Ya pasó el fin de semana y debemos volver a casa, me la pasé súper aquí.
Cuando llegue a la casa debo comenzar los preparativos de la boda, lo hablé mejor con Ezequiel y se hará en cinco semanas, queremos estar casados lo antes posible.
—¿Lista para regresar? —pregunta Ezequiel dejando un beso rápido en mi cuello.
—Lista —respondo y beso sus labios.
—Pueden hacer más de eso hoy en la noche; por lo pronto, muevan esos culitos que se nos va el avión —regaña Marina y nos separamos.
—Gracias por ser tan sutil, amiga —digo sarcásticamente y ella se ríe.
—De nada —se burla mientras me lanza un beso y yo la miro divertida.
Ezequiel toma nuestras maletas y terminamos de bajar las escaleras.
—Te ves más radiante, hermanita —dice Hazel y yo sonrío.
—Ya tu sabes —Felipe hace un ademán con sus manos y yo abro los ojos con exageración —. Ay por favor, no pongas esa cara, es de lo más normal —dice riendo y golpeo su brazo.
—Eso se debe a que ya tengo al amor de mi vida conmigo de vuelta y voy a formar una familia con él —Eze besa mi mejilla.
—El amor es hermoso —suspira Nora.
—Y más si vas a formar una familia con esa persona especial —responde Dominick y besa a mi hermana.
—Concuerdo contigo Dom —comenta Ezequiel y yo sonrío.
***
Tiempo después…
Los días se pasan muy rápido. Ya estoy a dos días de mi boda y me siento muy nerviosa.
Cuando hablamos con nuestros padres se pusieron muy felices y entre todos me ayudaron con los preparativos. Ya pasó un mes más, no me he sentido del todo bien y hubo una ocasión en que tuve que quedarme una semana en cama con intravenosa. Por suerte me pude quedar en mi casa esos días, obvio que con los instrumentos necesarios.
Ya tengo cinco meses y mis bebés están creciendo como nunca, mi vientre está grande, mi mamá dice que es porque son dos. El embarazo de mi hermana también está avanzado, hace una semana cumplió los siete meses y está muy ansiosa esperando que su bebé nazca. Ahora me encuentro en su casa, mañana es mi despedida de soltera e insistieron en que me viniera a dormir acá.
—La única que tengo —respondo riendo y ella me fulmina con la mirada.
—Que graciosa, mira cómo me río JA-JA-JA —dice sarcástica y yo calmo mi risa para ponerme seria.
—Es que, yo siento que no voy a estar el tiempo posible con mis hijos. Siento que no estaré cuando entren al jardín, cuando digan su primera palabra, cuando cumplan quince años, cuando se tengan su primera pareja —suspiro con tristeza y Hazel me abraza.
—Claro que estarás con ellos, eres una mujer muy fuerte, vas a aguantar todo lo que venga —me motiva y yo vuelvo a suspirar.
Nos quedamos hablando en el cuarto de Damián, hasta que tocan el timbre.
—Ya vengo —se pone de pie
Dale de la habitación y yo me pongo a tocar y revisar las cositas de mi sobrino.
Abro su armario y ya tiene bastante ropita, a mi hermana le encanta el verde manzana y hay bastantes cosas de ese color.
Escucho un golpe, seguido de un grito que proviene de la planta baja. Salgo del cuarto prácticamente corriendo, me mareo en el camino, pero no le doy importancia. Cuando bajo las escaleras palidezco al ver la escena.
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