My Last Sigh romance Capítulo 28

Llegamos a la playa y ya es casi de noche.

—¿Qué se supone que haremos? —pregunta Nora.

—Esto —responde Felipe.

La vuelve a poner en su hombro y sale corriendo con ella hasta llegar al agua.

—¡Bájame ya, imbécil! —le grita Nora, mientras golpea su espalda.

—Como digas —la suelta y cae en el agua.

—Oh no, Nora no sabe nadar —dice Eze a mi lado.

Miro preocupada en la dirección en que se encuentran Felipe y Nora. Al lograr salir a la superficie Nora se aferra fuertemente al cuello de Felipe y a los segundos pasa algo esperado, pero impresionante. Se besan.

—Lo sabía —dice mi hermana y todos asentimos.

Vamos con ellos al agua y Eze y yo jugamos a las carreras en el agua, también nos salpicamos un poco. Al rato todos nos aburrimos y nos ponemos a jugar voleibol.

—Chicas contra chicos —sugiere Eze.

—No, yo quiero que sean mixtos —digo mientras hago pucheros y Eze me besa los labios sonriendo.

—Apoyo a mi cuñada, además, nosotras somos una menos, Hazel no puede jugar —le sonrío a Nora y ella me guiña un ojo.

—Bueno, los equipos serán de tres y habrá un suplente, ¿Quién se ofrece? —pregunta Dom.

—Yo —respondo de inmediato levantando la mano y Eze me mira confundido.

—Pensé que querías jugar —me dice y yo rasco mi nuca nerviosa.

—Sí, pero... Me duele la cabeza y estoy un poco mareada —le digo.

Ahora su mirada es de preocupación.

—Si quieres nos vamos, preciosa — sonrío.

—Tranquilo, juega, estaré bien —besa mis labios y yo me voy a sentar al lado de mi hermana, en la arena.

Los equipos quedaron así: Felipe, Marina y Dom. En el otro está: Isaac, Nora y Eze. Sin duda ganará el equipo de mi novio, porque mi hermano es muy bueno jugando voleibol, y mi mejor amiga es un asco con los deportes.

—¿Vieron? No demoré nada —ellas sonríen.

Mi madre y yo dejamos sola a mi hermana con mi papá.

Las damas de honor de Hazel se van con nosotras y la esperan fuera de la iglesia. A lo lejos veo a Ezequiel y sonrío.

—Hola, mi amor, estás guapísimo —digo y lo beso en los labios.

—Tú no te quedas atrás. Estás bellísima, cariño —me halaga y yo sonrío.

Camino hasta Dom y pongo una mano en su hombro.

—Hola, cuñado, ¿nervioso? —niega con la cabeza mordiendo la cara interna de su mejilla—, como madrina de la boda te aconsejo que dejes de hacer eso o te harás daño. No debes estar nervioso, mi hermana no va a salir corriendo —suspira—. O tal vez sí. Ahora está muy cambiante, ya sabes… el embarazo —su rostro refleja miedo y me rio.

Poner nerviosas a las personas es mi pasión.

—¡Llegó la novia! —grita Isaac y empujo a Dominick dentro de la iglesia.

Me siento al lado del padrino (el mejor amigo de Dom), en la primera banca. Se escucha la marcha nupcial y todos nos ponemos en pie. A Dominick se le iluminan los ojos al ver a mi hermana y ella no se queda atrás. Son una pareja muy feliz y espero que lo sigan siendo. Aunque yo no sé si pueda estar con ellos y desempeñar mi papel de madrina como debe de ser.

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