Después de que Roxana terminó de atender a Estela, Andrés y Bautista bajaron mientras llevaban los regalos para la niña. Cada uno tenía un peluche de aspecto extraño y se acercaron a la pequeña.
—Compramos esto con nuestro dinero; puedes quedártelos.
Los muñecos se veían adorables pero espantosos al mismo tiempo y no parecían apropiados para ella en lo absoluto. Sin embargo, esa era la primera vez que la niña recibía regalos de compañeros de su edad que le agradaban mucho, por lo tanto, aceptó los peluches con alegría y los abrazó con más fuerza que a su anterior muñeca.
Después de bastante tiempo, Estela soltó los juguetes y escribió una palabra enorme de agradecimiento en su cuaderno, mostrándoselo a Andrés y a Bautista. Esa era la primera vez que los niños la veían tan radiante. Solían evitarla porque era la hija que su padre tuvo con otra mujer; no obstante, después de ver lo adorable que se veía, les dio un vuelco el corazón cuando intercambiaron miradas y se rascaron la cabeza con timidez. «Es una media hermana muy linda. Ya no quiero odiarla».
Roxana se enterneció al ver a los tres niños interactuando entre sí.
—¿Por qué no juegan con Ela mientras tanto? —le sugirió a sus hijos al mismo tiempo que acariciaba la cabeza de la niña—. Debo llamar al instituto de investigación y decirles que llegaré un poco más tarde. Acabo de aplicarle un poco de ungüento en la mano, así que tengan cuidado.
Los niños asintieron de forma obediente y ella se dirigió al piso de arriba para realizar la llamada.
—¿Jugamos con los Legos? —Los pequeños no sabían a qué les gustaba jugar a las niñas, así que solo pudieron invitarla a jugar con sus típicos juguetes.
Aun así, Estela asintió con la mirada resplandeciente. «Tuve razón en venir aquí hoy. Hice que la señorita Jerez atendiera mi herida y Andrés y Bautista ahora me piden que juegue con ellos».
—Hola. —Lo saludó el niño con amabilidad, aunque con un dejo de indiferencia.
Luciano tenía un aspecto desdeñoso, ya que había pensado que la mujer abriría la puerta y frunció el ceño al ver al niño. «Debe ser el hijo de Roxana». Por alguna razón, el niño parecía albergar sentimientos de enemistad hacia él.
—Estela está aquí con nosotros. Entre.
Andrés le dio un vistazo al hombre, se dio vuelta y volvió a ingresar a la casa con serenidad.
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