se evaporó y rodeó el cuello de su padre con sus brazos apretándolo con fuerza.

—¡Siempre supe que mi papá era un gran héroe! ¡Es el mejor!

Todos se rieron un poco por lo que decía la niña y Jaime aprovechó esta oportunidad para disculparse e irse junto con sus hombres.

La feliz familia regresó al interior de la casa para cenar, aunque ya fuera tarde, riendo y charlando con alegría.

...

En el Club de la Primavera Celestial.

Enrique López, José Miranda, Samuel y Mario sosa estaban relajándose en el club mientras charlaban.

Samuel halagó a Enrique con una sonrisa en su rostro.

—Cuando Cruz esté muerto, Penélope Sosa estará sola e impotente. Seguiré enviando hombres para que causen problemas en el sitio de construcción. Eventualmente, no tendrá otra opción más que detener el proyecto. Los inversores estarán, a efectos prácticos, echando su puerta abajo, exigiendo de vuelta su dinero. Es entonces cuando usted, señor Miranda, entrará a salvarla. Para ese entonces, no tendrá otra opción más que aceptar los términos que usted dicte. Y por fin se la llevará a la cama.

La sonrisa en el rostro de José se ensanchó.

—¡Excelente!

Giró su cabeza a propósito hacia los Sosa.

—¿Tú qué crees Sosa?

Samuel le lanzó una sonrisa boba.

—Penélope sería muy afortunada si se casara con alguien como usted señor Miranda. La familia Sosa está ansiosa de ser sus parientes políticos.

El hombre en cuestión se rio con fuerza y dijo.

—Muy bien. En cuanto tenga a Penélope, compartiré el proyecto asiático con ustedes. De esa manera, todos se benefician.

Samuel le dirigió una mirada de deleite a su hijo antes de que dijeran a coro.

—¡Gracias, señor Miranda!

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La venganza de un grande