Luciano miró a Roxana y se dio vuelta sujetándola de la muñeca; luego, miró a Frida con apatía.
—Discúlpate.
Frida quedó estupefacta cuando lo escuchó.
— ¿Q-qué acabas de decir, Luciano?
Luciano la miró de forma altiva mientras emitía un aura intimidante.
—La condición del gran señor Quevedo es muy delicada ahora mismo. Si hay alguien que pudiera salvarlo, esa persona ya habría aparecido, dado que invitaste a todos los médicos reconocidos dentro y fuera del país. Sin embargo, esa persona no ha aparecido.
Asombrada por su aura feroz, Frida agachó la cabeza con miedo.
—Esto… —Luciano hizo una pausa antes de mirar a Roxana y continuar—: La señorita Jerez no tiene relación con la familia; ella solo está aquí para tratar al gran señor Quevedo. Está bien si no confías en ella, pero no tienes motivos para lastimarla. ¿La familia Quevedo te enseñó estos modales? ¡Discúlpate ahora mismo!
—Frida ha admitido su error, pero no espero que la perdone con rapidez, doctora Jerez. Sin embargo, como usted dijo, la condición de mi abuelo empeora. ¿Puede por favor tratarlo? Podemos discutir cómo podemos enmendar el asunto por el error de mi hermana más adelante.
Roxana escuchó la voz de Jonatan y todavía estaba bastante molesta, pero cuando pensó en el instituto de investigación, reprimió el malestar. «Además, Jonatan tiene razón. Alfredo sí necesita de un médico y es inocente». Cuando pensó en ello, se tranquilizó y le echó un vistazo a la multitud en la habitación antes de ordenar con apatía:
—Espero que las personas que no sean familiares dejen la habitación antes de que comience con el tratamiento. —Frida estaba por decir que ella era familia antes de que Roxana añadiera—: Eso incluye a la señorita Quevedo.
La expresión de Frida ensombreció, pero Jonatan aceptó y les pidió a todos que se fueran. Las únicas personas que quedaron fueron Jonatan, Luciano y Estela, quien no se apartaba de su lado. Roxana se sentó al lado de la cama y comenzó el tratamiento.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La verdad de nuestra historia
Me atrapo...