La verdad de nuestra historia romance Capítulo 114

Cerca de una hora después, Jacobo salió de la habitación y parecía bastante exhausto. A pesar de que hizo todo lo posible para lograr que hablara y obtener algún tipo de respuesta de Estela, nada funcionó como lo había esperado.

—¿Cómo te fue? —preguntó Luciano ansioso.

Jacobo agitó la cabeza.

—Ela se aisló completamente, se negó a hablar con todos y se resiste incluso a hacerlo conmigo; supongo que algo desencadenó todo. La única manera de resolver esto es identificar el origen de su trauma. —La expresión de Luciano se ensombreció cuando escuchó eso. Al parecer, sin darse cuenta del cambio de humor de su amigo, Jacobo continuó preguntándole con seriedad—: ¿Estos últimos días Ela se encontró con alguna situación que pudo haber provocado este cambio en su estado emocional?

Se sintió abatido al recordar que la niña rompió su silencio por culpa de Roxana; así la respuesta se hizo evidente. Después de una breve pausa, el hombre contó los acontecimientos que sucedieron esa mañana. Su amigo estaba estupefacto después de enterarse cómo esa mujer logró provocar tal fluctuación en las emociones de la pequeña.

—Quizás esta mujer puede ser la clave. La condición de Ela puede mejorar si pudiéramos hacer que viniera.

«¿Lograr que esa mujer se acerque a Ela?». Cuando recordó la forma en que Roxana se había marchado aquella mañana, Luciano frunció el entrecejo en señal de frustración.

—De acuerdo, intentaré hablar con ella sobre esto.

Jacobo asintió.

Por otra parte, Roxana aún desconocía la situación de Estela. Sin saber si se debía a lo que le había dicho Luciano, se sentía bastante inquieta desde que abandonó el jardín. Al reflexionar sobre ello, el tono de voz y la expresión del hombre no parecían fingidos, pero tenía motivos lógicos para creer que él debía tener algo que ver de alguna manera. Durante todo el trayecto a casa, estuvo decaída, pero, motivada para que sus hijos no se dieran cuenta, hizo lo posible por recomponerse. Los pequeños ya lo habían averiguado ellos mismos así que, cuando la vieron entrar, se acercaron dócilmente.

—¿Terminaste con el papeleo, mami?

—En ese caso, ¿podrías también tomarte un descanso por un tiempo? —Bautista se aferró al brazo de Roxana y se mostró adorable—. Hace tanto tiempo estamos aquí y no salimos juntos. Llévanos a jugar, ¿quieres, mamá? A Andrés y a mí nos gustaría mucho ir a visitar Parque Universo porque la tía Magalí nos ha dicho que es muy divertido.

En su discusión previa, habían llegado a la conclusión de que la decisión de su padre de hacerlos expulsar del jardín pudo haber entristecido a su madre igual que a ellos, así que pensaron en hacerla salir para desahogarse. Roxana parecía un poco inquieta y, como supuso lo que sentían, optó por complacerlos.

—Hace tiempo que no voy tampoco. Ya que hoy estoy de licencia, ¿por qué no vamos juntos?

Como no tenía nada urgente que hacer en el instituto de investigación y no estaba de humor para ir a trabajar de todos modos, dejó de lado sus dudas y asintió.

Tras recoger algunas cosas, los cuatro salieron juntos hacia Parque Universo.

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