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- Hijo, ¿dónde estabas?
- Bebí demasiado ayer padre y terminé quedándome en la oficina - Cambié de tema - ¿Por qué tanta prisa por volver a Dulbaí?
- Todavía no lo sé, pero mi secretaria dijo que tiene que ver con Galil.
- Algún asunto diplomático extraño, estuvimos allí hace dos meses y todo se arregló, ¿no?
- Sí hijo, todo estuvo bien, esperemos a llegar a Dulbaí para averiguarlo.
Y así, en cuanto aterrizó el avión y nos bajamos y fuimos a palacio, nos esperaba el secretario de la Reina, mi padre me excusó de darme una ducha, pues era un horror recibir a nuestros invitados, que no estaban. realmente nuestros invitados. .
Dejé a papá con ellos y me fui a mi habitación.
Después de una ducha caliente intentaría descansar hasta el almuerzo.
Pero llamaron a la puerta de mi dormitorio.
- Cam, tu padre te está esperando en la oficina – Llegó personalmente la secretaria de papá – Y ahora.
- ¿Sucedió algo?
- No sé, solo sé que tu padre pidió ir a buscarte ahora mismo.
Así que me puse ropa más adecuada y bajé a ver el asunto, había venido en persona el secretario de la reina, la cosa iba en serio.
Cuando abrí la puerta me encontré con tres hombres que me estaban mirando, papá tenía una cara terrible y sabía que el tema no era bueno.
Me acerqué a la secretaria y lo saludé, estaba muy serio como siempre, pero esta vez estaba enojado en sus ojos.
- Mi hijo tendrá que ir a Galil.
- ¿Sucedió algo?
- Sí, la princesa está embarazada y la reina le pide a su padre que se acerque para que pueda cumplir con su deber - dice la secretaria de la reina.
- Embarazada – también como estaba, me imagino que tardó un poco en pasar – ¿Y por qué estás aquí?
- ¿No puedo creer que hayas preguntado eso?
– dice el secretario.
- ¿Es porque?
¿Cuál es el asombro?
– Miro a mi padre – No entiendo papá.
- La princesa dijo que el hijo es tuyo mi hijo - Papá parecía cansado.
Cuando nos conocimos, la encontré como una chica parecida a Nadia, con una lengua afilada e inteligente, pero a la vez tímida.
Me impresionó cómo tenía una manera diferente, sus ojos mostraban lo caliente que estaba, pero sus acciones no coincidían con su mirada.
Ella era difícil de descifrar.
La encontré en uno de los pasillos del castillo.
- Hola Cam - sonrió tímidamente - ¿Te has perdido?
- No princesa Daniele me iba a mi cuarto.
"Pero tu habitación está al otro lado", señaló.
- Estaba seguro de haber tomado el camino correcto - hasta que me confundí.
- Puedo ayudarte - su sonrisa de niña buena - Por supuesto que si quieres - bajó la cabeza como si estuviera avergonzada.
- Acepto tu ayuda, si princesa.
Y a partir de ahí entablamos una animada conversación, hablamos de nuestros estados, de cómo sería gobernar en unos años y que ella tenía la suerte de poder gobernar siendo mujer.
Ella era mayor que yo por un par de años más o menos, no estaba seguro.
Caminamos y ya tenía la impresión de que caminaba en círculos, era como si fuera la tercera vez que pasaba frente a una pintura de uno de sus antepasados.
Pero qué buena compañía era y fluyó la conversación entre los dos.
- Creo que llegamos a tu habitación - me dice y señala la puerta por la que juro que pasé la mayoría de los castillos son muy parecidos.
- ¿Nos vemos en la cena?
- Sí, también necesito prepararme.
El viaje a Europa, el viaje de mochilero que ella hizo, también lo quería y quería hacer con Nádia.
Me imaginé paseando con ella por el mundo y disfrutándolo, tomándola de la mano y caminando con una mochila a la espalda, sin seguridad y pudiendo vivir libre.
- Que es tan pensativo, siento que estoy hablando y que tu viajas en tus pensamientos – entonces ella se levanta y viene a sentarse a mi lado – me puedo acostar estoy cansada.
- Si puedes.
- Ven, acuéstate conmigo – para un hombre escuchar esa frase me iluminó el cuerpo – Quiero contarte todo – su boca era sexy – Todavía quieres saber de mi viaje.
Acuéstame junto a ella.
Me equivoqué ahí, en este mismo momento.
Siguió contando y algunas partes eran graciosas, ambos nos reímos hasta que en un momento pasa su mano por mi pecho, yo estaba en mi camisa y sus dedos tocan mi piel cuando sus dedos entran en los huecos de los botones.
Respiro hondo y ella se da cuenta, se acerca y nuestras miradas se cruzan.
Luego se acerca a mis labios y sucede el beso.
Sus manos rozan la parte de atrás de mi cuello, apretándome y acercándome a ella.
No era inocente, pero ella me hizo sentir como un niño virgen y lo gracioso es que se veía tan inocente a los ojos de cualquiera que la viera.
Ella sabía lo que estaba haciendo, y automáticamente mis manos recorrieron su cuerpo y luego sus manos ágiles tomaron mi camisa y me abrieron el cinturón y luego mi pantalón y su boca fue directo a mi miembro duro, sentía cada mamada que daba y cuando menos Lo esperaba, estaba encima de mí montada y balanceándose como loca.
Golpeó su cuerpo contra el mío, haciéndonos sentir placer.
Quería liberarme, pero también quería que ella sintiera el deseo que yo sentí en ese momento.
La ayudé tomándola de la cintura y haciendo que los movimientos aumentaran el ritmo fue cuando ella gimió de placer y yo no la sostuve más y la seguí.
Su delgado cuerpo estaba acurrucado contra el mío y se recostaba sobre mi pecho.
Y nos quedamos en esa posición un rato y ella se durmió.
Esa noche la disfrutamos dos veces más, y cuando me desperté a la mañana siguiente ella se había ido.
Nos quedamos dos días más en Galil y durante el día nos besábamos en alguna habitación y por la noche ella entraba a mi habitación por el pasadizo secreto.
Fue toda una aventura.
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