La verdad de nuestra historia romance Capítulo 79

En breve, Roxana regresó con el botiquín y con cuidado le puso una crema medicinal en la mano. Estela se portó muy bien durante todo el proceso. Cuando le dolía, solo se encogía un poco y enseguida volvía a poner la mano, lo que a Roxana le resultaba adorable. Después de ponerle la crema, enseguida se volvió a sentar.

Andrés dejó el asiento con obediencia y tomó su plato para sentarse al lado de Luciano.

—¿Está bien si te doy de comer? —le pidió permiso a Estela.

Era evidente que no la iba a rechazar, así que asintió con una mirada expectante.

Roxana levantó el plato de Estela con una sonrisa y comenzó a darle de comer. Mientras lo hacía, el apetito de Estela aumentó de forma considerable. Fijó la mirada en la mujer y abrió la boca para comer todo lo que le daba.

Roxana sonrió aún más cuando vio lo bien que se comportaba mientras comía.

Luciano vio la interacción desde la otra punta. Cada vez que Estela se manchaba la boca, Roxana la ayudaba a limpiarse, incluso la forma era la adecuada. Los ojos de la niña resplandecieron mientras comía y, por un momento, una mezcla de emociones se reflejó en los ojos de Luciano.

Mientras tanto, Andrés y Bautista los miraban en silencio y, en vez de ponerse celosos de ella, solo pensaban que se veía adorable mientras comía. Cuando apartaron la mirada, le echaron un vistazo a Luciano al mismo tiempo y, un momento después, intercambiaron miradas sospechosas. «Si no estamos equivocados, papi ha estado mirando a mami. Además, parece no haber nada de odio en su mirada y, en cambio, parece un poco… afectuosa».

Andrés frunció el ceño y dejó el tenedor. Levantó el cucharón y le sirvió comida a Luciano mientras lo miraba de forma inocente.

—Señor Fariña, ¿por qué no come? Coma más.

Tras escucharlo, el hombre recobró los sentidos y le agradeció de forma inconsciente.

—Gracias.

Desde donde estaba, Andrés no podía ver la mirada de desagrado que tenía Luciano mientras tragaba el apio.

Roxana vio al hombre comer; era demasiado tarde cuando se dio vuelta y ella vio la mirada de desagrado. De repente, sintió como si hubiera vuelto seis años en el tiempo.

—Puede dejarlo a un costado si no le gusta. —Roxana apartó la mirada y agachó la cabeza para ocultar sus sentimientos.

—No dije que no comería —dijo el hombre con calma.

Roxana sintió una mezcla de emociones y se mantuvo en silencio.

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