La verdad de nuestra historia romance Capítulo 208

Roxana salió de la cafetería mucho antes de lo que esperaba. Después de subir al auto, se sujetó al volante, pero durante un largo rato, no lo puso en marcha; estaba totalmente desconcertada. Después de seis años en el extranjero, pensaba que había superado su pasado. Para su sorpresa, cuando Abril le sacó el tema, su estado de ánimo seguía afectado. Cuando se casó con Luciano en aquel entonces, ni siquiera sabía quién era esa joven. Si lo hubiera sabido...

Al recordar lo enamorada que estaba de ese hombre hacía seis años, se mordió el labio inferior de manera irónica; había una posibilidad de que hubiera insistido en casarse con él de todos modos. No obstante, la felicidad que sintió cuando se casó se equiparó a lo desdichada que se sintió cuando lo dejó. Quién iba a pensar que, después de tanto tiempo casados, solo habían cumplido sus deberes como marido y mujer luego de que ella lo drogara. Por no mencionar que, a la mañana siguiente, se fue del lugar con el corazón partido en dos.

Al recordarlo, le pareció haber sido tan despreciable y horrible en aquel entonces y, lo que era peor aún, habían pasado seis años y ella seguía estorbando en la relación de Luciano y Abril; todavía recordaba que él había jurado que quería casarse con esa joven. No obstante, por alguna razón, se había alargado durante todo ese tiempo; su relación seguía estancada en la fase de compromiso. La forma en la que la trataba era muy diferente a la de hacía seis años.

Roxana estaba cada vez más confundida sobre lo que cruzaba por la mente del hombre. Después de perderse en sus pensamientos durante un rato en su auto, se dio cuenta de que se le acababa el tiempo, así que volvió lentamente a la realidad. Luego, puso en marcha el vehículo y se dirigió al instituto de investigación; llegó justo a tiempo para registrar de nuevo la entrada en el trabajo. Justo cuando se bajaba del auto, se encontró con Conrado, quien acababa de volver de almorzar.

—Doctora Jerez, ¿tenías una cita con alguien para comer? —Sonrió y la acompañó al centro de investigación.

Roxana pensó en su desagradable experiencia de aquella tarde, entonces sacudió la cabeza. Él la miró durante unos segundos y, después de dudar un poco, le preguntó:

—Parece que estás de mal humor. ¿No ha ido bien tu reunión en el almuerzo?

No pudo evitar sentirse desconcertada porque no creyó que fuera tan fácil que alguien se diera cuenta de ello. Cuando Conrado vio que parecía un tanto sorprendida, supo que había acertado, entonces se rio por lo bajo y cambió de tema.

Roxana no pudo discutir su razonamiento. Estaba acostumbrada a la dura vida laboral en el extranjero; después de volver, supuso que todo el mundo podía ser como ella. Sin embargo, olvidó que era la primera vez que trabajaba con esos empleados. Durante los dos últimos días, el progreso de su investigación se había ralentizado, así que, tras pensar en ello, asintió con la cabeza en señal de agradecimiento.

—Gracias por el recordatorio. En ese caso, pueden retirarse temprano hoy.

Al mediodía, todos los trabajadores del instituto de investigación salieron temprano de trabajar. Roxana se dirigió directamente al jardín de infantes para recoger a Andrés y Bautista. Debido a su conversación anterior con Abril, no sabía cómo enfrentarse a Estela, por eso, cuando recogió a los niños, no se atrevió ni a mirarla; en lugar de eso, se marchó enseguida.

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