Mi Jefe y Yo romance Capítulo 29

Logré entrar en la hermosa casa,  andando por un estrecho camino en dirección a la puerta principal que estaba entre abierta.

Observé en silencio los alrededores, encontrándome con que había un parque de juegos a unos metros de distancia, árboles frondosos y un prado con hermosas flores. Era bastante sencilla en el exterior, pero lo suficientemente grande como para vivir más de tres personas allí. 

El interior en comparación era un completo desastre; había cosas rotas en el suelo, los libros estaban tirados por todos lados, incluso intentar recogerlos era una pérdida de tiempo, ya que eran demasiados. 

Aquel lugar estaba patas arriba, había botellas de todo tipo de alcohol a donde quiera que se mirase, los cuadros de la amplia sala de estar estaban rasgados, lo único que se mantenía intacto era el sofá donde Jack se había echado a beberse un largo trago de whisky desde la botella, mientras me analizaba con una sonrisa socarrona, como si mi expresión de espanto le pareciera muy divertida.

Estaba con la camisa desabotonada, dejando al descubierto su torso desnudo, su cabello era una maraña y tenía una barba de días que no le sentaba tan mal, pero con una simple ojeada, ese hombre parecía un completo andrajo. 

Puse mis ojos en blanco al cruzar miradas y enfadada dejé que mis ojos vagaran por la estancia, tras su espalda, había una puertas corredizas de vidrio abiertas, dejándome vislumbrar la piscina que estaba ubicada afuera en el patio, la cocina a mano derecha estaba sucia y con todos los trastes regados por doquier. 

Respiré profundamente, a la espera de que me diera una sabia explicación, pero él se limitó a seguir tomando como un poseso, aún cuando el líquido se le derramaba de los labios.

—¿Qué se supone que estás haciendo, Jack? —quise saber, masajeandome la sien con mis dedos, estresada de tener ahora que lidiar con su borrachera. 

Había sido una completa idiota al ir allí pensando que estaba mal, cuando se veía que no lo estaba pasando terriblemente como yo creía.

—Estoy intentando olvidar algo que escuché, pero no importa cuánto me embriague, sigo recordándolo —contestó decaído, acurrucándose en el sofá como un bebé.

Al verlo con su mirada perdida en algún punto a mis espaldas, me dieron ganas de acostarme a su lado para reconfortarlo con un fuerte abrazo, pero me controlé. 

—¿Qué es lo que quieres olvidar?

—Eso no importa ahora, porque tú estás aquí para pasar un buen rato juntos —susurró, poniéndose en pie con una sonrisa lujuriosa que me heló la sangre, cuando divisé que caminaba con torpeza hacia mí.

—¡Vamos, deja esa botella, y date un maldito baño! —rugí hecha una bola de furia, lanzándome arrebatarle el trago de las manos, pero él fue mucho más rápido, se apartó de mi insulso agarre y recogió del suelo un vaso, en donde sirvió un poco del brillante líquido.

—¿Quieres un trago?

—¡Joder, no! —bufé, propinándole un violento manotazo, en el instante en que intentó pegarlo a mis labios. 

Este se estampó contra el suelo rompiéndose en pedazos y manchando todo a su paso con el licor.

Jack negó con su cabeza, disgustado de que hubiera desperdiciado aquel sorbo que me ofrecía con tanta amabilidad y se encogió de hombros bajo mi mirada encolerizada, para sentarse de nuevo en el sofá a terminarse lo que le quedaba en el frasco.

—¿Has comido algo? —inquirí frunciendo el ceño, al notar que no se inmutaba ante mí, que le daba exactamente lo mismo que lo viese de ese modo tan catastrófico, como si mi presencia estuviera pintada en la pared.  

—En una semana, todo lo que ves en el piso —masculló inexpresivo.

Rechiné los dientes, irritada con su comportamiento y al escuchar esa frívola respuesta, analicé todo lo que había en el suelo; paquetes de papas, junto con demasiado alcohol como para que se pudiera aún mantener tan cuerdo.

—¿Acaso tratas de matarte, ya que el accidente no lo logró?

—¡Eres muy inteligente, Lucy!

—Y tú un imbécil, Jack —refunfuñé, sintiendo mis ojos llenarse de lágrimas, que limpié apresurada cuando se desbordaron por mis mejillas—. ¡No sé ni porque me preocupo por ti como una idiota! —chillé.

Retrocedí unos pasos para darme la vuelta y marcharme, con la intención de no regresar a buscarlo de nuevo sin importar qué le ocurriera, no obstante, él, al ver mi expresión de decepción, se aproximó a mí a zancadas, deteniéndome con un abrazo.

—¿Qué dijo?

—Que era imposible, porque ella no era mi hija —se rió con pesadez, dejándome asombrada con sus palabras. 

Detuve de inmediato mis acciones, quedándome en total silencio, observando cómo movía sus cabellos impaciente, conteniendo con todas sus fuerzas el romper a llorar en mis narices.

—Estaba tan seria y avergonzada, que no supe ni que decirle, intenté tomármelo como una broma, pero Lucy, si piensas detenidamente… Lucila, ella no se parece en nada a mí.

—No digas tonterías, a veces los hijos no salen exactamente iguales  a sus padres —canturreé distraída con lo que mencionaba, sabía que tenía razón en gran parte sobre que no se veían muy similares en ningún rasgo, no obstante, Lucila probablemente había sólo heredado la belleza de su madre y no la de Jack. 

Pero lo más seguro era que Victoria estuviera usando una nueva estrategia para lograr permanecer junto a Jack contra su voluntad. 

—Si tienes tantas dudas, ¿por qué no hacerte la prueba de ADN?  

—Porque tengo miedo de descubrir que realmente no soy su padre, Lucy —admitió, haciéndose un ovillo en el taburete.  

Solté un largo suspiro cargado de desasosiego, dejé el cuchillo a un lado en el mesón y salí de la cocina, dejando a Jack absorto con mi paso firme, lo tomé del brazo con suavidad, para ayudarlo a levantarse de la silla con su cabeza ladeada, sin entender muy bien mi cometido.

—Ven conmigo.

—¿A dónde me llevas? —balbuceó, caminando distraído en dirección al exterior.  

Por alguna extraña razón, creía que le hacía falta realmente un buen baño de agua helada, así que cuando nos detuvimos en toda la orilla de la piscina, le propiné un empujón que lo hizo caer de bruces al agua que se veía fría, a pesar de que el sol estuviera ocultándose tras las montañas y las nubes danzaran por el cielo teñidas de colores cálidos.

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