Después de que Sonia hablara con Luciano, regresó a la casa y lo primero que hizo fue llamar a la residencia Pedrosa. Después de que se diera a conocer la noticia, Abril no quería ir a la oficina y escuchar a todos los empleados rumorear sobre lo bien que se veían Luciano y Roxana en las fotos; por eso, decidió quedarse en casa por dos días. Cuando Sonia llamó, la joven estaba justo al lado de Gina.
—Ya hablé con mi hijo. Dígale a Abril que no se preocupe, esto no volverá a suceder. Quédese tranquila y espere el compromiso —las animó.
Gina miró a su hija y le hizo un gesto para que contestara. La joven cambió de actitud y en un tono cortés señaló:
—Gracias, señora Fariña.
Al escucharla, Sonia se quedó pasmada. La invadió la culpa cuando pensó en el momento en que su hijo mencionó que no tenía intenciones de casarse con ella.
—Abril, lamento que tengas que pasar por esto.
La expresión de esta se tornó desagradable; no obstante, se expresó con cortesía:
—Estoy bien, señora Fariña. Siempre y cuando esté con Luciano, estoy dispuesta a soportar todo esto.
Sonia se sintió mal por ella y contestó:
—No te preocupes. Sin importar lo que suceda, solo te reconoceré a ti como mi nuera. Puedes olvidar las noticias de ayer; de cualquier manera, todo el mundo piensa que eres tú la mujer que aparece en la foto, así que nadie dirá nada.
Abril le agradeció una vez más y, después de conversar un poco, terminaron la llamada. La joven al final se sintió aliviada; sin embargo, cuando recordó lo íntimos que se veían Luciano y Roxana en esas dos fotos, no pudo evitar indignarse de nuevo. Anteriormente, durante la celebración de cumpleaños de Alfredo, la señorita Jerez ya la había humillado y, en ese momento, casi arruina el compromiso de Abril. «Parece que tengo que darle una lección a esa p*rra, ¡hay que ponerla en su lugar!».
—Ni siquiera sabe lo que quiero decirle y ya tiene prisa por rechazarme. ¿Puede ser que se siente culpable, señorita Jerez? —le preguntó la otra con sorna.
Tras escuchar eso, a Roxana se le tensaron los músculos del rostro, entonces se dio vuelta para mirarla a los ojos.
—Trabajo durante la mañana, así que solo estaré libre al mediodía. Ya que usted fue quien sugirió que conversemos, puede elegir el lugar y yo iré.
La única razón por la que la rechazó fue porque sintió que ella ya había establecido un límite claro con Luciano; no estaba interesada en que la entrometieran en la relación entre ellos de nuevo. No obstante, al considerar el hecho de que Abril había se había excedido, solo empeoraría las cosas en el futuro, así que Roxana decidió que era mejor aclarar el asunto en ese momento. Como vio que había aceptado, Abril desistió, entonces abrió la puerta y se bajó del vehículo.
Mientras miraba cómo su figura desaparecía, Roxana reprimió la confusión que tenía; luego puso en marcha el auto y se dirigió hacia el instituto de investigación. Esos dos días eran críticos para el proyecto del que se estaba encargando; por ello, tuvo mucho trabajo toda la mañana. Para cuando terminó y echó un vistazo a su teléfono, se dio cuenta de que faltaba poco para que llegara el momento de encontrarse con esa mujer; entonces no se demoró más, subió a su auto y se fue.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La verdad de nuestra historia
Me atrapo...