La venganza de un grande romance Capítulo 66

Una cicatriz parecida a un miriápodo era visible en la cabeza calva de Serpiente de Cascabel, lo que lo hacía verse muy fiero y rudo.

Con una voz baja preguntó.

—Jefe, ¿qué quiere que haga?

Enrique apuntó a Tomás, quien estaba en medio del caos y le dijo.

—Destrúyelo.

—Sí jefe.

De inmediato, Serpiente de Cascabel se sumergió en la multitud, empujando a sus hermanos y acercándose a Tomás con una mirada asesina en su rostro. El cual al notar que este extrañamente fuerte hombre se acercaba a él, reaccionó con rapidez y le envió una patada voladora a su pecho.

¡Zas! El pie de Tomás aterrizó en el pecho de Serpiente de Cascabel.

Por lo general la fuerza de esta patada era suficiente para romper un grueso árbol. No obstante, no tuvo efecto alguno en Serpiente de Cascabel quien parecía como si estuviera enraizado al piso.

Los ojos de Tomás se abrieron de par en par debido a la sorpresa y antes de que pudiera reaccionar, Serpiente de Cascabel lo sujetó de uno de sus tobillos y lo arrojó al piso como si de un saco de patatas se tratase.

¡Pum! Tomás colapsó en el suelo y tiró a dos hombres con el impacto. A pesar de ser un hombre grande y fuerte, sus movimientos eran veloces en extremo. En cuanto arrojó a Tomás comenzó a correr con largas zancadas. Usando el momento que había ganado, saltó en el aire y aplastó a Tomás con su cuerpo pesado como piedra. Pesaba más de ciento cincuenta kilos y ese era peso suficiente como para aplastar a cualquiera.

Cuando Javier y los demás vieron esto, gritaron.

—¡Tomás, cuidado!

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