La verdad de nuestra historia romance Capítulo 94

Roxana salió de su ensueño, reprimió sus sentimientos y se acercó a ellos. Estela estaba volando de fiebre, pero le brillaban los ojos de forma adorable. Se había animado bastante después de ver a Roxana y la miraba con intensidad. La mujer la miró preocupada; en respuesta, la niña extendió los brazos para que ella la alzara, y al verla, Roxana miró a Luciano por instinto. «Está enferma, ¿por qué le pide a una extraña que la tome en brazos en lugar de quedarse con su padre? ¿Qué pensará Luciano de su reacción?».

Para sorpresa de ella, él le entregó a Estela con calma. Después de una breve vacilación, la mujer tomó a la niña en brazos y, en cuanto la tocó, pudo sentir el calor que emanaba su pequeño cuerpo; se sentía como si tuviera un calefactor. Sin pensarlo dos veces, Roxana presionó la mejilla contra la de Estela para revisar su temperatura. La sensación fría de su mejilla hizo que la pequeña cerrara los ojos y suspirara con suavidad.

—Tienes mucha fiebre —comentó la mujer mientras la abrazaba y le preguntó con dulzura—: Ela, ¿te sientes incómoda?

La niña asintió en silencio. Dado que tenía los ojos rojos por la fiebre, Roxana se sintió angustiada.

—¿Tomó su medicina? —le preguntó a Catalina.

La mujer recobró su compostura y asintió.

—Sí. —Observó a Roxana con detenimiento y le preguntó—: Señora Fariña, ¿cuándo regresó?

Catalina había trabajado para la familia Fariña durante algo de tiempo y solía servirle a Roxana cuando se casó con Luciano. En aquel entonces, sentía un gran respeto hacia la joven, por lo tanto, se sorprendió bastante cuando se enteró de que se había marchado sin despedirse. «No puedo creer que la señora Fariña regresó».

Roxana se sorprendió al escuchar su saludo.

Roxana asumió que lo decía porque era doctora y podía tratar la enfermedad de Estela al cuidarla.

—No se preocupe. Brindaré mi ayuda si Ela me necesita —prometió riéndose entre dientes.

Catalina se quedó perpleja al escuchar esa respuesta. «¿Por qué la señorita Jerez se comporta con tanta formalidad? La señorita Estela es su hija. ¿No es lógico que cuide a su hija enferma? Además, la niña se sentiría mejor si su madre se quedara a su lado. En el pasado, la señorita Jerez trataba mis dolores de cabeza y por lo que sé que es una gran doctora, así que es capaz de tratar la fiebre de la pequeña». El remordimiento invadió a Catalina cuando recordó los tiempos en los que Roxana aún estaba presente. «La señorita Jerez es hermosa e inteligente. Sin embargo, nunca se dio aires de grandeza ante nosotros; siempre nos trató como si fuéramos parte de su familia». No pudo evitar comparar a Roxana con Abril. «La señorita Pedrosa viene a menudo sin informarle a nadie. Cuando el señor Fariña no está presente, actúa como si fuera la dueña de la casa y nos da órdenes con arrogancia; nunca nos muestra respeto. No sé qué le ve el señor Fariña…».

Luciano se quedó aturdido por un instante cuando escuchó cómo Catalina se dirigió a Roxana; no obstante, cuando esta última la corrigió, él tuvo sentimientos encontrados.

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