-¿No pudieron tratarlo a tiempo? -Los ojos de la joven se abrieron de par en par-. ¿Cómo es posible?
La cuota de cuatro millones entregada a Sonia era más que suficiente para cubrir los gastos médicos de su padre. Por lo tanto, estaba desconcertada sobre cómo podía haber un retraso en su tratamiento.-
-¿No lo sabía, Señorita Sandoval? -La enfermera estaba igual de sorprendida—. El pago de las facturas médicas del Señor Sandoval no se había realizado en el plazo previsto desde hace dos semanas. Además, intentamos llamar a la Señora De la Vega, pero no fuimos capaces de localizarla.
La joven enfermera se mostró comprensiva por su parte.
-Hace algún tiempo, me enteré de que la Señora De la Vega había derrochado un par de millones para vincular a su hija con una empresa de espectáculos. Como comprenderá, hay que pagar una cuota diaria por el uso de los equipos en la sala de urgencias. No pudimos comunicarnos con la Señora De la Vega, y nos costó mucho encontrar la forma de comunicarnos con usted.
»Lo sentimos mucho, Señorita Sandoval. Ya hemos hecho lo que hemos podido...
Apenas pudo entender lo que decía la enfermera, la visión de Leonor se nubló. Se tambaleó y casi se desplomó.
«No... No puede ser... No puede ser».
Todo empezó cuando su propia madre murió cuando ella tenía ocho años. A los pocos años, su padre se volvió a casar con Sonia y la trajo a casa. Su madrastra tenía su propia hija, Sara, un año menor que Leonor. En todos estos años, su padre había tratado a Sara como si fuese suya.
Leonor nunca hubiera esperado que Sonia y su hija se escaparan con el dinero que su padre necesitaba con desesperación para seguir vivo. En retrospectiva, se dio cuenta de que su madrastra no la había llamado en absoluto durante este mismo periodo de tiempo. Durante su última conversación, cuando preguntó por su padre, aquella mujer incluso le había asegurado que él estaba
bien.
«¿Quién iba a decir con seguridad que el dinero no se había gastado ya para enviar a Sara a la industria del entretenimiento entonces? ¿Cómo puede ella ser tan cruel?».
Leonor se indignó mientras se dirigía a la salida de la mansión.
—¿A dónde va, Señorita Sandoval?
«¡Esta z*rra no estaría cerca de Claudio si hubiera podido concebir yo misma!».
-Tenga la amabilidad de apartarse, Señorita.
Preocupada por la situación de su padre, Leonor no estaba de humor para discutir con esta mujer. Cuando la mujer se negó a ceder, se apresuró a intentar abrirse paso. Eso hizo que la otra parte se enfadara de forma inesperada.
-¿Te atreves a ponerme las manos encima?
Los que estaban a su alrededor reaccionaron con horror y se apresuraron a intentar apartar a Leonor. La expectante mujer sintió entonces que sus pies quedaban suspendidos en el aire antes de caer al suelo. Una onda de dolor reverberó desde el punto de impacto en su vientre. A partir de ahí, sólo vio oscuridad. Luego, escuchó unos gritos.
A continuación, un torbellino de actividad la rodeó mientras perdía el conocimiento. Ni siquiera era consciente de quién la había subido a la parte trasera de un auto. Lo único que consiguió emitir en ese momento fue un gemido mientras sentía una especie de presentimiento.
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