La verdad de nuestra historia romance Capítulo 119

La expresión de Luciano se ensombreció y miró a Roxana con atención; no obstante, no pudo identificar ni un solo rastro de falsedad. Al final, apartó la mirada, se le aceleró el corazón y la confusión se apoderó de él. «¡Todo este tiempo Roxana pensó que Estela era la hija de Abril!». Tenía la impresión de que ella había abandonado a Estela. Cuando se comportó distante con la niña cuando regresó al país, Luciano pensó que era una mujer insensible; sin embargo, por la forma en la que habló antes, parecía que no sabía que Estela era su hija. «¿Qué sucede? ¿Acaso es una excelente actriz que logró engañarme?». El hombre quedó perplejo y estupefacto. Después de algo de tiempo, logró reordenar sus pensamientos; luego, sujetó su pequeña muñeca y bajó la voz.

—¿Cuándo dije que Estela es hija de Abril? —pronunció cada palabra con claridad.

A Roxana comenzó a dolerle la muñeca, pero estaba distraída con su increíble declaración y se vio invadida por la conmoción y la sospecha. «Estela no es hija de Abril. Por eso no estuvo allí el día que la niña estuvo enferma». No obstante, según lo que ella sabía, nadie más estuvo con Luciano además de Abril. «¿Quién puede ser? ¿Quién es la madre de Estela?». Los pensamientos comenzaron a abrumarla y luchó para resistirse a hacer la pregunta.

—¡Mami! —Dos voces conocidas llamaron a Roxana—. ¡Al fin te encontramos! ¿Estás bien?

Los niños corrieron desesperados hacia ella mientras que Luciano le tomaba la muñeca con fuerza. Andrés y Bautista intercambiaron miradas y se acercaron deprisa a su madre.

—Mami, no te preocupes, te protegeremos. —Bautista extendió el brazo y se puso de pie frente a ella, luego, levantó la mirada y vio el rostro de Luciano con claridad.

Andrés también se acercó al lado de Roxana, se aferró a su brazo y miró a Luciano a los ojos de una manera fulminante. Al percatarse de quién era el hombre, el rostro del niño se tensó y frunció los labios. Se dirigió con violencia hacia él, reunió todas sus fuerzas y empujó al hombre con fuerza.

—¡Suelte a mi mamá! ¿Qué quiere hacerle?

Luciano frunció el ceño y la soltó.

Al ver su expresión de preocupación, Bautista se sintió aún más inquieto y fulminó con la mirada a Luciano. «¡Papi estúpido! Una cosa es agredirnos a nosotros, pero ahora agrede a mamá cuando no estamos cerca. Le daré una lección cuando crezca». De repente, el ambiente se sintió tensó.

Si bien Magalí estaba disgustada con Luciano, logró mantener la calma y comprendía que no era un lugar apropiado para conversar, por lo que se acercó y los hizo a un lado.

—Quizás deberían conversar afuera. —Luego, palmeó el hombro de Roxana—. Si tienes miedo, deberíamos salir de la casa embrujada. Vamos.

Roxana recobró los sentidos, asintió con la cabeza y siguió a Magalí a la salida, ignorando a Luciano mientras lo hacía. Bautista tomó la mano de su madre con fuerza; le preocupaba que estuviera asustada y, como un caballero de brillante armadura, protegió a Roxana mientras caminaba.

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