Después de decir esas palabras, Luciano apartó la mirada del rostro de Abril.
En aquel entonces, él decidió casarse con ella para devolverle el favor que su abuelo les había hecho y, dado que se relacionaba tanto con la familia Pedrosa, aceptó casarse con ella cuando los ancianos de las familias se lo propusieron. De hecho, durante un tiempo, Luciano estuvo seguro de que Abril era su verdadero amor, pero esa idea duró hasta hacía seis años atrás, cuando aquella mujer se fue sin decir nada. Fue entonces cuando se dio cuenta de que lo que sentía por Abril no era amor como había creído en un principio.
Desde entonces, los ancianos de ambas familias no dejaban de insistirle para que se casara con ella, pero él había encontrado todo tipo de excusas para retrasar la boda. Durante esos seis años, había hecho todo lo posible por ayudar a la familia Pedrosa y había accedido a todo tipo de peticiones comerciales con el fin de devolverles la amabilidad de aquel entonces. En ese momento, parecía que había hecho más que suficiente para devolverles el favor o, al menos, era suficiente para no querer seguir adelante con la boda.
—Luciano… —dijo Abril con voz temblorosa mientras miraba su rostro inexpresivo.
Ella quería saber si sus suposiciones eran correctas. Entonces, Luciano levantó la mano para masajearse el puente de la nariz y luego la interrumpió:
—Deja el expediente, lo miraré más tarde. Todavía tengo trabajo que hacer, así que, si no hay nada más, puedes irte.
Mientras se mordía el labio, Abril lo miró fijo durante un momento y, cuando se dio cuenta de que él no iba a cambiar de opinión, sus ojos se enrojecieron. Aun así, se obligó a contener el disgusto y la pena que sentía; dejó el expediente y se marchó. Salió de la oficina de Grupo Fariña con un estado de humor bastante sombrío.
Llevaba seis años esperándolo, pero Luciano nunca le había dado una respuesta adecuada y en ese momento le dijo que pensaba cancelar la boda. Sin embargo, Abril estaba segura de que no había otras mujeres cerca de él, lo que significaba que todavía tenía una oportunidad. Luego de pensar en eso, la expresión seria de la joven desapareció. «Sí, todavía tengo una oportunidad. La boda solo será insalvable si Luciano se enoja conmigo, así que tengo que mantener la calma». Mientras se consolaba, se subió al auto.
—¿Volverá a la compañía? —Carlos Lagos, su asistente, se mostró tímido al hablar con su jefa dada la mirada que tenía.
—Este proveedor de productos activos es el más grande de Horneros. Su familia fundó sus cimientos dirigiendo negocios de productos activos. Además, los precios que maneja son muy razonables. Luego de que se enteró de que nuestro instituto de investigación tiene cierto nivel de influencia en el mercado extranjero, se interesaron en trabajar con nosotros y parecen sinceros, así que no te preocupes por eso.
Al oír eso, Roxana inclinó la cabeza en señal de comprensión y, al mismo tiempo, suspiró aliviada.
—Conozco a los pocos proveedores importantes de productos activos en Horneros y, según tu explicación, con el que firmaremos debe ser uno de ellos, pero me preguntó quién.
—Es la familia Pedrosa —respondió Conrado.
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