Mi Jefe y Yo romance Capítulo 21

Tras comprobar que todos estuvieran muy bien vestidos para no agarrar algún resfriado, decidimos salir al exterior, donde a Paul se le ocurrió la brillante idea de jugar al ponchado con un balón desinflado, el único que tenían por el momento. 

Ya que éramos diez, los equipos quedaron parejos, yo era la líder de uno de ellos, mientras que Ryan era el líder del equipo contrario.

A mis espaldas se ocultaban Camila, Katia, y Paul, mientras que a Brooke la mantenía colgada de mi espalda como si fuera un koala, corríamos de un lado a otro fastidiando a nuestro oponentes, al ser tan difícil de sacarnos del juego con sus fallidos tiros. 

Jack nos observaba a la distancia, al pie de la casa junto con Mónica, no habían dejado de hablar sobre Dios sabría qué cosas desde que los había presentado, lo que me hacía pensar que quizás algo se tenían entre manos el tonto ése. 

Parecía demasiado serio para mi gusto, pero en ocasiones cuando se me quedaba viendo y nuestras miradas se cruzaban por casualidad, me sonreía con ternura, sonrojándome instantáneamente. 

Al dejarme en tal estado, absorta con su actitud seductora, el balón cayó sobre mi estómago obligándome a salir del juego. 

Respiré profundamente intentando recuperar el aliento, al sentarme en el suelo junto a la extensa fila de perdedores, que se habían convertido contra su voluntad en espectadores.

Las únicas dos personas que quedaban en medio del campo, eran Ryan y Paul. 

Se tiraban el balón de un lado a otro, aumentando la ansiedad de todos los presentes, a la espera de quien sería el ganador, si el mayor de los chicos, o el que tenía tan solo dos años menos que él. 

Ryan retrocedió unos pasos para lanzar el balón con todas sus fuerzas, pero sus pies se enredaron con algo en el suelo, y cayó a este al perder el equilibrio, se levantó de inmediato un poco enfadado con su torpeza, ya que varios de los chicos rompieron a reír, e hizo su potente lanzamiento, no obstante, aquella batalla dejó de tener significado cuando la blanca nieve comenzó a teñirse de rojo.

—¡Hermano Ryan! —gritó Camila, aterrorizada.

—¿Qué pasa? —gruñó el moreno, fulminándola con la mirada, debido a que lo había distraído de su fijación en Paul, quien ahora haría el siguiente tiro.

—Estás sangrando… —susurró Maximilian, con sus ojos abiertos como platos.

—¡Noooo! —chillé, esperanzada de que Ryan se me quedara viendo, cuando me levanté de un salto para ir a su rescate e hiciera caso omiso a las palabras de Max, porque de lo contrario algo realmente malo sucedería.

Pero el chico, incrédulo al escucharlo, dirigió su mirada hacia el piso en busca de su herida, sin embargo, al ver lo embadurnado que tenía el pantalón de aquel líquido carmesí, cayó al suelo, desmayado de sopetón, lo que era de esperarse cuando le tenía fobia a la sangre.

Me arrodillé a su lado, buscando con mis manos temblorosas el lugar en donde se había lastimado, pero me era imposible debido a los nervios.

Jack se apresuró a auxiliarlo, y los chicos se arremolinaron a nuestro alrededor con sus rostros bañados en el pánico, que les producía imaginarse que algo muy malo le sucediera a su hermano mayor.

—Chichos, Ryan necesita espacio para poder respirar —dije, a la espera de que se apartaran un poco, lo que fue absolutamente inútil. 

De no haber sido por nuestra madre, quien los llamó para que se reunieran con ella al otro lado del campo, no se hubieran separado de nosotros. 

Dejando a Jack hacer su trabajo sin problemas, sus labios se habían sellado por completo, sus ojos vagaban por el muslo de Ryan, donde había tenido que romper un poco más el pantalón para lograr detallar en todo su esplendor aquella cortada.

—¿Va a estar bien el hermano Ryan? —preguntó Brooke con sus ojos llorosos, a punto de derramar las lágrimas, era la única que se había quedado a mi lado a pesar de todo.

—Claro que sí, Brooke —le prometí, sonriendo—. Ahora ve con mamá Mónica.

Se podía ver su carne al rojo vivo, y su piel bañada por su espesa sangre, sentí mi estómago revolverse por un segundo, pero se detuvo cuando noté la expresión cabizbaja de Jack, este intentó desinfectar apresurado y la envolvió con un poco de gasa para finalmente informarme:

—Hay que llevarlo a un hospital cuanto antes, la herida es lo suficientemente profunda como para haber alcanzado la grasa subcutánea, por ende, necesita puntos porque de lo contrario no logrará sanar con normalidad, además, ha perdido mucha sangre.

—El hospital más cercano está a media hora —le dije con un hilo de voz.

—No puedo hacer mucho con un botiquín, Lucy — cuchicheo a toda prisa—. Soy médico, pero no hago milagros, menos cuando no tengo los implementos.

—Inténtalo —insistí, mordiéndome el labio inferior; sabía muy bien que mi madre no tenía el dinero suficiente para pagar la cuota del hospital, el cual en aquel país era demasiado costoso, por ello, debía haber una manera diferente de resolver el problema.

—No me pidas imposibles.

—Podemos usar el auto para llegar más rápido —comentó mi madre plantándose a mi lado sin perder esa bella sonrisa.

La observé compungida por esa situación, en la que no podía hacer gran cosa.

—Bien —asintió Jack, para acto seguido llevarse a Ryan en brazos, lejos de mi mirada.

—¿Puedes cuidar a los niños, querida?

—Sí, no hay problema.

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