Llevamos la mitad de nuestras bebidas y me he reído un montón con Eze, es una persona bastante chistosa y atenta. Recuerdo como fue con mi mamá y saco ese tema. También me acuerdo que tengo que decirle sobre mi enfermedad.
—Fuiste muy lindo con mi mamá —sonríe.
—Es una señora muy simpática, me cayó muy bien —sonrío.
—Así es mi madre, muy amigable como siempre. ¿Cómo es la tuya? —suspira.
—Mi mamá da la impresión de ser superficial, pero buena es buena con las personas que quiere, con las que le caen mal, puede ser una pesadilla —hago una mueca y él sonríe—. ¿Cómo es el resto de tu familia?
Yo sonrío mientras tomo un sorbo de mi capuchino.
—Todos son amables y locos. A mi mamá ya la conoces. Mi papá es un poco más reservado y serio que mi mamá, al igual que mi hermana mayor. Son muy serios a simple vista, pero cuando toman confianza son muy divertidos. También está Isaac, es mi segundo hermano mayor. Es muy celoso conmigo, cuando me dijo que habías llegado lo hizo de mala forma —me rio y Ezequiel igual.
—Me di cuenta que es celoso —dice con una mueca y yo lo miro divertida.
—Pero si no fueras un pretendiente mío, por así decirlo de seguro hubiera sido más amable —él asiente —¿cómo es tu familia? —pregunto.
—Pues ya te conté sobre mi mamá. Mi hermana es la copia exacta de ella con respecto a la personalidad y están obsesionadas con su físico, fuera de eso son muy buenas y amigables —dice con una sonrisa.
Se nota que las quiere mucho.
—¿Y tu papá? — suspira pesadamente.
—Era un hombre muy rudo y desconfiado, pero con mi hermana, mi mamá y conmigo era todo lo contrario. Me atrevo a decir que era el mejor papá del mundo —me dice con dolor y frunzo el ceño.
—¿Era? —pregunto, él suspira con dolor.
—Sí. Mi padre está muerto; murió cuando yo tenía 19 años y me dejó a cargo de la empresa — tomo su mano por encima de la mesa al ver que se pone un poco triste.
—Yo también me atrevo a decir lo mismo, Ezequiel y sí, sí quiero ser tu novia —respondo y me sonríe marcando su hoyuelo.
Tiene un brillo especial en sus ojos. Se levanta de la mesa y me hace levantar a mí también.
—Me haces sentir el hombre más afortunado del mundo, preciosa —siento el calor subir a mis mejillas y me mira con ternura—. Me encanta hacerte sonrojar —se ríe y golpeo suavemente su hombro.
—Y a mí me encanta tu sonrisa, más cuando aparecen esos hoyuelos tan hermosos y mucho más si yo la provoco —sonríe y por primera vez veo un leve sonrojo en su rostro.
Me rio y él hace lo mismo.
Toma mi rostro entre sus manos y junta nuestros labios. Yo pongo mis manos en su cintura y le sigo el beso. Es como el primero que nos dimos, pero más tierno. Yo soy más bajita que él, le quedo por el cuello, así que tiene que agacharse un poco.
El beso se profundiza y yo me derrito. Besa muy bien. Dejamos de besarnos por falta de aire y lo abrazo. Se siente bien estar en sus brazos.
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